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Bombazo equivocado causa destrozos

Algún grupo terrorista creyó que el término "aceites esenciales" significaba aceites comestibles y produjo un ataque que causó heridos y pérdidas materiales el 4 de diciembre de 1975.

Bombazos eran frecuentes durante el conflicto armado interno. (Foto: Hemeroteca PL)

Bombazos eran frecuentes durante el conflicto armado interno. (Foto: Hemeroteca PL)

La siguiente es una reseña de lo que publicó Prensa Libre sobre esa noticia:

En más de Q10 mil fueron estimados los daños ocasionados en el edificio de la Asociación de Productores de Aceites Esenciales (APAE) y la sede del consulado general de Austria, en la 26 calle 6-41, zona 11, que   dejó heridos a un trabajador y un agente de la Policía Nacional.

El gerente general de APAE, Franz J. Ippsch, indicó entonces a Prensa Libre que el atentado terrorista se debió a una equivocación.

“Creyeron -los atacantes- que nuestra industria tenía relación con el aceite comestible o que producíamos ese alimento. Sin embargo, el aceite que se produce en la APAE se utiliza para la industria de jabones y perfumería y la materia prima es el té de limón y la citronela, dijo Ippsch.

Los autores del atentado —continuó— dejaron pintado un letrero en las paredes que decía: “Muerte a los hambreadores del Pueblo”. Queremos aclarar, indicó,  que no somos hambreadores del pueblo. Nuestra producción en un 99 por ciento se exporta para la fabricación de jabones y perfumes.

Un desconocido

Ippisch relató a los reporteros que el atentado terrorista se registró a las 22.30 horas del 4 de diciembre. José Valle, empleado de la planta, estaba en la parte alta de la sala de vigilancia.

Descubrió a un desconocido en la rampa que separa la avenida y el interior de la fábrica. Al verse descubierto, disparó a Valle quien logró esquivar los balazos, que alcanzaron un tonel y un proyectil, al rebotar, hirió en la mano derecha al trabajador.

Múltiples perforaciones de bala quedaron en la maquinaria y en techo de una bodega. Familiares de Valle, que viven en el interior de la fábrica, decidieron trasladarlo al IGSS.

Cuando iban saliendo Edgar Vásquez Valle, también trabajador de la fábrica y primo del herido, descubrió en la avenida un bote de pintura, del que salía una mecha y tenía un mecanismo.

Vásquez del Valle avisó telefónicamente a la policía, que inmediatamente envió al lugar diez radiopatrullas.

A esa hora ningún ejecutivo de la empresa se encontraba en el lugar, únicamente los dos trabajadores y el guardián.

Varios policías intentaron inutilizar el artefacto, que estalló cuando uno de ellos estaba a unos tres metros, provocándole graves lesiones con las esquirlas.

En ese momento, corrió el rumor que atentados similares se registraban en forma sincronizada en la capital, por lo que las radiopatrullas enfilaron hacia diversos puntos, mientras el agente y el trabajador heridos eran trasladados a centros asistenciales.

Destrozos

Ejecutivos de la empresa señalaron que el laboratorio analítico y su utilería fue destruido; todo el equipo fue seriamente dañado.

El doctor Kubes, encargado de la producción, se lamentaba de que en sus oficinas equipo muy delicado fue destruido también. Ventanales y paredes y de varias oficinas y de gran parte del edilicio fueron seriamente dañadas.

En una extensa bodega se encontraban depositados más de mil barriles con aceite esencial, valuados cada uno en Q400, que afortunadamente no fue dañada pese a que el artefacto estalló a unos quince metros.

El artefacto destruyó la pared de la fachada del edificio de la fábrica, así como varios vidrios de las instalaciones de Coca Cola y en residencias cercanas.

Conflicto armado

El país vivía desde los años 1960 envuelto en el conflicto armado interno, caracterizado por enfrentamientos entre la guerrilla y el Ejército.

Una de las estratagemas era colocar bombas en edificios emblemáticos que regularmente albergaban empresas privadas u oficinas estatales. El caos y la confusión no permitían, muchas veces, ubicar a los verdaderos autores de los ataques.

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