Hemeroteca

“Civismo y política, pero no subversión”

El 4 de diciembre de 1970 se publicó el discurso del entonces presidente Carlos Arana Osorio, con motivo de la IX Asamblea Nacional de Municipalidades.

Huehuetenango, sede del Congreso de Municipalidades, en la década de 1970. (Foto Prensa Libre: Internet)

Huehuetenango, sede del Congreso de Municipalidades, en la década de 1970. (Foto Prensa Libre: Internet)

Obviamente, las palabras de Arana Osorio estaban dirigidas contra la insurgencia, que tenía nueve años de haber iniciado en el país.

De hecho, Arana Osorio se propuso acabar con los movimientos guerrilleros que tuvieron su germen en Zacapa y otros departamentos del oriente del país.

El discurso dirigido a los alcaldes del país en aquel lejano diciembre de 1970, y en un departamento golpeado por la guerrilla, deja entrever claramente la posición radical de Arana Osorio y su punto de vista personal sobre la violencia.

Parte del texto decía:
Saludo en este día, aquí en Huehuetenango, a las autoridades municipales de todo el país. Con sumo interés asistimos a inaugurar esta Novena Asamblea Nacional de Municipalidades dentro de la más legítima expresión de la vida institucional de Guatemala. En efecto, en sus respectivas jurisdicciones, a nivel local, el Municipio es la célula de la administración pública, y la Constitución y las leyes hacen de las municipalidades el eslabón local de la institucionalidad democrática de la Nación.

El Gobierno de la República, en cuyos organismos la Constitución deposita la suprema autoridad de la Nación, es también la más completa concreción democrática del país, por cuanto su mandato se sustenta en el resultado del libre ejercicio de la voluntad ciudadana de todos los guatemaltecos, en todos los ámbitos de la República, por medio del voto popular.

En la República, la única autoridad nacional es el Gobierno constitucionalmente establecido; y en sus localidades, también las municipalidades tienen origen y sustento genuino, en las leyes supremas de la Nación.

Es hora ya que los guatemaltecos reconozcamos y respetemos al único medio legal de satisfacer nuestros ideales políticos, constituido por la participación democrática, por medio del voto, en la selección de las autoridades nacionales y locales. El civismo y los actos políticos son válidos, son constructivos, son pacíficos, son respetuosos de los derechos e ideas de los demás, y son el único medio lícito de contribuir sin abuso, al bien común.

Guatemala ha sido convulsionada por la violencia durante muchos gobiernos. Nosotros hicimos la consulta popular, competimos políticamente, y se nos dio el mandato de pacificar al país y llevar seguridad a los hogares de la mayoría de los guatemaltecos que trabajan y luchan por una vida mejor. La violencia es el camino ilegal,  equivocado y fratricida que han escogido las minorías extremistas y comprometidas con intereses no guatemaltecos para hacer “política” y asaltar el poder. Quieren una autoridad ilegítima por asalto, no por aquiescencia ciudadana. Por eso han hecho del robo, del secuestro, del crimen, el sustituto tenebroso del hermoso voto popular. Por eso hacen escarnio de nuestras más nobles instituciones —sociales, educativas, y económicas— y las utilizan de pantalla para sus fines, convirtiéndolas en trincheras e instrumentos políticos.

Pero la respuesta está en marcha. Con los recursos del Estado y por los medios que la propia ley provee, el Gobierno reencauzará la vida política del país. Civismo y competencia política en las urnas electorales, SÍ Violencia y subversión, NO.

Compromiso

Para cerrar su discurso, Arana dijo: Señores Delegados: bajo los más nobles sentimientos del deber; dentro del espíritu más profundo de la historia de Guatemala; y con plena sustentación legal, inauguro por este medio la Novena Asamblea Nacional de Municipalidades y os auguro que bajo el procedimiento más genuinamente democrático, nuestro trabajo aquí —y en el futuro— ha de ser de mucho beneficio y significado para Guatemala.

Puede parecer un discurso añejo –han pasado 46 años desde aquel día- pero en lo atinente al desarrollo municipal todavía hay un largo camino por recorrer. Lo único acertado es que el conflicto armado terminó 26 después de que Arana dirigiera este encendido discurso en Huehuetenango.

ESCRITO POR:

ARCHIVADO EN: