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1991: eclipse total de Sol, el fenómeno del siglo XX

Uno de los más impresionantes espectáculos naturales que se han visto en nuestro país fue el eclipse total de Sol que se produjo un día como hoy 11 de julio de 1991. Así lo contó Prensa Libre.

Foto del eclipse total de Sol, captada por César Espinoza en 1991. (Foto: Hemeroteca PL)

Foto del eclipse total de Sol, captada por César Espinoza en 1991. (Foto: Hemeroteca PL)

Semanas antes al mes de julio la población esperaba expectante el fenómeno celeste, los científicos y aficionados a la astronomía fascinados y otra parte de la población con temor, influida por muchos mitos y creencias que giran alrededor de los eclipses.

El Instituto Nacional de Sismología Vulcanología, Meteorología e Hidrología (INSIVUMEH) se puso en estado de alerta, para realizar estudios y detectar cualquier influencia de este fenómeno en el comportamiento de la tierra. El fenómeno aproximadamente se repite cada 72 años, el anterior eclipse total se había registrado en 1919. Son más frecuentes los eclipses parciales, destacándose los producidos en 1970 y 1973.

El Insivumeh informó en esa ocasión que serían instalados equipos en los volcanes Santiaguito y Pacaya, para medir la influencia en la actividad volcánica; varios sismógrafos de alta resolución en el Puerto de San José, San Marcos, la capital y otras partes, para registrar cualquier variación sísmica. Además de equipo especial para medir el comportamiento de temperatura y depresión de la Tierra y la atmósfera, pues ésta es la única oportunidad que existe, tomando en cuenta los avances de la ciencia y la tecnología.

La proyección científica del paso del eclipse por el mundo iniciaría en las islas de Hawai, viajando a través del Océano Pacífico hasta llegar a Baja California, desplazándose por la zona central de México, luego por el sur de Centroamérica y terminando en las selvas amazónicas de Brasil luego de pasar por Colombia.

La espectacularidad del eclipse está en el momento en que desaparece, en pleno día, la luz del sol, y se da el aspecto “tétrico”. Además de observarse la conducta un poco rara de los animales, que reaccionan de una manera diferente por tener una noche tan próxima y relativamente corta por lo que es normal que se agiten.

El día esperado

El eclipse inició en Guatemala a las 13.35 horas, finalizando a las 16.06, con un tiempo total de 3:25 horas, de las cuales solo 6 minutos fueron de eclipse total en la ciudad capital.

La ciudad de Guatemala se convirtió a la hora del eclipse en una especie de desierto, muchos comercios cerraron durante la tarde, además de la mayoría de establecimientos educativos suspendieron las clases por precaución.

La ausencia total de personas fue notada, por ejemplo, en el concurrido mercado de La Terminal, zona 4, así como en otros centros comerciales, en donde “no había ninguna sola alma” dijo un atemorizado policía mientras se abrigaba por el descenso de la temperatura que produjo el fenómeno solar.

Las señoras se convirtieron en vigilantes especiales, pues se concentraron en sus residencias para cuidar a sus niños y evitar que observaran el fenómeno en forma directa. Las pocas camionetas urbanas que no suspendieron el servicio tuvieron que encender las luces para efectuar sus recorridos.

Los negocios cerraron a las 12 horas y pocos fueron reabiertos después de las cuatro de la tarde. En la Bolívar, el comercio no reabrió sus puertas. Lo mismo ocurrió en la 5a. avenida; incluso, los vendedores callejeros cerraron sus mostradores. Las calles quedaron casi vacías.

En las colonias periféricas de la ciudad se produjeron hechos un tanto singulares, porque daba la idea de que se trataba de pequeños pueblos. Los vecinos cerraron las puertas de sus casas y se concentraron frente a los televisores para observar el fenómeno celeste. Mientras tanto, los perros ladraron durante casi dos horas; las gallinas y las aves silvestres buscaron su nido, como si estuviera anocheciendo.

¡Qué lindo!, ¡Qué bello! repetían las pocas personas que deambulaban por las calles citadinas. Las oficinas del Gobierno quedaron también cerradas.

Creencias

-Mi hija está embarazada. Yo le dije que se encerrara en el cuarto. Ella no vio el fenómeno, ni siquiera por televisión- dijo la señora Francisca Chávez, vecina de la colonia Lomas del Norte, zona 18.

-A mi hijo recién nacido lo envolví en trapos negros y lo encerré bajo llave -dijo la señora Natalia Betancourt, vendedora en un mercado cantonal de la zona 1.

-Mi esposo, que nació el 11 de julio, se confesó ayer y este día permaneció en oración toda la mañana frente al Cristo Negro – dijo la señora Carmina Rodríguez, vecina de la colonia El Limón, zona 18.

-Tuve que “encalar” mi caballo negro para que estuviera blanco y no se muriera por el eclipse – dijo Roberto Orellana, vecino de la aldea Los Chatos (salida al Atlántico).

-Mi hijo, que es “canchito” -expresó el campesino Tuburcio Orellana-, se pintó de negro la cara para que el eclipse no lo quemara.

Todas estas expresiones, que constituyeron hechos reales, son viejas creencias que suelen llevarse a la práctica durante los eclipses de Luna o de Sol. Muchas personas que no creen en esas versiones, al observar el fenómeno cambiaron de idea y actuaron de acuerdo a las antiguas creencias.

En el interior del país

En varias aldeas peteneras se informó que los campesinos hicieron ruido con tambores, cacerolas y gorgoritos durante el tiempo del eclipse. Algunos piensan que “estos hechos sólo anuncian periodos de muerte y de dolor, mientras que otros consideran que el mundo está por llegar a su final”.

En los municipios de San Francisco y La Libertad, según corresponsales, las señoras se concentraron en las iglesias y oraron varias horas. En San Benito se produjo el contraste, pues muchos vecinos se reunieron con sus amigos para “echarse los tragos y se olvidaron totalmente del eclipse”.

En algunas poblaciones indígenas, el acontecimiento fue alegría, por eso al momento de hacer crisis el eclipse total, quemaron cohetillos. Los descendientes poqomanes consideran el eclipse como un encuentro de la luna y el sol en un hecho sublime en la humanidad, instante trascendental de un romance que los artesanos han dejado plasmados en sus trabajos en el curso del tiempo.

El eclipse fue visto por lo menos tres generaciones de una misma descendencia; lo disfrutaron los abuelos, los hijos y los nietos, muchos de ellos sin la esperanza de verlo nuevamente.

Arrepentimiento

El sacerdote José María Ruiz Furlán, más conocido como el “padre Chemita”, dijo que sin lugar a dudas este eclipse es un aviso para los pecadores, quienes deben confesarse y dar su diezmo a las iglesias. “Es tiempo que las ovejas retornen al redil y actúen conforme a los 10 mandamientos. Yo estoy muy arrepentido de todos mis pecados. Viajaré a Roma y pediré perdón de rodillas al Santo Padre, Juan Pablo II. Es tiempo de cambiar”. Indicó Chemita mientras observaba con sus lentes especiales el fenómeno.

El eclipse, para gran parte de los guatemaltecos, fue un verdadero espectáculo que nunca volvieron a observar. Y usted querido lector también recordará este inolvidable hecho. Comparta con nosotros sus vivencias de ese día.

https://www.youtube.com/watch?v=Gc7Fa3B-bbQ

La Televisión Nacional transmitió en directo el evento astronómico en 1991. (Video: Youtube)

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