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De Roma 1960 a México 1968

Roma acogió los XVII Juegos Olímpicos con una destacada asistencia de países, 83 frente a los 67 que acudieron cuatro años antes a Melbourne. 

El atleta polaco Kryzskowiak entra en la primera posición en el final de la carrera de los 3 mil metros en los Juegos Olímpicos de Roma 1960. (Foto: Hemeroteca PL)

El atleta polaco Kryzskowiak entra en la primera posición en el final de la carrera de los 3 mil metros en los Juegos Olímpicos de Roma 1960. (Foto: Hemeroteca PL)

La cita de 1960 contó con una novedad sobresaliente: la televisión. Fueron los primeros Juegos cuyas pruebas se retransmitieron para Europa a través de Eurovisión.

Como en Australia, el dominio en el medallero fue de la Unión Soviética, que superaron a los estadounidenses en más de una treintena de medallas.

Cuatro participantes en los Juegos de Roma alcanzaron la gloria deportiva. El después famoso Cassius Clay fue oro en boxeo; la atleta estadounidense Wilma Rudolph, conocida como la “gacela negra”, consiguió tres medallas de oro, la gimnasta soviética Larissa Latynina, con otros tres oro y el maratonista etíope Abebe Bikila.

Tokio 1964: primeros de la modernidad

La XVIII edición de los Juegos Olímpicos se celebró por primera vez en Asia, ciudad que fue elegida veinticuatro años antes para los Juegos de 1940, que al final no se disputaron por culpa de la Segunda Guerra Mundial.

En lo deportivo, el duelo entre la Unión Soviética y Estados Unidos, que se decantó de nuevo para los soviéticos, (96 frente a 90), aunque los estadounidenses se colgaron más oros (36 a 30).

El deportista más laureado de los Juegos procedió de la piscina olímpica, donde el nombre del estadounidense Don Schollander fue el más pronunciado. Schollander ganó cuatro oros y no consiguió una quinta al ser excluido del relevo 4 x 100 estilos, ganado también por los estadounidenses.

Cuatro deportistas consiguieron en Tokio su tercera medalla de oro consecutiva: el norteamericano Al Oerter, en lanzamiento de disco; la australiana Dawn Fraser, en natación; el soviético Vyacheslav Ivanov, en remo y el alemán Hans Winkler, en hípica.

México 1968: Beamon y Fosbury

México acogió los primeros Juegos celebrados en una ciudad de habla hispana, una edición recordada principalmente por el estratosférico salto de longitud de Bob Beamon. El estadounidense “voló” hasta los 8.90 metros, un récord del mundo que estuvo vigente durante 23 años hasta que otro estadounidense, Mike Powell (8.95 metros) lo batiera en el Mundial de Atletismo de Tokio en 1991.

En México abundaron las plusmarcas mundiales y olímpicas, 44 en total, una gesta empañada por los sangrientos sucesos ocurridos en la Plaza de las Tres Culturas de la capital mexicana.

En lo deportivo, la altura de la capital mexicana (2,240 metros) suscitó muchas críticas, al considerar algunos países que perjudicaba sensiblemente a las pruebas de fondo, como sucedió.

Otro célebre atleta de los Juegos de México fue el estadounidense Richard Fosbury, oro en salto de altura, récord olímpico con 2.24 metros, pero con la peculiaridad de hacerlo de espaldas.

Estos Juegos también sirvieron como escaparate mundial para reivindicar el poder negro, actitud que tuvo su culminación cuando Tommie Smith y John Carlos, oro y bronce en 200 metros, subieron al podio a recoger sus medallas vestidos de negro, con unas zapatillas de atletismo en una mano y la otra enfundada en un guante negro, con el puño cerrado y en alto, lo que les supuso su expulsión de la Villa Olímpica.

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