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Juan Pablo I muere súbitamente en 1978

Un día como hoy 28 de septiembre de 1978, a tan solo 33 días de haber sido electo, fallecía en los aposentos papales Juan Pablo I, sucesor de Paulo VI.

Titular de Prensa Libre del 29/09/2015. (Foto: Hemeroteca PL)

Titular de Prensa Libre del 29/09/2015. (Foto: Hemeroteca PL)

El cardenal Albino Luciani (nombre de pila del pontífice), de 65 años, murió de un ataque al corazón mientras dormía, según fuentes vaticanas. Su muerte no fue descubierta hasta las 5.30 de la mañana, hora de Roma.

“El médico del Papa, que acudió inmediatamente, estableció que la muerte seguramente ocurrió hacia las 11.00 p.m. del 28 de septiembre, causada por un repentino ataque cardiaco”, dijo Radio Vaticano.

El Vaticano dijo que el secretario privado de Juan Pablo I descubrió el cuerpo unas seis horas y media después de su fallecimiento. “Esta mañana hacia las 5.30 horas, el secretario privado del Papa, padre Nagee, entró en su dormitorio. Al no encontrarle como de costumbre en su capilla, fue a su habitación y lo halló muerto en la cama con las luces encendidas, como si estuviese leyendo”, dijo el Vaticano.

La Extremaunción “Sub conditionen” la administró monseñor Canisio Van lierde, junto con el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal francés Jean Villot y el jefe de ceremonias, monseñor Virgilio Noé.  La bandera papal, blanca y amarilla, fue inmediatamente colocada a media asta.

Luciani, que comenzó su pontificado con simplicidad y humildad, negándose a ceñirse la triple tiara pontificia en su coronación, fue designado 19 días después de la muerte de Paulo VI. Los cardenales de la Iglesia solo necesitaron cuatro votaciones para elegir al Papa, anteriormente cardenal de Venecia, Albino Luciani.

Al propagarse la noticia de su muerte por el mundo, los católicos reaccionaron con pena y sorpresa. “Seguramente sumirá a la iglesia en más remolinos”, dijo un sacerdote al conocer la noticia, “porque parecía una elección fácil y popular y no creo que esta vez volverá a repetirse eso”.

La noticia sobre la muerte del Pontífice circuló rápidamente por las radios italianas y 30 minutos después unas 7 mil 500 personas, en su mayoría monjas y sacerdotes, se congregaron en la Plaza de San Pedro para rezar por su alma. Varias monjas decían sus plegarias de rodillas entre sollozos, mientras las campanas de la Basílica llamaban a duelo. La Policía comenzó a colocar barreras de seguridad en torno a la Plaza para controlar a la multitud.

Sede vacante

Monseñor Villot, quien además era chambelán o camarlengo nombrado por el difunto Papa, asumió inmediatamente la dirección de la Iglesia Católica, y comenzó a notificar a los cardenales la trágica noticia, convocándolos al mismo tiempo a Roma por segunda vez en dos meses para elegir al Sucesor de Pedro. Villot se entrevistó con Juan Pablo I la noche anterior para tratar asuntos eclesiásticos. Indicó que el Papa parecía sereno y en buena salud.

Carismático

El Papa Juan Pablo I se ganó el corazón de millones de personas durante su breve pontificado de 33 días, el más corto del siglo veinte, con su estilo pausado y poco convencional, y durante el cual infundió un nuevo sentido de optimismo en la Iglesia Católica. Pero el desaparecido Pontífice, quien después de su elección prometió que habría cambios, murió antes de que pudiera hacerle frente a los muchos problemas que enfrentaba la Iglesia.

“Solo tuvo tiempo para ser amado”, dijo un alto funcionario de la Iglesia después de que el Papa falleciera inesperadamente. Su trágicamente efímero pontificado será recordado por los cambios en el estilo para conducir el papado, que hizo enarcar las cejas a algunos cardenales conservadores, pero fue recibido en general con el beneplácito de la Iglesia.

El difunto Papa omitió los fastos de una coronación papal, habló a los fieles en primera persona en lugar de emplear el tradicional nosotros, bromeó, contó anécdotas y exhibió una casi permanente sonrisa, sin excluir las carcajadas en algunas ocasiones. “Trató de que el papado estuviese imbuido de humanidad, de verdadera humanidad y lo logró”, expresó el secretario de un cardenal italiano.

Los críticos adivinaron en él una tendencia a evitar cualquier tema político o social y enfatizar sobre todo en divulgar la palabra de Cristo y la promesa de vida eterna. En dos oportunidades el Papa advirtió a los fieles que no confundieran la política con la religión y censuró enérgicamente la teología de la liberación que era pregonada en América Latina en ese tiempo, y la cual intenta combinar la enseñanza religiosa con la justicia social.

Autopsia y dudas

Los restos del Papa Juan Pablo I no fueron sometidos a una autopsia porque tal procedimiento no está previsto en el documento oficial eclesiástico que regula los detalles del fin de un Papado, informaron fuentes vaticanas. Varios médicos italianos habían opinado que la descripción oficial vaticana atribuyendo la muerte de Juan Pablo I a un ataque cardiaco no estaba basada en suficiente evidencia médica y expresaron que era necesaria una autopsia.

Fuentes oficiales dijeron que el documento Romano Pontífice Eligendo escrito por el extinto Paulo VI y dado a conocer en 1975 no estipula la realización de autopsias a la muerte de un Pontífice. Las fuentes añadieron que el cadáver del Papa fue examinado por el médico oficial del Vaticano, doctor Renato Buzzonetti y por quien fuera médico personal del Pontífice en Venecia, poco después de descubrirse que había muerto la noche del día 28 de septiembre.  El examen de los médicos es suficiente y no son necesarios otros procedimientos adicionales, afirmaron las fuentes.

El diagnóstico oficial indica que Juan Pablo I murió por un infarto agudo de miocardio. No todos estuvieron de acuerdo y surgió con el pasar del tiempo la versión de que el ex Patriarca de Venecia había sido asesinado por una conspiración de altos prelados (encabezados por el secretario de Estado, cardenal Jean Villot), combinados en el magnicidio con la masonería y hasta con la mismísima mafia siciliana.

El periodista inglés David Yallop escribió un famoso libro (En nombre del Señor, 1984) en el que denunció que Juan Pablo I había sido asesinado. Aquella obra desató un gran escándalo. Años después apareció otro libro que abona la hipótesis conspirativa. Esta vez su autor fue el sacerdote español Jesús López Sáez. La teoría conspirativa sostiene que el Papa gozaba de excelente salud, que tenía la presión baja y que no estaba abrumado por los deberes de Pontífice, como se dijo después de su muerte. Los conspiradores se las habrían ingeniado para colocar una dosis para caballo de un fármaco vasodilatador, que provocó un colapso cardiocirculatorio fatal, según Yallop.

Tras dos días de deliberaciones en el cónclave, el segundo en menos de dos meses en 1978, resultó elegido el sucesor de Juan Pablo I, el cardenal polaco Karol Wojtyla, quien tomó el nombre de Juan Pablo II para honrar la memoria de su antecesor.  Luciani sería hasta el momento el último papa italiano. En 2003 se inició el proceso diocesano de su beatificación.

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