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La erupción en Tonga fue más potente que la bomba de Hiroshima, según la NASA

La erupción volcánica en Tonga que provocó un tsunami fue cientos de veces más poderosa que la bomba atómica que Estados Unidos lanzó sobre Hiroshima durante la Segunda Guerra Mundial, afirmó la NASA.

La erupción arrojó material a una altura de hasta 50 km. Esta foto de la explosión fue tomada por un astronauta en la Estación Espacial Internacional. (CONSULADO DEL REINO DE TONGA)

La erupción arrojó material a una altura de hasta 50 km. Esta foto de la explosión fue tomada por un astronauta en la Estación Espacial Internacional. (CONSULADO DEL REINO DE TONGA)

La erupción “borró” una isla volcánica al norte de la capital de Tonga, Nuku’alofa, agregó la agencia.

Tonga dice que más de las cuatro quintas partes de la población se ha visto afectada por el tsunami y la caída de cenizas.

Se confirmó además la muerte de tres personas en el tsunami de la semana pasada.

Antes de la erupción, la isla volcánica conocida como Hunga Tonga-Hunga Ha’apai consistía de dos islas separadas unidas por una tierra nueva formada en 2015.

La NASA señaló que la erupción fue tan poderosa que desapareció la tierra nueva, junto con “grandes trozos” de las dos islas más antiguas.

Una explosión “ultrasurtseyana”

Jim Garvin, científico jefe del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, venía estudiando desde 2015 con sus colegas la formación de tierra nueva por erupciones en Hunga Tonga-Hunga Ha’apai.

La isla es la parte más alta de un gran volcán submarino que se eleva 1,8 kilómetros desde el lecho de océano, tiene 20 kilómetros de ancho y está coronado por una caldera submarina de 5 kilómetros de diámetro.

“Esta es una estimación preliminar, pero creemos que la cantidad de energía liberada por la erupción fue equivalente a entre 4 y 18 megatones de TNT”, señaló Garvin, según informó la NASA.

“Ese número se basa en cuánta tierra se eliminó, qué tan resistente era la roca y qué tan alta era la nube de erupción que fue lanzada a la atmósfera en un rango de velocidades”.

La explosión liberó cientos de veces la energía mecánica equivalente a la explosión nuclear de Hiroshima.

A modo de comparación, los científicos estiman que el Monte St. Helens explotó en 1980 con 24 megatones y Krakatoa en 1883 con 200 megatones de energía.

Las explosiones del 15 de enero arrojaron material a una altura de hasta 40 kilómetros y posiblemente hasta 50 kilómetros, cubriendo las islas cercanas con cenizas y provocando olas de tsunami destructivas. Un astronauta a bordo de la Estación Espacial Internacional tomó una foto de la ceniza sobre el Pacífico Sur.

La NASA explicó que la temperatura o magma suele superar los 1.000 grados centígrados, mientras que el agua de mar está más cerca de los 20°C.

La mezcla de los dos puede ser increíblemente explosiva, particularmente en el espacio confinado de una cámara de magma.

“Esta no fue una erupción estándar surtseyana debido a la gran cantidad de agua que tuvo que estar involucrada”, afirmó Garvin.

Garvin afirmó que algunos de sus colegas en vulcanología “piensan que este tipo de evento merece su propia designación. Por ahora, lo llamamos extraoficialmente una erupción ‘ultrasurtseyana'”.

Tierra nueva que desapareción con la erupción
NASA
La NASA venía monitoreando desde 2015 la formación por erupciones de tierra nueva como la de la imagen, que había unido dos islas en el archipiélago de Tonga.

Emergencia en Tonga

La emisión generalizada de cenizas volcánicas, gases y partículas de la erupción sigue siendo un gran desafío para autoridades de Tonga.

Inmediatamente después de la erupción y el tsunami, se temía que las fuentes de agua hubieran sido contaminadas por la espesa capa de ceniza, aumentando el riesgo de enfermedades como el cólera y la diarrea.

Sin embargo, funcionarios locales señalaron que las pruebas tomadas en los últimos días mostraron que el agua subterránea y el agua de lluvia eran seguras para beber.

Sin embargo, las cenizas volcánicas finas continúan representando un riesgo para la salud pública. La exposición a estas partículas podría causar dificultades respiratorias, afectar el sistema cardiovascular e irritar los pulmones, los ojos y la piel.

El gobierno señaló que 62 personas en Mango, una de las islas más afectadas, debieron ser reubicadas a la isla de Nomuka “después de perder sus hogares y todas sus pertenencias personales”.

Sin embargo, las autoridades aclararon que muchos de esos residentes podrían ser trasladados nuevamente a la isla principal, Tongatapu, debido a la falta de alimentos y suministros.

El gobierno agregó que hubo menos de dos docenas de heridos, en su mayoría de Nomuka. La clínica en esta isla fue arrasada por el tsunami y los rescatistas tuvieron que instalar un hospital de campaña.

Barcos y aviones con ayuda extranjera han estado llegando a Tonga desde la semana pasada, después de que los lugareños finalmente pudieran limpiar la única pista de aterrizaje del aeropuerto de la isla.

Nueva Zelanda y Australia han liderado la respuesta internacional, utilizando sus portaaviones de la fuerza aérea y naval para hacer entregas sin contacto humano de suministros como agua, alimentos, productos de higiene y tiendas de campaña, así como equipos de reparación de telecomunicaciones y tratamiento de agua.

El remoto archipiélago estuvo aislado durante cinco días debido a que las explosiones cortaron el único cable marítimo de fibra óptica que lleva internet a la isla.

La semana pasada se restableció una línea telefónica irregular, lo que permitió “llamadas telefónicas internacionales limitadas”.

Pero incluso la comunicación entre Tongatapu, la isla principal, y las islas exteriores del archipiélago sigue siendo “un gran desafío”, según un comunicado del gobierno de Tonga.

La llegada de ayuda extranjera ha acelerado enormemente el flujo de información desde la isla afectada.

Debido a los temores de covid, el trabajo de ayuda aún lo llevan a cabo los residentes a través de grupos como la Cruz Roja. Tonga, que está libre de covid-19, ha solicitado que ningún trabajador humanitario extranjero aterrice en el país para evitar un brote.

Sin embargo, el representante de la ONU en la región, Sione Hufanga, le dijo a la BBC que eso podría cambiar dada la magnitud de los daños.