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¿Diplomacia de chequera? Por qué la mayoría de los países de Centroamérica no rompe relaciones con Taiwán a favor de China, como hizo Panamá

"Un país al que ya no podemos ignorar". Así describió a China en junio de 2007 el entonces presidente de Costa Rica, Óscar Arias, para justificar su decisión de establecer relaciones con el gigante asiático en detrimento de Taiwán.

Costa Rica fue el primer país centroamericano que le han dado la espalda a Taiwán para establecer relaciones con China. (Foto Prensa Libre: AFP)

Costa Rica fue el primer país centroamericano que le han dado la espalda a Taiwán para establecer relaciones con China. (Foto Prensa Libre: AFP)

Y argumentos muy similares utilizó este lunes el presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, cuando anunció que su país también había decidido romper sus vínculos con Taipéi en favor de Pekín.

“Hasta el día de hoy la República de Panamá carecía de relaciones diplomáticas con la República Popular de China, un Estado que por sí solo representa el 20% de la población mundial y constituye la segunda economía más grande del mundo”, recordó Varela.

“Esta es una situación que un mandatario responsable no podía seguir perpetuando”, se justificó.

La decisión parece haber sacudido a las autoridades taiwanesas, pero para muchos la verdadera sorpresa no es tanto que Panamá haya optado por estrechar vínculos con quien también es el segundo usuario más importante de su canal interoceánico, sino que haya tardado tanto en hacerlo.

¿Y por qué todavía no han hecho lo mismo los otros países de Centroamérica, donde todavía se concentra buena parte del limitado apoyo diplomático con el que cuentan las autoridades en Taipéi?

Cinco de 20

Efectivamente, con la deserción panameña ya son nada más 20 los países que reconocen a Taiwán como Estado soberano y cinco de ellos están en Centroamérica: Guatemala, Belice, Honduras, Nicaragua y El Salvador.

Y esta decisión no les permite tener relaciones diplomáticas con China, que considera a la isla una provincia renegada y ha hecho de su aislamiento internacional uno de los pilares de su política exterior.

Los países centroamericanos, sin embargo, decidieron no reconocer a las autoridades de Pekín luego de que estas se quedaran con el asiento de China en Naciones Unidas en 1971, en buena medida por el anticomunismo de los gobernantes de turno.

Y luego Taiwán se encargó de cultivar la relación a punta de chequera, al punto de que en la región abundan las evidencias de la generosidad de Taipéi.

“En Nicaragua la mitad de los edificios públicos fueron pagados por Taiwán. También es el caso de la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores de El Salvador”, le dice a BBC Mundo Colin Alexander, autor del libro China y Taiwán en Centroamérica.

Según el profesor de la Universidad de Nottingham Trent, durante casi toda la Guerra Fría -y hasta bien entrados los 90- Taiwán también fue una importante fuente de apoyo financiero para las diferentes cancillerías de la región.

Y los escándalos de corrupción como el del expresidente Alfonso Portillo, en Guatemala, o el de la denominada “Cuenta Taiwán”, que involucra a varios exmandatarios salvadoreños, también dan una idea del alcance de su cooperación.

Según Alexander, aunque Taiwán niega seguir practicando la 'diplomacia de chequera', la práctica -si bien no tan prevalente como antes- se mantiene.

Y un factor igual de importante tal vez sea que el mayor pragmatismo chino también le permite a los centroamericanos no tener que elegir entre las oportunidades económicas vinculadas al crecimiento de China y el dinero facilitado por Taiwán.

Flexibilidad china

Efectivamente, como destaca Alexander, China se ha vuelto más flexible en su política exterior y prioriza lo económico por encima de lo ideológico.

“Un buen ejemplo es que apoyó la expansión del Canal de Panamá antes del restablecimiento de relaciones”, recuerda el experto, para quien el eventual apoyo de Pekín a proyectos como el de un ferrocarril interoceánico en Honduras o un nuevo canal por Nicaragua no necesariamente pasan por la ruptura de relaciones con Taiwán.

De hecho, para Alexander, no hay que perder de vista que en materia de política exterior, lo que verdaderamente le importa a China es su relación con Taiwán, en la que los países centroamericanos son meras piezas.

Y, como ejemplo, recuerda que en 2009 tanto Panamá como El Salvador trataron de restablecer relaciones con China, y fue la propia Pekín la que les dijo que no.

La razón fue que en ese momento existía una especie de “tregua diplomática” con Taiwán propiciada por la llegada al poder de un partido menos hostil a la idea de una sola China que el nacionalista Partido Democrático Progresista.

Así que el regreso de esta agrupación al poder, el año pasado, podría presagiar otras deserciones, como la que ya consumó Panamá.

¿Efecto dominó?

En el caso centroamericano, Alexander cree que el candidato más probable es El Salvador, por los lazos históricos y afinidades ideológicas entre el gobernante FMLN y el gobierno comunista de Pekín.

Y el menos probable, Guatemala, que en enero de este año condecoró la Orden del Quetzal -el máximo galardón del país- a la actual presidenta taiwanesa, Tsai Ing-wen.

“Seguramente el gobierno de Taiwán está bastante preocupado. Pero la pregunta que verdaderamente importa no es si otros países van a abandonar a Taiwán, sino ¿qué cambiaría si Taiwán se queda sin aliados?”, dice Alexander.

“Y la respuesta es 'muy poco'. Porque el apoyo que verdaderamente importa es el de EE. UU., la UE”, responde el investigador escocés.

“Los aliados que tiene Taiwán son sus aliados porque no son poderosos. No es coincidencia”, concluye Alexander.

En otras palabras, tal vez a Centroamérica cada vez se le dificulte más ignorar a China.

Pero no pasa lo mismo al revés.

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