Se trata de Joao Pimenta da Silva, quien vivía en el municipio de Ipatinga, en el Estado brasileño de Minas Gerais.
Según la publicación de 20minutos.es, el hombre soñó con un espíritu que aseguraba que bajo su vivienda había oro.
Esto llevó a Joao a cavar un pozo de unos 40 metros de profundidad en su cocina, pero al final cayó en este y murió.
Según ha explicado un vecino de da Silva al medio brasileño G1, da Silva se tardó más de un año cavando el pozo y llegó a contratar a varias personas para su excavación.
Les pagaba unos 13 euros por día cuando comenzaron la obra pero, a medida que se fue haciendo más profundo, los costes fueron aumentando y da Silva cada vez encontraba menos mano de obra.
Ante esto, llegó a ofrecer hasta unos 92 euros diarios a cualquier persona que se uniera a la tarea de entrar al pozo y seguir quitando tierra.
En los últimos días, da Silva se había obsesionado además con una piedra que se había topado en el fondo de su pozo y que no podía mover.
“Había rumores de que estaba considerando usar dinamita”, afirmó uno de los vecinos.
“En una de las tantas veces que el hombre se asomó al agujero para buscar algún indicio de ese metal precioso, perdió el equilibrio y cayó”, informó el medio brasileño, que confirmó que la caída le provocó “una muerte inmediata” al sujeto.
Según el parte policial, da Silva sufrió “politraumatismos, fracturas expuestas en ambas piernas, fractura de cadera, laceración en abdomen y tronco, además de traumatismo craneoencefálico severo”.
Además, los bomberos que atendieron la emergencia certificaron que el equipo que utilizaba era muy “arcaico”, pero que el hombre tenía conocimientos en excavaciones porque el pozo mostraba una “perfección” en su corte vertical.