Metas de la minoría

en la que se encuentre dentro de 12 meses dependerá en buena medida de lo que decida ante esa disyuntiva.

Los pesimistas de siempre le dirán que ponerse propósitos a principios de año es una quimera. Que todo el mundo lo hace pero que solo les duran unas semanas o a lo más un par de meses y que tarde o temprano todos los habrán olvidado y seguirán “en neutro” el resto del año hasta que llegue nuevamente la temporada de ponerse metas. Le contarán cómo el mes de enero es el “agosto” de los gimnasios, ya que mucha gente se inscribe como propósito de año nuevo, pero que la mayoría no llega ni a la Semana Santa. Y así, le mencionarán las mil y unas razones por las cuales consideran que esta es una práctica fútil.

Lo que no le dirán es que eso, en efecto, le sucede a la mayoría de personas, pero no a todas. Hay quienes sí tienen la suficiente disciplina para perseguir sus sueños y metas. No hay que escarbar mucho para encontrarlas. En los mismos gimnasios que le presentan como evidencia, se pueden encontrar a las personas que no desistieron sino que persistieron. De hecho, son quienes sostienen en el largo plazo a los gimnasios, que no podrían sobrevivir solo con la bonanza de principios de año.

Lo que también es cierto es que no son la mayoría. Son la minoría. Pero generalmente es la minoría que es exitosa, que prospera, que vive saludablemente hasta bien entrada la vejez, que vive feliz. Son de los que nos enteramos en las noticias por sus éxitos, sean empresariales, educativos, deportivos, artísticos o de cualquier otra índole. Son, en general, a quienes podemos poner como ejemplos a seguir.

La diferencia entre el éxito y el fracaso, entre la felicidad y la amargura, puede depender de algo tan sencillo como ponerse metas y perseguirlas hasta lograrlas. Si revisa la trayectoria de las personas más ejemplares, en cualquier ámbito de la vida, encontrará que como regla general —que no quita que no haya contadas excepciones— no llegaron a ser lo que fueron por golpes del azar, sino como consecuencia de mucho esfuerzo bien enfocado.

Y los objetivos que se proponga no tienen necesariamente que ser financieros —aunque haría bien en tenerlos—, sino que pueden ser de muchos otros tipos. Desde leer un libro, aprender un nuevo idioma, conocer algún lugar al que siempre quiso viajar, caminar media hora todos los días, hasta correr la maratón de Boston, participar en una Ironman, escribir un libro o poner una nueva empresa. El cielo es el límite. ¿Será usted parte de esa minoría? ¿Será el capitán de su propio destino? ¿O simplemente se dejará llevar por la corriente?

 @jjliber

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