EDITORIAL

Aliados silenciosos

Los presidentes de los países del Triángulo Norte de Centroamérica insisten en ver una manipulación detrás de la masiva movilización de centroamericanos que pretenden encontrar asilo en Estados Unidos. Van a redoblar sus intentos por que Washington y México se unan en la búsqueda de los responsables, aunque poco dicen de las causas de ese éxodo.

No es cierto que tengan alguna preocupación por los migrantes, pues en el fondo, con sus irresponsables actuaciones, son quienes más han contribuido en acrecentar los niveles de pobreza, de desnutrición y corrupción en estos países, que cada vez se vuelven más ingobernables.

Han sido incapaces siquiera de conseguir una reunión con el primer mandatario de Estados Unidos para discutir la problemática y en el caso de Guatemala más bien se ha llegado a pagar a empresas de cabildeo para frenar la lucha contra la corrupción, lo cual desvirtúa cualquier mensaje que se pretenda dar en la supuesta búsqueda de soluciones, pues junto a la impunidad es una de las mayores causas del aumento del pillaje.

Antes de lograr una reunión formal con el presidente estadounidense para discutir la problemática regional, fue él quien dio el primer paso hacia las hostilidades, al anunciar que daba por terminado el Programa de Protección Temporal para hondureños, nicaragüenses, salvadoreños y haitianos. Un duro golpe para miles de familias y de graves repercusiones socioeconómicas.

Por lo que más debieran preocuparse de esa situación es que gracias a los migrantes el ingreso de dólares sigue siendo un poderoso bastión de la economía guatemalteca, pues esta semana se dio a conocer que el envío de remesas tuvo un aumento del 12.62 por ciento, en comparación con los primeros diez meses del mismo periodo de 2017, de acuerdo con estadísticas dadas a conocer por el Banco de Guatemala.

Entre enero y octubre de este año, los migrantes radicados en Estados Unidos, la mayoría de ellos de manera irregular, enviaron al país 7 mil 687 millones de dólares; 861 millones de dólares más que el año anterior, aunque eso no tiene el menor mérito para las autoridades.

La cifra es de enorme importancia porque, según estimaciones de la Organización Internacional para las Migraciones, ese ingreso de remesas representa el 10 por ciento del producto interno bruto de Guatemala y constituye el principal rubro de ingreso de divisas.

Con las represivas políticas que ha puesto en marcha el Gobierno de Estados Unidos, eso representa un factor de alto riesgo y sobre esa problemática sí debería existir un enorme esfuerzo de cabildeo para mitigar los riesgos, porque ninguno de esos países podrá encarar el desafío de recibir a miles de deportados y dejar de percibir esos recursos.

Las cifras de las deportaciones van en aumento y en la región no se perciben esfuerzos serios por atender una demanda creciente de oportunidades, lo cual explica por qué por primera vez miles de personas han desafiado todo peligro para abandonar sus países.

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