CON OTRA MIRADA

Ante la adversidad

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Una vez el señor Trump tomó posesión del cargo, aplicó sus amenazas de campaña, convirtiéndolas en alarma. Destaca su ataque a los migrantes, cual si EE. UU. no fuera efecto de su esfuerzo, así como el inexcusable olvido de su historia familiar y el origen de su última esposa. La razón: el color de la piel.

Junto a ese trauma xenófobo y su afán por proteger la industria, la producción local y a sus homólogos empresarios, rechaza el nivel de globalización alcanzado por la humanidad, pudiéndose prever que el resultado de sus decisiones será contrario a lo esperado. En tanto lucubra un mundo a su medida, las consecuencias le traen sin cuidado. La crítica de sus vecinos fue inmediata, como la de todos los demás; cómo la encajará, lo veremos en breve.

Para los guatemaltecos, los efectos negativos son predecibles, dada nuestra fragilidad social, urbana, económica y estructural.

Como sabemos, las remesas familiares que envían los miles de connacionales que trabajan legal o ilegalmente en aquel país supera los ingresos de nuestros mejores productos de exportación, lo que es una vergüenza. Tan crítica condición nos retrata como una patria miserable, incapaz de producir lo suficiente para vivir y generar riqueza. Una nación que desdeña a sus hijos negándoles las condiciones mínimas para vivir en condiciones decentes, sin acceso a salud, educación y desarrollo. Una sociedad con ciudadanos de despreciable segunda, tercera y cuarta clase, a quienes exportamos en calidad de mano de obra barata, la que, además y contradictoriamente, nos mantiene y aceptamos.

La adversidad a la que nos enfrentamos no ha sido detectada por los organismos del Estado ni por funcionario público alguno, cuya gestión se verá en apuros cuando la deportación de conciudadanos haga crisis. Según expertos en temas urbanos y planificación territorial, la ciudad capital se convertirá en el primer destino en búsqueda de fuentes de trabajo que no encontrarán en sus lugares de origen, que fue la razón por la que se fueron.

Lo ocurrido en el lapso de 10 años, entre el terremoto de 1976 y los primeros retornados de la guerra interna, será un pálido referente. Fueron unas 800 mil personas asentadas en terrenos baldíos y barrancos a quienes se atendió pobremente en sus demandas de vivienda y servicios, hoy manifiestos en más de 230 asentamientos precarios del Área Metropolitana.

Ante tal panorama hay al menos dos opciones. Una, que el Estado ejerza su función de planificador del territorio y promotor de políticas públicas tendentes a garantizar el bienestar general, facilitando la creación de nuevas empresas. La segunda, atendiendo esas políticas públicas, que los dueños de la tierra y los empresarios, viejos y de nuevo cuño, enfoquen sus esfuerzos en la generación de fuentes de trabajo que satisfaga las necesidades internas al tiempo de generar su propia riqueza.

Nuestro potencial y el de sus habitantes han quedado manifiestos en sinfín de oportunidades, por lo que me parece que la actual adversidad ofrece la oportunidad de reinventarnos como Nación.

jmmaganajuarez@gmail.com

ESCRITO POR:

José María Magaña

Arquitecto -USAC- / Conservador de Arquitectura -ICCROM-. Residente restauración Catedral Metropolitana y segundo Conservador de La Antigua Guatemala. Cofundador de la figura legal del Centro Histórico de Guatemala.

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