Meta humanos
El vuelo hacia adentro
Se requiere de muchas personas involucradas en acciones y proyectos que aporten soluciones con liderazgos diversos.
Como hábito natural, suelo observar mucho a mi alrededor, por el placer de imaginar o entender las infinitas posibilidades de lo que ocurre en mi cotidianidad. Es increíble lo mucho que puedes entender sobre cómo funciona una comunidad desde sus caminatas, charlas, comida, tráfico, mercados, diseño, etc.; una mirada hacia lo externo, lo ajeno. El observar hacia dentro, en todo caso, es diferente, más allá del placer por imaginar, se trata más de un acto por conocerme desde una perspectiva vulnerable, la más auténtica.
Hace falta contagiarnos de motivación para reconocer nuestras fortalezas.
Meses atrás, caí en un vértigo infinito al perder a mi padre. Mi vida cambió de un estado de plenitud a un estado de agonía, al escuchar que el veredicto de los médicos era cáncer. Durante dos meses, el miedo fue tan fuerte que los huesos me dolían constantemente, respirar era denso —literalmente me costaba— y mi espíritu se sentía quebrantado para asimilar que no había más tiempo. A pesar de ello, decidí encauzar toda mi energía y le exigí a mi cuerpo fuerza y coraje para soportar el dolor, para acompañarle en ese último trayecto de esta vida, y así lo hizo hasta su partida.
El tiempo fue confuso, porque todo ocurría tan rápido y, a la misma vez, parecía eterno. Durante los meses siguientes de duelo, no soportaba la idea de asimilar y mucho menos mirar hacia dentro de mí. Me estanqué mentalmente, mi cuerpo se desplomó y mi salud mental llegó a tocar fondo. Llegué a un estado colapsado. Perdí la noción del presente y entre toda esa fatiga surgían las preguntas ¿cómo sigo? y, ahora, ¿con qué motivación? Así comprendí que tenía un nuevo reto de frente: hallar fortaleza en mí, nuevamente.
En la mayoría de los casos, conocerse a uno mismo se trata de un acto que requiere voluntad y mucho respeto ante lo que se ha construido para bien o para mal. Mi voluntad en ese momento fue motivada, porque necesitaba volver a sentir un estado de bienestar. Y, con esta decisión, emprendí un vuelo hacia mis adentros para reconocer los dolores, pero también las fortalezas que podrían ayudarme en el proceso de restauración; avanzando un pálpito a la vez, con un compromiso enfocado en mi salud. Porque el paso siguiente era volver a ser una fuente de bienestar para mi entorno.
Un vuelo: Desde mi enfermedad, hacia mi bienestar / Desde mi fatiga hacia mi fortaleza / Desde mis miedos hacia mi paz.
“El vuelo hacia dentro” debería ser una metáfora sobre el hábito cotidiano para conocer nuestra vulnerabilidad y generar un estado de bienestar trabajando en ella, no solo como personas, sino también como comunidad y país.
¿Cuál sería el diagnóstico de Guatemala? Sin duda, afrontamos retos y métricas complejas, que ponen en riesgo el bienestar de muchas guatemaltecas y guatemaltecos. ¿Cuál es el plan de restauración? Se requiere de muchas personas involucradas en acciones y proyectos que aporten soluciones con liderazgos diversos. Contrario al cáncer, que su fórmula se basa en la introducción de células anómalas que dividen, esa lista de personas debería estar en un crecimiento constante, de manera interconectada, porque necesitamos ampliar el tejido regenerativo que provoca el impacto. Involucrarse es sinónimo de voluntad.
Hace falta contagiarnos de motivación para reconocer nuestras fortalezas ante el estado agónico. Hace falta conectarnos con propósito para recuperar y promover una salud: económica, social y ambiental para los 17.6 millones de guatemaltecos; unos viviendo acá y otros recorriendo el mundo, llevando siempre la eterna primavera en nuestras alas.
Abraham, siempre nos vimos como aves en vuelo.
Recorrer bosques sigue siendo hasta ahora nuestra mayor complicidad, porque aprendimos a navegar a pesar de la adversidad, con gratitud y en dimensiones distintas, juntos.
Te cielo, papá.