CATALEJO
Fachos, chairos y odio a la moderación
Aún no se ha logrado definir dos términos relativamente en el argot nacional, pues aunque no han llegado a la categoría de guatemaltequismos, porque no todos los guatemaltecos los emplean, conocen o entienden, se abren paso a rempujones en el léxico nacional, sobre todo en referencia a calificar posiciones politiqueras y pseudoideológicas. Me refiero a “chairo”, a quien se le considera y se le exige tener una posición “de izquierda”, pero convertido en traidor porque en determinados aspectos está de acuerdo con las posiciones “de derecha”. La otra palabra es “facho”, aplicado a quien debería ser de derecha pero coincide con algunas posiciones de izquierda. Tampoco nadie se ha molestado, por supuesto, por explicar el significado de ese derechismo e izquierdismo.
' La moderación en el pensamiento es condición indispensable para buscar el justo medio aristotélico para lograr el avance real de todo país.
Mario Antonio Sandoval
El pensamiento humano se desliza entre dos extremos. Desde antes de Cristo, Aristóteles definió como ética a la posición intermedia, pero no necesariamente equidistante a la mitad, por imposible. Quien acepta el 51% de algo y no aprueba el 49%, abandona la equidistancia pero entra a la moderación y acepta la imposibilidad de la Verdad absoluta, pero no un relativismo de esta. Esta semana leí dos columnas, una de Phillip Chicola y la otra de Lionel Toriello, de pensamiento distinto pero con análisis serenos, sobre todo, lo cual no implica aceptar la totalidad ni la posición de sus criterios. El primero señaló las numerosas divisiones de ese misterioso concepto de “derecha”, mientras el segundo hace lo mismo con la nebulosa idea de “izquierda”.
Para Chicola, hablar de chairos y fachos banaliza la discusión. En referencia a la derecha, esta no es “ni siquiera una categoría ideológica única”, porque caben “conservadores tradicionalistas, conservadores liberales, liberales clásicos, libertarios, anarco-capitalistas, liberales sociales, ordo-liberales, demócratas cristianos o social cristianos”. A su criterio, al agregar las escuelas económicas, “las permutaciones se vuelven infinitas”. Por su parte, Toriello señala el desarrollo “de lo que se percibe como sesgo izquierdista” y ello “termina coincidiendo, en la práctica, con los intereses de las mafias”. Por eso “es tiempo que entre en escena un auténtico pensamiento liberal, enemigo del abuso del poder y propulsor de un capitalismo incluyente y democrático”.
Los extremos son mellizos, uno blanco y el otro moreno, Ocupan un porcentaje mínimo del espectro social, aunque esté dividido en esos tan sui generis conceptos de izquierda y derecha sin matices. Aceptar algunas ideas izquierdistas no significa aplaudir y apoyar los excesos de la guerrilla y de gobiernos a-históricos como los de Maduro y Ortega. Hacerlo con los criterios de derecha implica sin posibilidad de no caer en traición, aplaudir los abusos contra los sectores de clase social baja de cualquier país. Eso simplemente no es así. Y no lo es porque la experiencia de vida de cada ser humano es distinta, aunque sea en alguna mínima parte. Esa vida le otorga a cada uno una especie de huellas dactilares, irrepetibles, aunque con rasgos similares.
La única manera de lograr un avance para el país consiste en abandonar la simplificación de las ideas, así como las circunstancias históricas. Todos somos hijos de la historia y padecemos de los efectos de la geografía y de los intereses de países de mayor influencia a la nuestra. La Historia se debe conocer con la meta de no repetirla y se debe comprender en base a los cambios causados por el tiempo, esa abstracción de donde emanan las explicaciones de la vida actual. La chairización y fachización del pensamiento guatemalteco es guía segura para el atraso, aunque algunos no puedan o no deseen verlo. El subdesarrollo es demasiado hiriente como para no lograrlo porque la miopía y el orgullo de tener la razón son dos de las causas para nuestra amarga realidad.