Conciencia
Guatemala necesita volver a soñar en grande
Entre desafíos y aprendizajes, el país puede avanzar con integridad y visión hacia un futuro mejor.
Se inician las fiestas navideñas y con ellas los momentos de convivencia y reflexión. Es una época para mirarse con sinceridad y preguntarse qué tanto de lo que nos propusimos logramos cumplir, con un objetivo sencillo pero poderoso, aprovechar lo bueno y aprender de los errores para no volver a cometerlos.
Ha sido un año duro para los guatemaltecos. La sensación de desgaste institucional se hizo evidente. Se percibe que quienes gobiernan ya no lo hacen con sentido de servicio sino con apetito por la tajada. El presupuesto aprobado para el próximo año confirmó esa impresión, un botín sin visión que endeuda a las futuras generaciones y no responde a las necesidades reales de niños, jóvenes y la ciudadanía en general.
Incluso no haber clasificado para el Mundial de Futbol 2026 dejó un sabor amargo. Se cayó una ilusión que por un momento nos unió como pocas veces. Esa mezcla de esperanza y orgullo nacional se esfumó demasiado rápido.
Por eso es tan necesario que soñemos en grande y que aprendamos de quienes han convertido sus metas en realidad. Los modelos son fundamentales para inspirar a las personas, especialmente a los jóvenes, no tanto por la fama sino por el camino recorrido y la claridad con que sostuvieron sus sueños.
Una muestra del talento nacional la vimos en Shark Tank Guatemala, un programa que reveló lo chispudos e innovadores que son muchos guatemaltecos. La primera jornada reunió a más de setecientos participantes y a seis expertos en emprendimiento y negocios. La respuesta muestra que el país tiene energía creativa, ideas sólidas y guatemaltecos decididos a transformar su futuro. Ya se anunció la segunda temporada, un impulso más para quienes quieren atreverse a emprender.
Transformar el país exige imaginar, planificar y actuar con compromiso y visión de largo plazo.
Un ejemplo similar de inspiración lo vimos en los conciertos de Ricardo Arjona, parte de su nueva gira Lo que el Seco no dijo. Sus canciones llenaron nuevamente de alegría al país, pero su historia personal es quizá el mensaje más valioso. Cada vez que relata su recorrido, desde los tropiezos hasta las victorias, ofrece una lección de perseverancia. En diciembre habrá más presentaciones, una oportunidad adicional para recordar que los logros se construyen.
Hace poco asistí a un evento donde se reconoció la trayectoria de un empresario guatemalteco, Guillermo Castillo Villacorta. Una vida plena, marcada por el trabajo bien hecho y el cariño de su familia. Contó que, de joven, un catedrático les pidió escribir una carta desde atrás, imaginar qué deseaban lograr en varias décadas. Hoy puede decir que la mayoría de esos sueños se cumplieron. Estudió en el extranjero, fue catedrático y dirigió con éxito una de las corporaciones más grandes de Centroamérica.
Comentó que en esa carta no había incluido pasar por el servicio público, sin embargo, dedicó ocho años al país. Fue ministro de Economía y embajador en Washington, un funcionario distinguido, respetado por su integridad y trabajo serio. A veces los caminos que no imaginamos terminan siendo los que más aportan.
Un mensaje claro para las nuevas generaciones que desean ser políticos: deben hacerlo con responsabilidad, eficiencia y por su compromiso con Guatemala. Hay políticos a quienes admirar y lo que vivimos en Latinoamérica y el mundo representa una oportunidad para transformar el país. Soñar es vital, pero no suficiente. Hay que imaginar, planificar y actuar.
Los grandes sueños empiezan con la valentía de proponerse algo grande y la disciplina de sostenerlo. Las fiestas pueden ser un buen momento para detenerse, escribir esa carta desde atrás, ordenar prioridades y recuperar la sensación de propósito.
Guatemala necesita ciudadanos que sueñen con firmeza y trabajen con constancia. Cada uno, desde su espacio, puede ser parte del cambio.