Desde Ginebra
Hacia una nueva era del comercio internacional
El panorama comercial está entrando en una nueva fase que promete redefinir las reglas del juego.
Entre 1960 y 1980, Centroamérica adoptó el modelo de sustitución de importaciones, un enfoque que fue diseñado para impulsar la industria produciendo bienes que antes se importaban. A través de incentivos gubernamentales, como las implementadas bajo el Mercado Común Centroamericano, se buscaba reducir la dependencia de productos extranjeros. Este modelo trajo avances significativos, como la modernización de infraestructuras y mejoras en indicadores sociales.
La región transitó hacia un modelo de desarrollo basado en exportaciones de productos no tradicionales.
Las tendencias económicas en Centroamérica durante el proceso de desarrollo se llevaron a cabo bajo un marco teórico que guio las políticas hacia un objetivo específico, similar a una pasarela de modas que presenta tendencias que definen una temporada.
Sin embargo, también generó desafíos, incluyendo una fuerte dependencia de capital y tecnología extranjera, así como déficits comerciales persistentes que limitaron su sostenibilidad a largo plazo.
A partir de la década de 1980, la región transitó hacia un modelo de desarrollo basado en exportaciones de productos no tradicionales. Este enfoque promovió el crecimiento económico mediante la venta de bienes y servicios a mercados internacionales, incrementando la demanda de producción nacional, generando empleo y mejorando la competitividad y el PIB.
Las exportaciones de productos no tradicionales no solo diversificaron las economías centroamericanas, sino que también fomentaron un ciclo virtuoso de crecimiento al reducir barreras arancelarias y no arancelarias mediante la apertura comercial. La adhesión de Guatemala en octubre de 1991 al Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT), y posteriormente, a la Organización Mundial del Comercio (OMC), marcó un hito en esta transición, alineando a los países de la región con la normativa del comercio global.
Sin embargo, el panorama comercial está entrando en una nueva fase que promete redefinir las reglas del juego. Según un artículo de opinión publicado el 7 de agosto de 2025 en el New York Times, el representante comercial de Estados Unidos, Jamieson Greer, anunció el inicio de lo que denomina la “Ronda Trump” en el comercio internacional. Este nuevo régimen arancelario, impulsado por Estados Unidos, utiliza los aranceles como herramienta dual, por un lado, para proteger y fortalecer las industrias domésticas; por otro, como palanca para negociar acceso a mercados extranjeros y atraer inversión internacional a través de acuerdos comerciales específicos.
El señor Greer argumenta que este enfoque establece las bases de un nuevo orden comercial global, contrastando con las ocho rondas de negociaciones multilaterales realizadas bajo el GATT entre 1947 y 1995, antes de la creación de la OMC. Según él, Estados Unidos ha soportado el costo del sistema multilateral de comercio, sufriendo la pérdida de empleos industriales y seguridad económica mientras otros países no han implementado las reformas necesarias para equilibrar la carga. La “Ronda Trump”, por tanto, busca revertir esta tendencia, priorizando los intereses nacionales mediante una combinación de políticas defensivas y acuerdos bilaterales que aseguren beneficios tangibles para la economía estadounidense.
Para Centroamérica, este cambio representa tanto un desafío como una oportunidad. La región, históricamente dependiente de las dinámicas comerciales con Estados Unidos, deberá adaptarse a un nuevo entorno donde las reglas multilaterales ceden espacio a negociaciones más directas y estratégicas. Países como Guatemala podrían verse obligados a reevaluar sus políticas comerciales, buscando diversificar mercados y fortalecer industrias locales para no quedar rezagados en esta nueva era. El comercio internacional está en un punto de inflexión. Mientras la “Ronda Trump” redefine las prioridades globales, Centroamérica tiene la tarea de navegar este terreno con innovación y resiliencia. Solo así podrá convertir los retos de hoy en las oportunidades de mañana, asegurando un lugar en el futuro del comercio mundial.