Punto de encuentro

Hasta siempre, querido Víctor

Un ser humano de esos que se mantienen a lo largo de la vida en el lado correcto de la historia.

Este sábado 2 de agosto repicaron las campanas de la parroquia Nuestra Señora de la Asunción de Asunción Mita, Jutiapa. Lo hicieron en honor y como despedida del querido Víctor Ferrigno Figueroa, quien un día antes inesperadamente falleció. 

Cada vez que se requería apoyar alguna causa justa, ahí estaba Víctor Ferrigno.

Víctor había acompañado al pueblo miteco en la resistencia contra la minería, poniendo al servicio de la comunidad todo su conocimiento jurídico, su compromiso y su solidaridad. No fue la primera vez que el “licenciado” Ferrigno, como cariñosamente le llamaban, acuerpaba a los pobladores en la defensa de sus territorios y sus recursos naturales. Lo había hecho antes en San Marcos, San José Pinula, San Juan Sacatepéquez y Huehuetenango. Siempre del lado de la gente, defendiendo los derechos de las poblaciones más empobrecidas y olvidadas. 

Así era Víctor, un ser humano excepcional, de esos que se mantienen a lo largo de la vida en el lado correcto de la historia. Yo lo conocí casi por casualidad. Me refirieron con él para hacer una entrevista sobre los años de la resistencia estudiantil de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Y allá fui como periodista para conversar con uno de los referentes de la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU), Oliverio Castañeda de León, y del Frente Robin García. Hicimos “migas” casi de inmediato, me impresionó la lucidez de sus reflexiones y la claridad de su análisis político. Una voz firme y ronca, como de locutor, bromeé con él. 

La amistad surgió después, cuando en uno de nuestros encuentros me contó sobre la relación de respeto y cariño que mantuvo con mi padre, el penalista Guillermo Alfonso Monzón Paz. Víctor me relató muchas anécdotas de mi papá, pero una me quedó grabada: fue él uno de los pocos profesores que se atrevió a firmar sus casos en el Bufete Popular de la Universidad. Eran tiempos recios aquellos y firmar un habeas corpus o un alegato a favor de personas desaparecidas equivalía a firmar una sentencia de muerte. Víctor siempre se refirió a él como “mi maestro”.  

Y para mí, Víctor Ferrigno también fue un maestro. De él aprendí que las columnas de opinión son espacios muy valiosos que no se escriben al pasar y que requieren de trabajo y de respeto intelectual por quienes nos leen. Que no son panfletos para salir del paso y que lo que afirmamos debe tener sustento. Sus escritos fueron siempre sucintas cátedras sobre la realidad nacional e internacional y posicionamientos políticos frente a cuestiones relevantes del contexto chapín. No dejaba de leerlo y él me hacía el favor de hacer lo mismo con esta columna de Prensa Libre

Además de amigos, fuimos colegas. En mi paso por la Radio Universidad, Víctor aceptó tener una columna de análisis cada semana, los días viernes en el programa que yo conducía. Rara vez la hacía pregrabada, la mayoría del tiempo, lo llamábamos para “salir al aire” por la vía telefónica y, a veces, se asomaba al Paraninfo para leerla desde los micrófonos de la querida Radio U.

La aventura de la radio le dio la oportunidad, como bromeaba él, de “impresionar” con su voz de locutor, pero también sirvió para estrechar cada vez más el cariño y la amistad. Cada vez que se le requería para apoyar alguna causa justa, ahí estaba Víctor. Cada vez que una organización, una comunidad o un grupo campesino necesitaba a un jurista que acompañara sus luchas, ahí estaba Víctor. 

No cabría en este espacio su enorme trayectoria ni cada uno de los momentos que nos tocó compartir. Lo cierto es que dejó un vacío muy grande. Lo cierto es que Guatemala pesa menos ahora que Víctor se nos fue.

Un abrazo apretado a su amada esposa, Alma Baldizón, su compañera de toda la vida, y a mi querido amigo y colega, Pedro Ferrigno, ese hijo que sigue los pasos de su padre. ¡Hasta siempre, querido Victorito! 

ESCRITO POR:

Marielos Monzón

Periodista y comunicadora social. Conductora de radio y televisión. Coordinadora general de los Ciclos de Actualización para Periodistas (CAP). Fundadora de la Red Centroamericana de Periodistas e integrante del colectivo No Nos Callarán.