Catalejo
La digitalización exige esfuerzos generales unidos
Desde hace 40 años existe Fundesa, cuya principal tarea ahora es luchar por la aplicación de sus propuestas.
La semana pasada se realizó la reunión anual de Enade (Encuentro Nacional de Empresarios por el Desarrollo) como parte del aniversario 40 de Fundesa (Fundación para el Desarrollo de Guatemala) entidad no lucrativa integrada en forma personal por empresarios guatemaltecos. Esta vez el tema fue qué es indispensable hacer para desarrollar un Estado cien por ciento digital, una meta verdaderamente difícil porque antes y en forma simultánea es necesario mejorar la realidad de Guatemala. Esto se inicia con la unión de criterios, la escogencia del orden de importancia de esas necesidades y los efectos negativos de mantener al país sin las condiciones previas para lograr los avances y el desarrollo, especialmente el humano, sin el cual esa digitalización es una utopía.
Los seis temas mencionados por los conferencistas pueden agruparse en dos: el combate a la corrupción, señalado por Ana Isabel Antillón, de Guatemala No Se Detiene; tomar medidas para fortalecer la transparencia, expresado por Luciana Torchard, de Transparencia Internacional; brindar más certeza jurídica, según Stefano Olivero, presidente de Enade. Mi comentario es simple: la corrupción no se combate, nada más, sino se debe erradicar, y ello necesita brindar certeza jurídica real, porque “más certeza” implica su existencia. No hay, y se comprueba a diario. Lo mismo ocurre con la transparencia: se debe instalarla, crearla, no emplear medidas “más efectivas”. Creo que una reunión como esta debe emplear lenguaje claro y directo, pues ya no hay lugar para la diplomacia.
El uso de lenguaje generalizado, futuro, abstracto, diplomático y no digamos embarrado de ideologías aplicadas sin control ni límite alguno, en realidad no dice nada, porque en cierto sentido podría considerársele una discrecionalidad distinta.
La transparencia y eficiencia necesarias señaladas por Carmen María Torrebiarte, presidenta del Cacif, así como su referencia a la necesaria eliminación de la discrecionalidad, no solamente son urgentes para la digitalización, cuyas dificultades están relacionadas directamente con la calidad educativa, y esta abarca no solo la privada, sino también la pública, en este momento dirigida por un monarca absoluto cuyos contubernios con los gobiernos son añejos y legendarios. En este caso, el gran reto es colocarle cercos legales, pero especialmente éticos al uso de esa tecnología, cuyos alcances están llegando a extremos como resultado del libertinaje, con el resultado de daños irreparables y consecuencias por el momento solo producto de nuevas profecías apocalípticas.
El uso de lenguaje generalizado, futuro, abstracto, diplomático y no digamos embarrado de ideologías aplicadas sin control ni límite alguno, en realidad no dice nada, porque en cierto sentido podría considerársele una discrecionalidad distinta. Jonathan Mencos habló de una futura y desconocida propuesta para permitir el uso de tecnología en lo financiero, pero al especificarlo a esta área, sin duda muy importante, deja la duda de si será la única. Bernardo Arévalo dijo: “Debemos modernizar nuestra economía para que podamos crecer más”. Nadie podrá rechazar ese concepto, pero sin ejemplos claros es una abstracción, por faltarle haber hablado de algunos de los planes del gobierno.
La fuerza laboral, sin educación previa, no podrá adaptarse a los cambios de la temible inteligencia artificial, cuyo dominio —obviamente— cambiará el entorno laboral. Y nada podrá lograrse sin respeto a la propiedad privada, válida como concepto y como base legal, por tanto relacionada con un sistema jurídico real. El resultado de la integración de las cortes y el trabajo de las comisiones de postulación, en realidad no permite tener mucha esperanza, porque otra vez es un reflejo del atraso nacional en todos los órdenes. Fundesa presentó un plan en cuatro áreas, cuya aplicación necesita de una participación institucional de personas dedicadas a ello, por ser trabajos a tiempo completo.