Desde Ginebra
La necesidad de un nuevo paradigma
Las fuerzas del mercado enfrentan hoy un declive que podría dar paso a un nuevo orden económico global.
Cada vez más se hace evidente la necesidad de un nuevo paradigma para el comercio global, que impulse una reestructuración de creencias y formas de operar para afrontar los nuevos desafíos y oportunidades que demanda la tecnología actual. Este cambio busca crear marcos de pensamiento y de acción más efectivos, debido a que el modelo actual es insuficiente para mantener el ritmo del crecimiento del comercio global, la justicia social y la sostenibilidad. Sin embargo, para que se dé, se requiere la voluntad de abandonar la zona de confort del actual sistema y abrazar la innovación. Conforme a algunos expertos, un paradigma es un conjunto de teorías, suposiciones, ideas, normas y reglas que forman la base para comprender una disciplina.
El orden económico internacional que fue establecido tras la Segunda Guerra Mundial fue sustentado por las instituciones de Bretton Woods y comenzó a decaer en la década de 1970. En las décadas de 1980 y 1990, emergió un nuevo modelo basado en el libre comercio y la apertura comercial. Sin embargo, este sistema, caracterizado por la apertura ilimitada de las fuerzas del mercado, enfrenta hoy un declive que podría dar paso a un nuevo orden económico global.
El debilitamiento del modelo actual se evidenció con el detrimento del sistema comercial multilateral, incorporado por la Organización Mundial del Comercio (OMC), y la crisis financiera mundial de 2008. El entusiasmo inicial por la globalización, simbolizado en la creación de la OMC en 1995, se desvaneció progresivamente debido a desacuerdos entre países desarrollados y en desarrollo para llegar a acuerdos. La crisis de 2008 profundizó la desconfianza en un sistema basado en la apertura de mercados financieros internacionales, exponiendo sus vulnerabilidades.
Se requiere la voluntad de abandonar la zona de confort del viejo sistema y abrazar la innovación.
Desde la década de 2010, factores como el ascenso de China han desafiado la ortodoxia dominante. Además, la crisis del covid-19 en 2020 reveló aún más las fragilidades del sistema, obligando a muchos países a reconsiderar la organización de sus economías y sociedades. Otros elementos, como el cambio climático, también han contribuido a la percepción de que un cambio estructural es necesario con un multilateralismo favorable al desarrollo.
Cuando se fundó la OMC, los países desarrollados abogaron por el multilateralismo e incluso aceptaron varios conceptos tales como el trato especial y diferenciado, el concepto del trato nacional y el todo único, que han sido un hito en la historia de las instituciones internacionales. Sin embargo, algunos analistas sostienen que este compromiso fue estratégico, los países desarrollados creían que podrían dominar la agenda de negociaciones y presionar a los países en desarrollo mediante herramientas como la ayuda bilateral, el acceso a mercados y la inversión extranjera directa.
En consecuencia, el sistema comercial multilateral ha perdido fuerza, y los países desarrollados han enfrentado dificultades para imponer sus condiciones. Este cambio de dinámica refleja un creciente descontento con las bases del orden económico y sugiere que el mundo podría estar en la antesala de una reconfiguración. Factores contingentes y estructurales, como el ascenso de nuevas potencias económicas y las crisis globales, han acelerado la necesidad de replantear una reforma de las reglas del juego en el sistema económico internacional.
Aunque el camino hacia un nuevo orden económico no está exento de desafíos, los eventos recientes indican que su surgimiento es cada vez más probable. La pregunta clave es si la comunidad internacional está lista para construir un sistema más equitativo y resiliente y capaz de abordar las desigualdades y riesgos sistémicos que el modelo actual ha dejado al descubierto.