La buena noticia

Lo aprendido este año ayuda para el próximo

Cuando estamos dispuestos a aprender de nuestros errores estos no nos duelen tanto.

“Vive como si fueras a morir mañana; aprende como si fueras a vivir para siempre”. Gandhi  

Nada cuesta seguir viviendo sin tomar el tiempo necesario para hacer una reflexión de lo que hacemos y cómo lo hacemos, pero eventualmente nos afectará porque muchos de los que nos rodean empezaran a distanciarse de nosotros, porque tienen sueños que quieren alcanzar y sabiamente quieren rodearse de personas afines, lo cual no solo es normal, sino que es sano también. Por esta razón, es bueno aprender de nuestros errores y tomar la determinación en hacer cambios.

Todos cometemos errores; la grandeza está en no repetir, sino saber cómo evitarlos en el futuro.

Estando al final del año, seguramente estamos haciendo planes de lo que habremos de hacer en el próximo.

Esto es lo más normal, pero, si tenemos el propósito de hacer mejoras en el año que iniciaremos, es importante tomar unos minutos y evaluar lo que hemos vivido en el año que está terminando y tomar la determinación de los cambios que habremos de hacer, por la simple razón de que hemos aprendido lo que nos beneficia, pero también aquello que no ha sido tan favorable.

Por ello, es de sabios no repetir lo que no es de provecho. Muchos nos pueden indicar las cosas que no han sido de provecho, pero es más prudente que una sabia introspección nos indique lo que debemos cambiar sin que terceros lo indiquen. De ese modo, los que nos rodean habrán de notar el cambio y seguramente algunos habrán de hacer el comentario.

El propósito nunca debe ser para recibir el comentario, sino que la razón debería ser la prudente determinación de querer ser mejores en el año que iniciamos y dejar atrás algunas cosas que nos han perjudicado. Esta es suficiente razón para considerar los cambios.

Es común para muchos posponer lo que tienen que hacer y, de alguna manera, llega a ser un modo de vida, y esta modalidad finalmente nos “pasa la factura”.

Muchas cosas nunca se logran porque no tuvimos la suficiente determinación de hacer lo que nos habíamos propuesto y, cuando decidimos hacerlo, probablemente ya no sea válido, o tal vez nos hemos ganado un perfil que, cuando hacemos el cambio, la gente no lo toma cuenta o no esta dispuesta a cambiar la opinión y reevaluarnos.

Es sorprendente cómo la sociedad que nos rodea sigue avanzando cuando nosotros no tomamos la debida acción para corregir lo que no nos ha sido de provecho.

Por esta razón, cada uno de nosotros, de alguna manera, debe mantener el ritmo que establece la sociedad, para que seamos provechosos y productivos en todo lo que hacemos.

Habiendo llegado al final de otro año, debemos tomar el tiempo para planificar nuestros proyectos y así definir qué habremos de hacer en el año, sopesando las fortalezas y debilidades y luego estableciendo metas que nos motivarán a hacer cambios y mejoras fundadas en lo que la vida nos ha enseñado en el transcurso del año que hemos vivido.

Si nos proponemos compartir nuestras metas con algunos que son cercanos a nosotros, que sea con aquellas que nos habrán de apoyar; de lo contrario, corremos el riesgo que nos desvíen con sus opiniones y podemos perder de vista los retos que nos hemos propuesto.

Cada uno de nosotros es tan diferente que debe  tener presente lo que la vida nos enseña, y saber encadenar cada eslabón de lo aprendido, para que finalmente logremos una madurez gratificante para el resto de la vida.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.