Meta humanos
Preguntas que abren futuros posibles
Actores con perspectivas, trayectorias y realidades muy diversas se miraron, compartieron experiencias y empezaron a reconocerse como parte de un mismo ecosistema.
Yo no sé si elegí la transformación o si la transformación me eligió a mí. Lo que sí sé es que en los espacios donde se gesta la transformación real, las respuestas nunca son el punto de partida. Lo verdaderamente poderoso son las preguntas. Preguntas que incomodan, que iluminan puntos ciegos, que nos sacan del piloto automático. Para algunos, pueden sentirse como escuchar la alarma del despertador; para otros, como ducharse con agua fría. Preguntas que activan y despiertan.
Este diálogo apenas comienza, y el futuro de nuestra educación merece que lo construyamos en plural.
Así se vivió nuestro más reciente Encuentro Catalítico: un ejercicio para darles forma a escenarios deseados en el 2050, repensando la educación. Esto surgió como una colaboración entre Volcano 4 Good, MetaHumanos y Staga el 4 de septiembre, justo unos días antes del Volcano Summit 2025. Más de 60 líderes del sistema educativo guatemalteco —representando sectores públicos, privados, rurales y urbanos— nos reunimos con un propósito poco común: no definir soluciones, sino cocrear preguntas que puedan abrir futuros posibles. Fue un encuentro profundamente inspirador, liderado por Caterina Méndez, de MetaHumanos; Shirley Winner, desde Staga, y yo, de Volcano 4 Good. Nuestro reto: convocar a actores que normalmente transitan caminos paralelos; simultáneos, sí, pero no siempre interconectados. Ese día ocurrió algo esencial: una atmósfera de confianza y de “nosotros colectivo” comenzó a tomar forma. Actores con perspectivas, trayectorias y realidades muy diversas se miraron, compartieron experiencias y empezaron a reconocerse como parte de un mismo ecosistema.
No se trató de firmar acuerdos formales, sino de iniciar un diálogo que abre la posibilidad de tejer colaboraciones auténticas y duraderas. La educación, tantas veces atrapada en métricas frías y discursos gastados, necesita otro tipo de conversaciones. Y eso es lo que abrimos juntos: un espacio donde la escucha, la reflexión y la consciencia social son tan relevantes como el conocimiento técnico. Donde nos atrevimos a preguntarnos no solo qué enseñamos, sino para qué educamos. Las preguntas que guiaron nuestras reflexiones fueron semillas de futuro. Algunas de ellas fueron: Al mirar los últimos 25 años, ¿qué brechas vivimos en nuestra experiencia personal del sistema educativo? ¿Qué voces y necesidades han permanecido invisibles en la educación? ¿Cuánto tiempo más vamos a permitir que las crisis de salud mental se consideren efectos secundarios, en lugar de rediseñar sistemas con seguridad psicológica y humanidad? ¿Cómo luce un graduado “preparado para el futuro” en 2050, y qué tenemos que hacer hoy para que llegue allí? ¿Qué cambio audaz y no convencional creemos necesario para una verdadera transformación? Cada una de estas preguntas nos recuerda que la educación no se transforma desde un escritorio ni con decretos aislados. Se transforma cuando quienes sueñan, innovan, emprenden y enseñan se reconocen como aliados en un mismo viaje.
Me quedo con una certeza: cada pregunta lanzada esa tarde fue un acto de esperanza. Una invitación a creer que Guatemala puede reinventar la manera en que educa, no como tarea exclusiva de un ministerio, sino como un compromiso compartido. Quiero extender esa invitación también a usted, lector. ¿Qué pregunta se atreve a sostener? ¿Qué futuro distinto se abre cuando decide hacerla en voz alta? Compártala, reflexione y súmese a este movimiento. Porque las conversaciones que cambian destinos no empiezan con respuestas definitivas, sino con la valentía de preguntar juntos. Y para quienes acepten el reto: elijan su pregunta, escriban su respuesta y compártanla. Etiquétennos en @metahumanos.xxi. Porque este diálogo apenas comienza, y el futuro de nuestra educación merece que lo construyamos en plural.