SIN FRONTERAS

“Si puede, váyase”

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En su cuarto hecho de palos, en un caserío por Panzós, pasábamos la noche oscura, con Rafael y su familia. Su luz, una linterna. Su despensa, un volcán de mazorcas flacas, el producto de una escuálida cosecha. Una familia de la Alta Verapaz que, con décadas de desgracia encima, había decidido enviar a papá e hija, una chica entre 14 y 15, a probar la suerte de quienes hacen fila en el Norte. He viajado a sitios en Guatemala, donde no cabe un lugar para la palabra esperanza. Y he viajado allá, los lugares a donde llegan. Y he visto que la diferencia se mide en toneladas de bienestar. Confieso que cuando me lo preguntó, ese fue el consejo que le di. Rafael ya casi todo lo tenía preparado. El coyote, a solo una llamada de distancia. Lo que faltaba era reunir el dinero. Y en esa ventana de espera fue que lo conocí. La llama amarilla rompía la negra oscuridad que inunda ese cuarto cuando el sol se pone. Apenas iluminada la mirada de este campesino q’eqchi’. Jugaba con un palo en el piso de lodo tieso, su mirada se alzó, y en silencio casi murmurando: ¿Usted qué dice, don Pablito? Como preguntándome qué haría yo en su lugar. “Váyase, si puede” eso le contesté.

' He visto aquí y allá. La diferencia se mide en toneladas de bienestar.

Pedro Pablo Solares

En el lugar hacíamos trabajo de campo, para un artículo relacionado con la hambruna provocada por inundaciones y sequías en Guatemala y sus vecinos. En todas las comunidades a donde fuimos, desde Chiquimula en el oriente, hasta Huehuetenango en el occidente, el testimonio de los campesinos fue constante y recurrente: Las cosechas ya no se dan. La lluvia ya no cae, o cae en exceso. Aquí no hay nada. Eso fue en 2019. Ya, semejante era el drama, cuando luego vino 2020. Primero pasó Eta, arrasando con cada mata, cada siembra. Luego vino Iota, que terminó de sepultarlo todo. Arrasó no solo con las siembras; también con las comunidades, las personas. Los gobiernos le dicen a la gente que irse ilegalmente a Estados Unidos es peligroso. Pero nada les importar la profundidad del peligro que se vive en una Guatemala abandonada a sus malas suertes. Aún así, después, momentáneamente me quedó una pena, por lo que implica tal consejo. Ahora, en 2021, tranquila la consciencia. Más bien pienso, ojalá que haya reunido el dinero; que se haya logrado ir, a Houston, donde quería reiniciar su vida. Que haya llegado la niña, que ansiaba estudiar. Guatemala escupe en la cara, sin falla, dosis de esta realidad: aquí no hay esperanza.

Hay quienes dicen que no. Que esa fe es lo último que muere. Y sobre esa creencia se construye un discurso: que hay que trabajar para crear “el sueño guatemalteco”. Así lo dicen. Pero eso suele venir de politiqueros baratos. Vendedores de una ilusión que ignora estas verdades: Que el país está diseñado como un botín, para el saqueo de unos cuantos. Que eso es ahora, aún más que ayer. Que, para alcanzar el bienestar común, habría que romper con el modelo actual, que pertenece a las más intransigentes y mezquinas élites económicas. Y que a ellas se agregaron las mafias que crecen junto con las más grandes industrias ilegales del orbe. Y que todo esto, nos sobrepasa. Por un momento sí hubo ilusión con esfuerzos internacionales. Pero el poder está demasiado cimentado. Encima, en el pueblo, la única filosofía enseña a orar, más que a reclamar. Espera que la felicidad venga del cielo, y no como producto del trabajo necesario de hacer ciudadanía responsable. Y así, no solo no se puede, sino que así, nunca se va a poder.

Hoy es Covid. Ayer fueron mil tragedias. Mañana será cualquier cosa más. Otra epidemia, más huracanes, un terremoto. Y el Gobierno no está instalado para servir a necesidades ciudadanas, sino para administrar la extracción del botín. Creo realmente que los migrantes han encontrado la única solución al problema guatemalteco. Mochila en mano, creo que tienen su razón. Aquí, solo les queda irse.

ESCRITO POR:

Pedro Pablo Solares

Especialista en migración de guatemaltecos en Estados Unidos. Creador de redes de contacto con comunidades migrantes, asesor para proyectos de aplicación pública y privada. Abogado de formación.