A María José Carrillo, médica especialista en gastropediatría, con maestría en Administración Hospitalaria, la Chinita como cariñosamente le llamábamos, la conocí en el 2012 cuando ingresó a estudiar la maestría. Lorena Márquez, compañera de ella en esta maestría, dice: “Siempre fue como una lucecita en nuestra aula, sus risas, comentarios, perseverancia, su amor por la vida, la hicieron una persona única, siempre muy sincera, si no entendía algo, preguntaba y no le importaba preguntar mil veces hasta entender el punto. Todo lo que aprendió lo puso en práctica en su lugar de trabajo, siempre crecía personal y profesionalmente”.

La Chinita era muy emprendedora, siempre vivía haciendo mejoras en su lugar de trabajo, aparte de su trabajo profesional incursionó en varios negocios, entre ellos Crepuchinas —crepas y capuchinos—, un quiosco en un centro comercial de Petén, cuando ella tuvo que instalarse allá en el segundo año de maestría por sus labores médicas. Recibía clases en las noches en Guatemala, luego viajaba en bus a Petén. Después que el bus fue asaltado y le robaron sus pertenencias decidió viajar en avión para continuar recibiendo sus clases, siempre con mucha alegría y entusiasmo. Se especializó en Gastropediatría, en México.

La tragedia llegó varias veces a su vida y siempre la venció, pero el accidente ocurrido el domingo 17 de febrero a las 22.30 horas de este año fue despiadada con ella, le arrebató la vida y la de su bebé en gestación, y dejó severamente herido a su esposo Luis Carlos Porras. La Chinita llegó a su nuevo apartamento en el condominio Santa María Las Charcas, junto a su esposo, pero cuando encendió el calentador para ducharse, de repente “todo explotó”. Ella y Luis Carlos Porras quedaron severamente heridos. María murió 10 días después.

Los comunicados emitidos y publicitados por la desarrolladora ProUrbano, así como la administración y gerencia general del complejo habitacional se han centrado en el aspecto estructural del edificio y muy poco han mencionado puntos medulares en relación a la instalación, operación y mantenimiento del suministro de propano en la torre, lo que debe ser lo más importante, pues fue la causa del accidente. Se han limitado a mencionar que para la instalación del sistema de distribución de propano se contrató a empresas líderes en la región y con experiencia en esa industria. Sin embargo, no se contaba con la licencia de instalación y operación que exige la Dirección General de Hidrocarburos del Ministerio de Energía y Minas y, según declaración de Sergio Monzón, director general de Hidrocarburos de ese Ministerio, fue la empresa Reginsa la que hizo los trabajos. La póliza proporcionada por Seguros El Roble cubre únicamente daños estructurales del edificio, pero carece de cobertura para daños contra terceros, gastos médicos y los bienes que se encuentren dentro de los apartamentos.

Es sospechoso que ni los socorristas ni la administración del edificio siguieran el protocolo de denuncia adecuada, pues no dieron aviso a la Policía Nacional Civil ni al Ministerio Público, lo que genera muchas dudas. Además, es cuestionable que se permitiera el acceso a personas particulares al apartamento de la explosión, sin conocimiento ni autorización expresa del propietario del inmueble.

Se espera que las muertes de María José y su bebé no queden impunea y que se haga justicia. Guatemala ha perdido una gran profesional, que tenía mucho más que dar por nuestro país. Su muerte debe servir para exigir a las empresas desarrolladoras y administradoras inmobiliarias que sigan los procedimientos y autorizaciones necesarias para garantizar la vida de las personas que viven y vivirán en los inmuebles.