LA ERA DEL FAUNO

De Apollinaire al Sermón, pasando por Yopal

Juan Carlos Lemus @juanlemus9

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Un amigo mío, pintor ya fallecido, decía “sentir” que el niño desnudo del Monumento a la Madre instalado en la avenida Reforma pasaba frío durante las noches, en especial, en las heladas de diciembre y enero. No se rían de su buen corazón, pero me contó que en una ocasión se obsesionó tanto con ello que salió a media noche con una sábana y la intención de arrojársela encima al niño de piedra. Cuando estuvo frente a la escultura de la madre cargándolo no se atrevió a hacerlo y regresó a su apartamento con esa sensación de ser un sensiblero y un insensible al mismo tiempo; o lo que es lo mismo, un loco de atar y reducido social en una sola persona que camina confusa, de madrugada, por la Reforma.

La alcaldesa de Yopal, municipio de Colombia, Luz Marina Cardozo, firmó este 2017 un decreto con el cual hizo entrega “del municipio de Yopal al Señor Jesucristo”. Según diarios colombianos, el decreto 036 hace referencia a citas bíblicas con las que justifica la entrega de llaves que serían entregadas a Jesucristo. El decreto lo emitió días antes de que regresara a sus funciones el alcalde electo, Jairo Torres, quien permanecía apartado de su cargo por estar cumpliendo una condena judicial…

Un primo hermano mío solía decir, en sus buenos tiempos, que si Jesús hubiese tenido un hijo, ese hijo habría sido él. Así de alta era su autoestima, bastante buena, pero se saboteaba acusándose de haber ingerido sobredosis de sí mismo. Y no solo hubiera sido el hijo único del Hijo Único, decía, sino además habría dicho la segunda parte del Sermón de la Montaña.

Nos cuenta Apollinaire de un franciscano que estaba harto de tanta irreligiosidad. Se le ocurrió que la eucaristía sería el nutriente adecuado para destruir la impiedad de la tierra, por lo que, una madrugada, salió a las calles en busca de todas las panaderías del lugar. Ante cada una se detenía, levantaba las manos y decía la plegaria eucarística para consagrar todos los panes de todas las panaderías. Calculó que pasado medio día ya habrían consumido las hornadas transubstanciadas, por lo menos, un millón de personas, lo cual operaría un milagro de bondad masiva.

Con excepción de la locura de Yopal, hay realidades y ficciones bondadosas o amenas. A mí me habría encantado conocer a Jesucristo, asistir a su pesebre, oír sus mensajes, ya no digamos acudir al pie de la montaña a escuchar la primera y —de ser posible— la segunda parte del Sermón. Ser su hijo, no tanto. O, tal vez, sí. Me encantaría, eso sí, recibir una investidura ficticia, como cuando engañan a los niños nombrándolos “Diputados por un día”. Premiado yo sería si me concedieran ser “Jesús por un día”. Entraría, látigo en mano, al Congreso de la República, al Palacio Nacional de la Cultura y echaría por la ventana gente y muebles; después, cogería rumbo a la Casa Presidencial. Tempestuoso, irrefrenable, me pararía frente a las llamadas iglesias de la prosperidad a reprenderlas con altisonancias.

Así como en la realidad hay deseos bienintencionados, también los hay peligrosos. ¡Lejos de mí, Satanás! el fanatismo de Yopal, el fanatismo y las bendiciones que arroja el “presidente” Morales y las moralejas de los diputados que, pese a su endiablada conducta, legislan, dicen, en nombre de Dios. Recordemos la intentona de un diputado por imponer la lectura bíblica en las escuelas en este país laico, o la iniciativa de retomar la pena de muerte “argumentada” con citas de las Escrituras. El fanatismo religioso es algo terrible, egoísta, abusivo. El fanatismo religioso es intolerante, es la histórica ramera de Babilonia.

@juanlemus9

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