LA ERA DEL FAUNO
Franquicias de comicidad y desgobierno
Algo sucede en el mundo, que lo gobierna gente desquiciada. Lo insostenible se hizo normal. El pequeño Calígula moderno Silvio Berlusconi, que no fue alcanzado por la justicia y salió libre de sus aventuras con menores de edad, que impulsó leyes racistas contra “delincuentes extranjeros”, fue famoso por sus pretensiones de playboy; se le ve en YouTube comiéndose lo que se saca de la nariz. Trump, Rajoy, Peña Nieto, Temer, Daniel Ortega… Saparmurat Niyazov, exdictador de Turkmenistán, mandó erigir una estatua con su imagen hecha de oro y material de meteorito; y cambió el nombre a unos meses por el suyo y el de su madre.
William Krehm, en su libro Democracia y tiranías en el Caribe (1957), cuenta de algunos mandatarios centroamericanos como el salvadoreño Maximiliano Hernández Martínez, quien prefería que lo llamaran “maestro” y no presidente; emitía mensajes radiales en los cuales la audiencia le hacía preguntas como esta: “Maestro, ¿tienen las culebras, las arañas y los caballos el sentido de la belleza?” Y el maestro se lucía con sus respuestas. Era omnipresente, ya que podría estar en medio de quienes murmuraran alguna conspiración en su contra.
El presidente de Guatemala, ese furioso y divertido que cuenta chistes, fábulas y no gobierna; el que robaba Q50 mil al mes y no es corrupto ni ladrón; que es otra caja de pandora; ese que es el tapón humano en una botella de champán a punto de estallar y cuyo descorche bañará denuncias sobre las minorías atemorizadas que lo mantienen aguantando la presión; ese personaje, dice que hay que perseguir los delitos y no a las personas. Desde que ofreció mano de obra conciudadana barata para la construcción del muro de Trump, era momento de declararlo candidato a observación en el Hospital de Salud Mental Federico Mora.
Su no menos perturbador número dos, el vicepresidente Jafeth Cabrera se ha ido teatralizando con buena escuela. Imposible olvidar sus palabras cuando un bebé murió en los brazos de su madre, en la calle porque en un centro de salud no le fue controlada la desnutrición. En plena desgracia, Jafeth señaló la “negligencia” de la madre antes que sus carencias, la desigualdad y falta de oportunidades. Es el mismo que ante la advertencia de que EEUU podría retirar la visa a los funcionarios corruptos dijo que se la deberían “cerrar” a todos los guatemaltecos porque todos son corruptos.
Aquel terrible comemocos de Berlusconi tiene émulos. Pequeñas franquicias de comicidad y crimen. Unos beben champán en sus orgías, otros, como el “nuestro”, son el corcho de la botella mantenido a fuerza para evitar el estallido de financiamiento electoral ilícito que les brincará en el rostro. Jimmy Morales, antes actor, hoy leitmotiv de memes, es chofer de un bus sin frenos, que va borracho y con los ojos vendados conduciendo este país. Su ayudante Jafeth —confeso consumidor de medicamentos vencidos— va gritando en la puerta que quiere que sea aplicada la pena de muerte. Es el Jafeth que dijo, acerca del nepotismo que se le señala: “Tengo tanta familia que no la podía dejar sin el pan diario”. El esposo de su hija fue nombrado embajador de Guatemala en Suecia; el suegro de otra de sus hijas, embajador de Guatemala en España. Cuando un periodista le preguntó sobre esos actos de nepotismo, respondió: “Deberían de ir a la Real Academia Española a ver lo que dice el texto”. Sí, vamos a España a leer el significado de una palabra, no al diccionario.
Escribe Roa Bastos: “Hay políticos lo suficientemente mediocres como para aspirar a los más altos cargos”.
@juanlemus9