FLORESCENCIA

Ninis

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Gracias a Dios, tengo la fortuna de viajar frecuentemente a Guatemala, a la ciudad y a lugares lejanos de provincia, y esto me da cierta visibilidad de lo que vivimos. Me da mucho gusto compartir con amigos de infancia, familiares y nuevos rostros que voy conociendo en el camino. Es allí cuando disfruto de conversaciones casuales pero muy valiosas con los jóvenes, el futuro cada vez más presente de nuestro país.

¡Los niños de ayer ya son los jóvenes de hoy! Y esto es lo que me hace caer en cuenta de que es necesario construir una visión renovada que implique la capacidad de ver que sin un buen presente como cimiento, no podremos edificar mejores posibilidades venideras. Recordemos que cerca del 70% de nuestra población tiene menos de 30 años —¡Guatemala es un país joven!

Sin embargo, cada vez que conozco a un joven que no está haciendo nada, que debería estar en un aula de secundaria o universidad, pero que por razones fuera su alcance —por ejemplo, escuelas cerradas por huelgas, falta de recursos, necesidad de subemplearse— no lo está, me entristece porque sé que su historia de exclusión formará parte de nuestro futuro. Y si multiplicamos el caso por miles, ese futuro se hace incierto.

Reflexiono sobre esto, ya que cada vez es más recurrente escuchar referencias sobre los llamados ninis. En América Latina, así se denomina a los jóvenes que ni estudian ni trabajan. Este sector representa a una de cada cinco personas de un grupo de la población comprendida entre 15 y 24 años de edad, que hoy por hoy, en América Latina superan los 20 millones, según un estudio del Banco Mundial (2016).

De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística, para el 2015 se proyectaba que la población guatemalteca comprendida entre los 15 y 24 años, era de 3.3 millones, lo que equivale a un 20% del total de la población, proyectada ese año en 16.2 millones. Se estima que los ninis guatemaltecos suman entre 800 mil y un millón de jóvenes. Y allí los ve usted por las calles, quizá en busca de un empleo para el cual no califican; o probablemente no los ve porque se mantienen en sus casas, a riesgo de caer en garras de grupos delictivos y sin posibilidades de continuar estudios o recibir capacitación técnica. Jóvenes con nombre y apellido que nadie conoce.

Como ciudadano, como empresario, como guatemalteco, considero que el país debe apuntar a capacitar a sus jóvenes como estrategia para echar adelante la economía. Desarrollar el capital humano va más allá. Propicia la capacidad de un país para innovar y adaptarse a las nuevas tecnologías. Y, además, abre las posibilidades de reducir las desigualdades sociales y, por ende, la pobreza, la violencia.

Según distintos estudios, por lo general, lo que conduce a ser nini es la combinación entre deserción escolar y la baja empleabilidad. Desde XumaX hemos tratado de apoyar iniciativas de conectividad y equipamiento digital para varias escuelas, de la mano de otras organizaciones. Pero el reto es muy grande como para poder hacerlo solos. Se necesita de una colaboración sostenida de Estado, empresas y particulares. De lo contario, ni avanzaremos ni nos desarrollaremos.

MarcosAntil.com

ESCRITO POR:

Marcos Andrés Antil

Emprendedor tecnológico, maya q’anjob’al y migrante guatemalteco. Impulsor de la educación y la transformación digital. Fundador y CEO de la compañía XumaK durante 18 años, con clientes en más de 25 países.

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