CATALEJO

Otto Pérez Molina decidió su destino

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EN TODO ACONTECIMIENTO político, económico y social siempre existen factores personales porque son hombres y mujeres los protagonistas directos o indirectos, las estrellas del teatro o los actores de reparto. Analizar el factor humano constituye un ejercicio útil para facilitar la comprensión de la lógica existente detrás de cualquier suceso de la vida nacional, argamasa de la Historia. En la crisis actual, la más grave de la historia guatemalteca a partir de la ya tan lejana Revolución de Octubre de 1944, los factores humanos han sido particularmente importantes a causa de la relación personal entre muchos de los implicados en las acciones causantes de la evidente y al mismo tiempo comprensible reacción nacional e internacional.

OTTO PÉREZ MOLINA ha ocupado el centro de la crisis y por ello en él se manifestarán las consecuencias de ésta, tanto las ya ocurridas como las futuras. Eso se debe a la manera de ser y de pensar de los guatemaltecos; eligen un presidente, pero piensan en un monarca absoluto o un mago capaz de cambiarlo todo en un instante. Pero también se debe a la forma cómo funciona la política criolla, donde la multiplicidad de “partidos” políticos se debe a la inexistencia de partidos políticos, (sin comillas), y donde los “dirigentes” políticos no resisten un simple examen de ciencia política para ver si se les puede llamar de esa manera sin provocar la posibilidad de sonrisas burlonas de cualquier interlocutor medianamente conocedor del tema.

SI BIEN VARIAS VECES EL presidente Pérez Molina hizo afirmaciones en un sentido, pero luego actuó diferente, esta vez expresó algo imposible de cambiar: su determinación de no renunciar al cargo, como lo exigen numerosos sectores de la ciudadanía guatemalteca, pero no compartido por otros grupos nacionales y, especialmente, por la comunidad internacional integrada por Estados Unidos y la Unión Europea. Pueden haber muchas interpretaciones y opiniones contradictorias, desde calificarlo de una acción valiente, hasta considerarlo ejemplo de necedad y de obsesión. Se debe entonces analizar cualquiera de las posibles consecuencias de la permanencia en un cargo político cada vez más debilitado y, ahora, casi simbólico.

EL CONGRESO TIENE EN SUS manos la decisión de retirar el derecho de antejuicio. Allí aun se mantiene firme la tácita alianza entre las hordas electoreras llamadas Patriota y Líder. La mayoría conseguida por ambos puede liberar al mandatario de enfrentar a los tribunales como un ciudadano común y corriente, pero el costo político es enorme. Entonces el veredicto popular —y de la Historia— le será adverso al presidente Pérez Molina porque esa cohabitación política de ambos grupos es, por decir lo menos, espuria. Y si es enviado a los tribunales porque la alianza sea eliminada por los lideristas, los dejaría a ellos en la picota pública. Por eso estos últimos tratarán de alargar el comienzo del juicio gracias a argucias francamente güisachescas.

SI EL PRESIDENTE LLEGA a juicio, le será muy, pero muy difícil salir bien librado. Su entorno político-personal más cercano está cada vez más inundado por la corrupción denunciada por el Ministerio Público y la Comisión Contra la Impunidad en Guatemala. Al conocer de la decisión presidencial y sin tomar en cuenta todos los errores, ejemplos de corrupción, nepotismo, amiguismo, etc., me parece un émulo de casos de la historia en los cuales un comandante, solitario porque sus oficiales cayeron o desertaron, se lanza solitario a enfrentar una batalla en la cual caerá en la primera descarga. Todo tiempo termina. Otto Pérez Molina, al no renunciar, está hoy a merced de quienes siempre han aprovechado al Estado para enriquecerse.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.