Una cultura basada en el fortalecimiento de los valores, desde los tres grandes agentes del país, lograría erradicar la corrupción en todas sus formas.

La corrupción no nace, se reproduce y muere en el sector público. Esta nace, sobrevive y trasciende debido a la avenencia entre el sector público y los demás; y es lo que origina una cultura social basada en la tolerancia a los diferentes niveles de corrupción que afectan significativamente la competitividad y desarrollo económico del país y de la región.

El Estado, sociedad civil y empresas son los agentes que conservan en su poder la transformación social basada en transparencia e integridad desde cada posición que representan. Una transformación que, de materializarse, generará atracción de inversión extranjera, empleo formal y desarrollo económico sostenible.

Una de las claves para contar con un país desarrollado son los valores que tienen los ciudadanos. Sin embargo, lo más importante de esto es que sea una realidad en su actuar y en la relación que tengan con los otros dos agentes. Si la sociedad civil fortalece sus valores y los transforma en su actuar natural del día a día, estaría en un estado de desarrollo superior.

Por otro lado, cada día incrementa la presión a las organizaciones privadas, a nivel normativo, de luchar en contra de la corrupción a lo interno. Existe hoy en el país voluntariedad empresarial real de implementar culturas corporativas éticas, un deseo en fortalecerlas y velar por su permanencia. Los esfuerzos en este sentido ya los atestigua La Red local del Pacto Global de Naciones Unidas a través de sus adheridos. Las empresas que hoy forman parte son un ejemplo en las industrias a las que pertenecen. Estas sostienen el compromiso de cumplir y hacer cumplir lo que se manifiesta a través del principio 10 y en la posición que ocupan, crean un efecto multiplicador con las que se relacionan. Sin embargo, estamos conscientes de que, si bien es cierto hay organizaciones que son las primeras en transitar el camino de la Ética y Transparencia, son muchas más las que debiesen seguir el mismo para así lograr un efectivo combate de la corrupción.

El esfuerzo que realicen contribuye a culturas corporativas más transparentes y éticas; y también brinda oportunidades a nivel mundial de crear nuevos y mejores negocios. Pero, aunque lo pareciera, lo mencionado no es suficiente. El Estado, sociedad civil y empresas son los tres protagonistas en una realidad que todos estamos dispuestos a erradicar. Sin embargo, de cara a esta realidad que sobrepasa sectores, industrias, lugares y tiempo… el esfuerzo individual en el combate de la corrupción tiene el mismo efecto que la inexistencia del mismo. Por esto, la sinergia entre los tres contribuirá al sostenimiento de un banco capaz de soportar el peso que representa la corrupción en el país.

El banco, sin una de las patas, es incapaz de enfrentar a la sustancia que resistiría si contara con las demás. Si cada una de las patas representa esfuerzos trabajados con un mismo objetivo y contaran con la unión crucial para alcanzar el resultado deseado, no habría peso ni sustancia capaz de derrumbarlo.

La Red Local del Pacto Global llama a los diferentes agentes a contribuir para fortalecer el banco de tres patas que tanto necesita Guatemala para sobrellevar, en conjunto, las adversidades que esta realidad representa. La Red considera de suma importancia que los esfuerzos sean compartidos y que de estos resulte un país unido por un mismo objetivo, capaz de crear las bases de un banco que nos lleve a un nivel más alto de desarrollo.