CRITERIO URBANO

Reducir la desnutrición crónica infantil

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Cuando hablamos de desnutrición crónica infantil  tenemos que ser conscientes del daño que le causa a la sociedad el que uno de cada dos niños no va a ser capaz de llevar a cabo sus actividades con normalidad al ser adulto.  Esto es un efecto terrible para toda la sociedad.  Si vemos un mapa de dónde están las tasas de desnutrición crónica infantil más elevadas, encontramos que Guatemala es el séptimo país del mundo (46.6%), superado únicamente por países africanos y asiáticos.

La desnutrición crónica infantil es visible cuando medimos la talla de un niño menor a 5 años respecto de su edad, lo invisible son los retrasos en el desarrollo cognitivo, emocional y de lenguaje, debido a menores conexiones neuronales en su cerebro.

Esto es prevenible si se atiende en los primeros mil días (desde la gestación hasta los dos años de vida), mediante 10 intervenciones que han sido científicamente comprobadas por Unicef y otros organismos nacionales como internacionales: la promoción de la lactancia materna exclusiva hasta los seis meses, el mejoramiento de alimentos complementarios a partir de los seis meses con lactancia materna hasta los dos años, lavado de manos e higiene, suplementación de vitamina A, suplementación de zinc terapéutico en el manejo de la diarrea, provisión de micronutrientes en polvo, desparasitación y vacunación, suplementación con hierro y ácido fólico para prevención y/o tratamiento de la anemia en mujeres embarazadas, prevención de la deficiencia de yodo y fortificación con micronutrientes a los alimentos básicos.

En un país como Guatemala, con un Estado desarticulado, es difícil implementar cualquier estrategia. El gobierno del presidente Jimmy Morales lanzó la Estrategia Nacional para la Prevención de la Desnutrición Crónica 2016-2020, donde se generaba un abordaje con ejes programáticos como el fortalecimiento del primer nivel de atención de salud, educación para el cambio de comportamiento, agua y saneamiento, disponibilidad de la economía familiar y cuatro ejes transversales como el cambio de comportamiento, gobernanza, sistema de información, monitoreo y auditoría social.

Lastimosamente el impacto ha sido mínimo, el Ministerio de Salud no tiene los recursos para hacer funcionar el primer nivel de atención de salud y allí radica uno de los principales desafíos para la implementación.

Hay esfuerzos importantes que se están haciendo para visibilizar el problema, el Banco Mundial, junto con Plaza Sésamo, se unieron este fin de semana en una campaña denominada Niñez con Futuro, el cual es un primer paso en el camino correcto.

La Alianza por la Nutrición está llevando a cabo un monitoreo de la Ventana de los Mil Días, junto al Observatorio Económico Sostenible que apoya Usaid en Guatemala.

Ahora esperamos que los diputados aprueben la iniciativa 5343, que le da vida al préstamo para implementar el proyecto Crecer Sano: Proyecto de Nutrición y Salud en Guatemala, el cual ayudaría a que el Ministerio de Salud pueda implementar la estrategia de reducción de la desnutrición crónica, aportando recursos por 100 millones de dólares para recuperar el primer nivel de salud y establecer sistemas para mejorar el acceso al agua potable y saneamiento, proveer paquetes de nutrición y salud a las madres y niños, realizar mejoras en centros de Salud y promover cambios de comportamiento en Alta Verapaz, Chiquimula, Huehuetenango, Quiché, San Marcos, Sololá y Totonicapán.

La aprobación de este préstamo es algo que el Congreso puede hacer y que unificaría a todos los guatemaltecos.

@jczapata_s

ESCRITO POR:

Juan Carlos Zapata

Director ejecutivo de Fundesa. Maestría en Gestión Pública y Liderazgo. Licenciatura en Administración de Empresas con especialización en Finanzas. Representante de diferentes mesas de trabajo del sector empresarial.