EDITORIAL
Un pueblo al que enorgullece servir
Un certero revés a la corrupción aduanera propinado por la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala fue la chispa que encendió la indignación de los guatemaltecos, quienes se unieron en un movimiento pacífico de protesta que generó prácticamente un semestre de demostraciones democráticas, coincidentemente en el año del proceso electoral, y sus efectos golpearon a toda la clase política, que, pese a todo, aún no termina de comprender que se acabó el tiempo de las componendas y las actuaciones a espaldas del pueblo.
Fue precisamente la tozudez de los ahora exgobernantes la que condujo a la resurrección de una faceta olvidada de los guatemaltecos, que alguna vez, en un ya lejano 1944, habían estremecido los cimientos de un gobierno plagado de abusos y que terminó por derrumbarse. La renuncia del general Jorge Ubico en ese entonces y el posterior derrocamiento de su esbirro Federico Ponce Vaides constituye uno de los momentos gloriosos de la historia guatemalteca, que por décadas parecía insuperable.
En el 2015 ocurrió algo parecido, cuando miles de ciudadanos colmaron la Plaza de la Constitución en repetidas ocasiones para protestar contra uno de los regímenes más corruptos que ha tenido el país. Las expresiones de descontento se extendieron a la provincia y culminaron con la renuncia de la vicepresidenta Roxana Baldetti y, después, del presidente Otto Pérez Molina, que hoy afrontan un proceso judicial, señalados de haber defraudado al Estado.
Tan inusitada, memorable y contundente muestra de civismo es el motivo para que el Consejo de Editores de Prensa Libre, en forma unánime, reconozca que el mérito de Personaje del Año 2015 corresponde a cada guatemalteco, por su valerosa actitud y actuación frente a los abusos de gobernantes, funcionarios y políticos que hicieron de la corrupción en el aparato público un modelo de vida.
Las manifestaciones, que tuvieron su mayor expresión el jueves 27 de agosto, condujeron a un hecho sin precedentes: la dimisión presidencial, que ahora figura como referencia para futuros gobernantes.
Este reconocimiento se queda corto si se considera la gran cantidad de talentos, voces, esfuerzos, creatividad, palabras y voluntades, sin distingo de edad, credo, género, ocupación o nivel social, que se vieron involucrados espontáneamente a lo largo de 20 semanas.
La designación del Personaje del Año de Prensa Libre surgió en 1992, para exaltar los valores positivos encarnados en las acciones de un perfil ejemplar, pero en el 2015 el levantamiento pacífico en contra de la corrupción fue simplemente admirable y difícilmente atribuible a una sola persona sin caer en injusticia.
Ciertamente, el papel de la Fiscal General, Thelma Aldana, desde el Ministerio Público, y del comisionado Iván Velásquez, desde la Cicig, fueron fundamentales, ya que se comportaron con entereza ante el descaro de quienes habían convertido el aparato público en una rapiña. Aun así, solo la fuerza de un pueblo unido, la suma de voluntades, lo que cambió el rumbo de la historia.