PRESTO NON TROPPO

Una mirada desde el interior

Paulo Alvaradopresto_non_troppo@yahoo.com

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El interior. Se dice de lo que está adentro, de aquello que se siente en lo íntimo del alma. Se asocia con la vida del ser humano cuando se habla de la suma de sus reflexiones y pensamientos, de la pugna que ocurre entre las opciones contrarias que se le presentan, incluso de su sentido común. A la vez, es aquello relativo a lo interno de un país, por oposición a cómo se relaciona con lo extranjero. Según el diccionario, se refiere a la parte central de un territorio cuando se compara con las zonas costeras o con las fronteras, aunque contradictoriamente solemos considerarlo a la inversa: en el centro visualizamos a la ciudad principal, en la periferia se encuentra “el interior”.

En esta última acepción, cuando pensamos en Guatemala, hablaremos de regiones como Chimaltenango, Sololá, Jutiapa, Chiquimula, Retalhuleu, Baja Verapaz o El Progreso, cuyo índice departamental de habitantes se contabiliza en el tercio medio y en el tercio bajo de las estadísticas. Pensaremos aun en las que de acuerdo con los censos, son las más pobladas, como Huehuetenango, Alta Verapaz, San Marcos, El Quiché o Escuintla. Abarcaremos ciudades relevantes, no solamente por sus dimensiones, sino por motivos históricos, culturales y turísticos, tales Quezaltenango y Antigua. Y si ahora no enumero tantos otros lugares que faltarían para complementar nuestro mapa, se debe a que los mencionados han sido los que junto con buenos colegas hemos visitado o visitaremos en el transcurso de este año. Son los sitios en los que he podido apersonarme para compartir música, arte, cultura, tradición o, sencillamente, para colaborar y participar de acontecimientos que marcan a las comunidades, en el interior y desde el interior.

Las experiencias del músico viajero son variadas, como las de cualquier caminante y explorador. Sin embargo, a la vivencia de quien va a conocer o a reconocer una población, más o menos alejada del medio en que normalmente se desenvuelve, se agrega lo que lleva para corresponder con otras gentes. No se valora nada más en términos de reciprocidad económica, del mercader que traslada productos o del excursionista que deja una utilidad monetaria a cambio de unos servicios. El arte se proyecta desde lo intrínseco de quienes hacen un aporte intangible, pero capaz de trascender el tiempo, el espacio, lo pasajero, lo local. Este intercambio conduce a descubrir y a descubrirse. Cuando cunde la desesperación por la pésima condición de la carretera tanto como cuando se aquilata el patrimonio arquitectónico de la aldea remota a la que se ha llegado; cuando se identifican las costumbres de la comarca recóndita tanto como cuando se cae en lo trillado de la invasión comercial; cuando se destapa la efusiva algarabía de una multitud como cuando se disfruta de un público casual y fraternal; cuando nos movilizamos en un ascensor con tecnología de punta tanto como cuando vadeamos una vereda lodosa y anegada por la ausencia de desagües. Es la combinación de lo inmóvil con lo inesperado, que suele acogernos cuando nos internamos en esta nación, a un mismo tiempo olvidada y descuidada, tanto como asombrosa y misteriosamente impetuosa.

El viaje del músico al interior de un país, ultimadamente, es también un viaje al interior de esa persona que hace música. Quizás apenas esté dotada de un instrumento y desprovista del mínimo de requerimientos técnicos, o quizá cuente con una formación muy completa, destrezas amplias y la facilidad de equipos sofisticados y muy bien aprovisionados. En cualquier caso, si su manifestación es genuina y profunda, su visión del mundo tendrá que provenir siempre de su interior.

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