IDEAS
Una nueva esperanza
Las elecciones del domingo, en Venezuela, abren la puerta para el cambio. Los venezolanos nos han dado un gran ejemplo de cómo es posible alcanzar cualquier objetivo si tan solo se tiene la suficiente perseverancia para continuar caminando, a pesar de todos los obstáculos que se puedan presentar. Desde aquí felicito a todos los venezolanos por este logro alcanzado, a sabiendas de que apenas es el primer paso para recuperar su país del desastre al que lo llevó el socialismo del siglo XXI y que el camino de aquí en adelante todavía está atestado de más obstáculos; sin embargo, lo logrado el domingo debe incentivarlos a continuar.
Quitarle el control a los chavistas de la Asamblea Nacional de la manera tan abrumadora como lo hizo la oposición es un gran triunfo y envía un mensaje indiscutible, aunque Maduro y sus secuaces se quieran hacer los desentendidos y no darle la importancia que tuvo esa decisión de los venezolanos.
Venezuela es el mejor ejemplo reciente de cómo el socialismo —indistintamente de que le quieran dar el mote de “moderno” con el calificativo del siglo XXI—, tarde o temprano lleva a cualquier país al despeñadero. En menos de 20 años llevaron un país que tenía la posibilidad de prosperar y que además cuenta con las reservas de petróleo más grandes del mundo, a tener el peor desempeño económico; la inflación más alta del mundo, a ser uno de los países con más violencia; a niveles de escasez impensables en estas épocas; en fin, al desastre. Como buenos politiqueros y además socialistas, jamás reconocerán su culpa y siempre andarán echándole el muerto a alguien más. Pero por más que intenten tapar el sol con un dedo, llega el momento en que ya no pueden engañar ni siquiera a sus más fervientes seguidores, como quedó demostrado este domingo.
De seguro vamos a tener mucho tiempo para analizar el auge y caída del socialismo del siglo XXI, pero en este momento quiero rendir homenaje a todos esos venezolanos que no se dejaron vencer y empiezan ahora a recuperar su país. Son muchos millones, de seguro, pero quiero reconocer a algunos de ellos, que conozco personalmente.
Felicito a Rocío Guijarro, directora ejecutiva de Cedice Libertad, quien a lo largo de todos estos años se mantuvo firme y continuó el trabajo de propagar las ideas de la libertad en un ambiente tan hostil a las mismas.
Felicito también a Elsy Manzanares, periodista que a pesar de que tuvo muchas oportunidades de salir de su país y buscar mejores horizontes en otras partes, decidió quedarse y dar la batalla en su tierra, con todas las implicaciones que ello le pudo representar.
Felicito a Marcel Granier, periodista y empresario, quien a pesar de todas las persecuciones y acosos por parte del chavismo, que le representaron perder buena parte del esfuerzo de toda su vida, decidió seguir dando la batalla en su tierra. Cuando lo entrevistamos a principios de este año, recuerdo muy bien su advertencia —de alguien que lo vivió en carne propia—, de cómo la libertad se pierde poco a poco. Espero que el camino para recuperarla sea más expedito.
Felicito también a mi amiga Mema Rodríguez, ciudadana venezolana que a pesar de vivir fuera, nos ha dado a muchos ejemplo de verdadero civismo al estar todo el tiempo pendiente de lo que pasa en su país, pero especialmente con esa devoción casi religiosa de irse a Caracas cada vez que hay elecciones para emitir su voto y colaborar trabajando como fiscal de mesa.
Ellos son solo cuatro ejemplos de entre varios millones de personas que no se dejaron vencer, a quienes felicito por mostrarnos a todos una nueva esperanza.