Revista D

La  maestra  cuentacuentos

Luz Pilar Natareno ha escrito 27 libros, la mayoría dedicados a los niños. A los 77 años aprendió a usar una computadora para levantar sus textos.

Solía llevar a las editoriales los originales de sus obras, los cuales escribía a máquina. Pero cuando la tecnología se abrió paso y estos artilugios pasaron a ser casi objetos de museo, llevaba sus manuscritos a un café internet, hasta que decidió, con la guía de un tutorial, aprender a levantar sus textos.

De niña, la escritora que el 29 de junio cumplirá 80 años, añoraba el final de la tarde, porque su padre se sentaba en la hamaca para narrarle a ella y a sus hermanos un cuento. Recuerda, entre risas, como Blanca Nieves y los siete enanos cobraban vida en la voz de su progenitor.

En Suchitepéquez se le conoce como la historiadora de la región, y a quien le deben la primera monografía del departamento.

El amor por los niños y las letras la hizo merecedora de la orden Francisco Marroquín en 1996.

¿Cómo le surgió el amor por las letras?

Cuando en el colegio nos dejaban tarea, a mí me encantaba escribir. Mi padre no tenía una profesión, pero era un poeta nato, creo que de él lo herede.

¿Cuándo escribió su primer libro?

El primer libro Poemas y Cuentos Infantiles lo edité en 1982. Este tiene cuentos que escribí mientras ejercía la docencia.

Casi todos los libros traen material de otros países, yo escribía poesías y cantos para poner a mis estudiantes en contexto.

¿Era maestra?

Sí, soy maestra de educación primaria, y graduada en enseñanza media en Lengua y Literatura. Tengo, además, una licenciatura en esa rama.

¿A qué edad empezó a dar clases?

¡A los 17!, di todos los grados, pero el primer año impartí sexto (risas).

¿Cuánto dinero invirtió para sacar al mercado ese primer ejemplar?

Pagué el 50 por ciento de los costos, invertí todo lo que había logrado ahorrar para mi jubilación.

¿Cuántos libros ha escrito?

Tengo 27, el último está en imprenta, se trata de la décima tercera edición de la monografía del departamento de Suchitepéquez.

Los estudiantes no tenían un texto para estudiar, entonces vine a la capital para investigar. Necesitaba más tiempo para estudiar lo que me había propuesto, así que me jubilé después de 28 años.

¿Usted selecciona los dibujos?

Se los sugiero al editor.

¿De qué trata su primer cuento para niños?

No recuerdo muy bien, pero el primero fue sobre una piñata, porque me acongojaba que las destruyeran. Traté con este cuento de enseñarles a los niños a tener una convivencia pacífica.

¿Es oriunda de Suchitepéquez?

Soy originaria de San Antonio Suchitepéquez.

¿Quién es el personaje favorito de sus cuentos?

Jimena, mi bisnieta de nueve años. Escribí un cuento que se llama Jimena en el jardín. A ella le encantan las flores. En el cuento tiene el don de entender lo que dicen éstas y los animales.

Me inspiré en ella y escribí un diálogo en el que la niña escucha una conversación entre una rosa y una mariposa.

La rosa reina está molesta con las mariposas porque estas se detienen en los pétalos y dejan sus huevos que luego se convierten en gusanos.

Fue la forma que encontré de explicarles a los niños la metamorfosis.

La mariposa le pide disculpas y le explica cómo se reproducen.

¿Cuántos nietos tiene?

Tengo cuatro y cinco bisnietos. ¡Pronto tendré a mi primer tataranieto!


Maestra de educación primaria y profesora de enseñanza media.

Licenciada en letras por la Universidad de San Carlos.

Autora de 27 libros de literatura infantil y juvenil.

Escribió la primera monografía del departamento de San Antonio Suchitepéquez.

Autora y compositora de canciones para niños.

Recibió la orden Francisco Marroquín en 1996.

¿Cuál era su cuento favorito?

Me está regresando 70 años en el tiempo. Me gustaba Juan sin miedo y Blanca Nieves. Mi papá llegaba por la tarde, se sentaba en la hamaca y nosotros lo rodeábamos para escuchar un cuento. Fuimos cuatro hermanos, solo dos sobrevivimos.

Usted es integrante de la Asociación Guatemalteca de Autores y Compositores.

No puedo escribir solfa. Lo que hacía era cantar el tema a otro compositor y él agregaba música a mis versos. Así fue como aparecieron en el libro las partituras.

Lo ganado de la venta de mis obras volvía a invertirlo.

¿A quién le gustaba la poesía en casa, además de a su padre?

A mi mamá; ella me enseñó a declamar antes que a leer. Diría que fue mi primera maestra y la que me enseñó el amor por los versos.

¿Qué anécdota recuerda con especial cariño?

Tengo un recuerdo muy significativo. El doctor Juan José Arévalo visitó Suchitepéquez como parte de su campaña presidencial. Era mi personaje favorito, porque yo leía en ese entonces un libro en la primaria que él escribió. Tenía nueve años.

Casualmente estaba en el parque del pueblo. Me emocioné y traté de abrirme paso entre la gente grande, pero tropecé. Todo lo que llevaba en mi cesta se cayó y rompí a llorar. “¡Me va a pegar mi mamá!” exclamaba. Cuando sentí que alguien me levantó y me colocó sobre su brazo. ¡Era el doctor Arévalo! “¿Cómo te llamas?”, preguntó. “Lucita”, respondí, porque así me decían todos. “Usted hizo el libro que leo”, agregué. “¿Te gusta leer?”, inquirió. “¡Sí!”, afirmé entusiasmada. “Entonces serás escritora”, agregó.

Años después, siendo maestra redacté esta anécdota.

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Luz Pilar