Revista D

Los pueblos coloniales de la Costa Sur  de Guatemala

Cuando se recorren ciertos  caminos  de la costa sur del país, la mayoría entre  fincas cañeras, se pueden admirar  las ruinas  de algunos  templos coloniales que  fueron empleados para adoctrinar al cristianismo a los pobladores originales.

 De aquellas  iglesias  solo quedan vestigios  de sus  fachadas y algunos remanentes   del cajón   cubiertos por la vegetación y sostenidos por raíces y   árboles. Estos edificios  fueron el centro de los hoy llamados pueblos perdidos de la costa sur,   que se cree fueron abandonados  en el siglo XVIII.

Se desconoce cómo,  cuándo y por qué desaparecieron.  Varios   ancianos  del área de  Santa Lucía Cotzumalguapa, Escuintla, entre ellos Vicente López, de 80 años,   cuentan  que  fueron atacados por  plagas  de “murciélagos grandes”  que contagiaron enfermedades  y obligó a los  habitantes a huir   para evitar esos  males.     

Este suceso también se encuentra en  documentos  de la época,  como las  Cartas de Relación,  de Pedro de Alvarado.
Algunos  historiadores, sin embargo,   consideran que su desaparición se debió a  un proceso complejo  en el que  se entrelazaron   problemas económicos, tal fue el caso de la caída de la exportación del  cacao, y  la transmisión  de enfermedades, como la   oncocercosis, que causa ceguera. Además, el maltrato de  los conquistadores  hacia  los nativos que, incluso, les provocó   la muerte.

Origen colonial

Una de las primeras preguntas que surge es ¿cuándo y por qué se fundaron  estos pueblos?  Se    establecieron       al inicio de la  Conquista, porque    los  asentamientos de los naturales   eran        dispersos y las reducciones    permitían  adoctrinarlos  y  facilitaban la administración política.

Varios de estos conglomerados   fueron  erigidos    sobre  áreas  que    habían sido  habitadas    desde la época prehispánica, para  mantener  las  vías de comunicación,  las  costumbres y  la  organización social y agrícola, según el arqueólogo René Johnston en su investigación Pueblos coloniales desaparecidos en la costa sur de Guatemala.

Se cree que  por su posición geográfica, riqueza de  tierra y densidad  poblacional,   el área  de Cotzumalguapa  fue  uno de  los primeros repartimientos  al  comenzar   la Conquista. Entre estos  los que efectuó  Jorge de Alvarado de  1528 a  1529,  agrega Johnston.

El cultivo del cacao despertó la codicia de los conquistadores, quienes se deslumbraron por la   exportación de este producto, el cual no se conseguía en Europa.

La explotación de esta semilla  — posteriormente el añil— y el adoctrinamiento motivaron  a los frailes franciscanos a comienzos del siglo XVI  a fundar    San Juan Alotepeque (San Juan Perdido), Santiago Cotzumalguapa (El Convento),   San Francisco Ichanhuehue, San Cristóbal Cotzumalguapa, San Andrés Tepechapa, Santo Domingo Sinamecayo (o Tzotzican) y Santa Lucía Cotzumalguapa.

De estos pueblos aún se pueden observar  los escombros   de  los primeros tres  en  terrenos de las  fincas  El Baúl y Los Tarros,      y el de la cabecera municipal.  Del resto, y otros,  solo se tiene conocimiento  por medio de las crónicas y mapas de los historiadores   de la Conquista.

 Se resisten a morir


Las ruinas  que más se conservan  son las de San Juan Perdido,  a unos cinco kilómetros de la cabecera municipal de Santa Lucía Cotzumalguapa, las cuales se encuentran cubiertas por la maleza y en medio del cementerio de las fincas El Baúl y Los Tarros.   

Aún   se puede apreciar la fachada y  el cajón rectangular  de la capilla  que se deduce fue  de una sola nave, con orientación de este a oeste. “La estructura fue  estucada tanto por dentro como por fuera. El atrio y el portón principal estaban  al poniente, frente a la plaza, y el altar y ábside hacia el oriente”, detalla  el   estudio Arqueología Histórica en San Juan Perdido y el Convento, en el área de Cotzumalguapa, Escuintla, también de Johnston.

El frontispicio, conforme  la investigación,  estaba  formada por un muro de 14 metros  de ancho y 2.90 metros  de grueso. En el centro se encontraba  el portón principal.

Las paredes laterales eran  de unos 7 metros  de alto con  seis contrafuertes de cada lado y, entre cada uno,  sobre el portón principal, una ventana a unos 5 metros  de altura.

A cada lado de la nave había   una puerta lateral de 2.20 metros  de ancho, una hacia el norte y la otra hacia el sur.

A unos tres kilómetros, en  medio de    cañaverales y un  residencial,  se ubican los restos  de Santiago Cotzumalguapa, conocido en la actualidad como El Convento. Del templo solo queda en pie un medio arco de la fachada, el cual es sostenido por las raíces de un árbol de matapalos.

“Si no fuera por ese árbol ya se hubiera caído”, dice   Bernardino Sánchez, uno de los guardianes del lugar.
Fue el pueblo más importante de la región, debido a su privilegiada ubicación geográfica.  

Estuvo  situado en una zona que le permitía  a sus habitantes, desde la época prehispánica, el acceso a las vías de comunicación que unían al altiplano con la costa y el camino que conectaba al sur con el norte de Mesoamérica.

“Se ha establecido que cerca de Santiago Cotzumalguapa hubo otros 13 pueblos que desaparecieron.   La mayoría  se extinguieron durante el siglo XVIII.  Todos se localizaban cerca   y en las rutas que conducían hacia  este pueblo (Santiago)”,  afirma Johnston.

El arqueólogo considera que de acuerdo con  la evidencia cerámica y etnohistórica encontrada  “se puede concluir que los españoles redujeron al pueblo de San Juan Alotepeque en un lugar donde  ya existían indígenas desde la época prehispánica… Asimismo,   fue asentado con población que provino de la reducción de asentamientos cakchiqueles cercanos”, afirma.
  
Cerca,  soterrados por el tiempo y  la maleza, se localizan los restos   de la iglesia de San Francisco Ichanhuehue,  del cual se tiene poca información.

Más  allá


En la misma ruta de la costa sur, rumbo al occidente, hay  otros escombros  de templos, uno de ellos es el de la iglesia de Santiago Zambo, ubicada en el municipio de  San Francisco Zapotitlán, Retalhuleu.

El Diccionario Geográfico de Guatemala, con base a escritos coloniales,  lo describe  como un lugar de   “infinitos  cacahuatales a ambos lados del camino” y cuenta  que por ese  sitio  pasó Pedro de Alvarado en su viaje al altiplano, el lunes 8 febrero 1524, después de una batalla  en las márgenes del río Samalá, cerca al actual San Martín Zapotitlán.

“Se supone que ha de haber estado entre la cab. mun. San Francisco y el casco de la finca   El Zambo, a unos 2 km al norte, donde aún pueden verse los vestigios de una antigua iglesia que perteneció al poblado Santiago Zambo, abandonado por sus habitantes debido a diversas plagas de murciélagos o vampiros, según  crónicas a partir de mediados del siglo XVII”, cita la enciclopedia.

Hasta en época reciente, agrega el documento,  “alrededor de las extensas ruinas de lo que fue Santiago Zambo se vieron suficientes murciélagos, capaces de hacer la vida miserable a humanos y al ganado.

Posiblemente eso haya sido uno de los motivos por los cuales este pueblo  tuvo que ser abandonado, habiendo emigrado sus habitantes a los poblados ribereños del Lago de Atitlán”, agrega el Diccionario Geográfico.

Otro de los santuarios  que aún se pueden apreciar   es el de San Francisco la Costilla, en el departamento de Suchitepéquez. La fachada de esta  sede católica  se mantiene erguida pese a los sismos y las inclemencias del clima.

En  Recordación Florida, de  Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán, quien la  escribió en  la última década del siglo XVII,   cita   que   San Francisco de la Costilla  tenía dos pueblos anexos: “Santa Bárbara y el pueblecito de San Andrés”.

La decadencia

Hay varios documentos que indican que los indígenas  se enfrentaron a muchos problemas a causa de la baja en el precio del cacao. El obispo Juan Ortega Montañés, por ejemplo,  llevó a cabo  una visita pastoral en 1679, y reunió a los curas de los distintos pueblos en Santiago Cotzumalguapa.

Les hizo varias recomendaciones como  “no maltraten ni encarcelen a los indios por no poder pagar sus deudas; cuando cometan un error o falten a sus obligaciones con la Iglesia o no asistan a las misas no les peguen ni los encarcelen;  que los corrijan como hacen los maestros de la escuela, y   ya no entierren más indios en el cementerio del templo  ya que está lleno y se puede  dar otra peste y gran mortandad”.

El Diccionario Geográfico de Guatemala cita que en  1716 los alcaldes, regidores y el común de Santiago pidieron que se hiciera un nuevo padrón o tasación “porque  desde que se había hecho el último  había muerto mucha gente o  ido del pueblo”.

Se quejaron de que no se les había bajado el tributo y de que los que vivían aún en el pueblo tenían que pagar la parte de los muertos. Muchos fueron apresados por falta de pago de los tributos y a otros les tenían embargada la tierra.

En 1718, los indios de Santiago solicitaron que se les rebajara el número de cofradías. Lo justificaron diciendo que eran tan pobres que no tenían ni cómo vestirse y por eso no había quién pudiera servir en los cargos de las cofradías y en el ayuntamiento.

Hacia la  cabecera

Los últimos sobrevivientes de Santiago fueron trasladados  a Santa Lucía Cotzumalguapa hacia 1734. Estaban dispersos   pero ya no tributaban porque  no tenían  cacaotales.

En la Relación Geográfica de la Alcaldía Mayor de Escuintla, escrita en 1740, el autor redactó  una lista de los pueblos de la región y en el mismo ya  no aparecen Santiago ni  San Juan solo anotó a Siquinalá, San Francisco Ichanhuehue,  San Cristóbal Cotzumalguapa y Santo Domingo Sinacamecayo. 

En  1718, de acuerdo con  el mismo documento, la Curia indicó que San Juan ya no tenía “principales ni cómo pagar los gastos de las actividades,  ni de las cofradías y que se les rebaje el número de cofradías de cuatro a dos…

El cura doctrinario de Santa Lucía certificó “…la población no llega a 25 personas que quedan sanas y los demás viejos tullidos o ciegos y otros  están huidos. Son tan pobres y desnudos que no pueden taparse las carnes y dan lastima”.

Estas penurias, según Johnston, también pudieron haber terminado con la existencia de otros  pueblos de la costa sur.

Reseña histórica

  • Antes de la fundación de estos poblados,   la región de Cotzumalguapa fue   habitada por distintas culturas, por lo menos desde el periodo Preclásico. Sin embargo, el Clásico Tardío fue la época de  mayor esplendor, en la que se desarrollaron los sitios  de Bilbao, El Castillo y El Baúl, de los cuales aún se encuentran vestigios, según la Monografía de Santa Lucía Cotzumalguapa escrita por Carlos Barranco.
  • En el primero todavía  se observan algunas esculturas de piedra  que los residentes  de la cercana colonia Maya     conocen como “las máscaras”. A este lugar  llegan centenares de personas de los departamentos de  suroccidente a celebrar ceremonias mayas,  relata  Jesús López, vecino del  municipio.
  • Esta acrópolis medía aproximadamente 600 por 175 metros, y más de la mitad de la cerámica que se ha encontrada pertenece a los periodos Clásico Temprano y Clásico Tardío, indica la Monografía de Santa Lucía Cotzumalguapa.
  • En el sitio  conocido como El Castillo,   rodeado de árboles de hule y sepultados por una espesa maleza se pueden ver  dos  calabozos coloniales construidos  con rocas, en uno de los cuales se   lee “hombres” y el otro se asume que era para las mujeres. “Ahí encerraban a los que cometían faltas o delitos”,  relata el lugareño Vicente López, de 80 años.
  • A pocos metros, sobre las bartolinas, apenas se contemplan  los restos de una construcción que fue sepultada por la vegetación. Estos vestigios, de acuerdo con  López, podrían tratarse de la plataforma de una casa patronal.
  • La triada prehispánica de Cotzumalguapa la completa El Baúl, sitio formado por una serie de montículos organizados alrededor de varias plazas. Entre las esculturas hay dos grandes cabezas identificadas como la dos y la tres, que son veneradas por los indígenas del altiplano y  efectúan rituales, afirma Barranco.

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