Revista D

Los quauhquecholtecas también fueron conquistadores

Hay evidencia de una participación activa de los indígenas  junto con los españoles durante la Conquista de la Nueva España, particularmente en territorios actualmente guatemaltecos.

Documentación en el Lienzo de Quauhquechollan del encuentro de los conquistadores quauhquecholtecas y españoles con los kaqchiqueles, ocurrido en el actual Los Encuentros, Sololá. (Fotos: Universidad Francisco Marroquín).

Documentación en el Lienzo de Quauhquechollan del encuentro de los conquistadores quauhquecholtecas y españoles con los kaqchiqueles, ocurrido en el actual Los Encuentros, Sololá. (Fotos: Universidad Francisco Marroquín).

El estudio del registro de los hechos históricos (Historiografía), que se especializa en la época de la Conquista de Mesoamérica, aporta datos relevantes sobre el papel de los pueblos nativos en ese período. Por tradición, se ha enseñado que un grupo de españoles dominó la zona, pero la evidencia permite determinar que la llamada conquista, o invasión, como algunos estudiosos sostienen,  no pudo haber sido posible para los extranjeros sin establecer alianzas con los indígenas.
Siguen vigentes al respecto las palabras que el historiador  Luis Pedro Taracena dijo en la introducción de la jornada Participaciones indígenas en la Conquista y las nuevas interpretaciones historiográficas, charlas efectuadas en Antigua Guatemala en el 2007: “Hubo una participación indígena mucho más compleja y determinante en ese éxito conquistador, al mismo tiempo, es posible notar la existencia de diversas memorias que superan al simplismo de la dualidad conquistador- conquistado”.
Dicha jornada reunió a otros expertos, como el doctor Michel Oudijk, del Instituto de Investigaciones Filológicas  de la Universidad Autónoma de México.
 

Colaboradores

“Contrario a lo que leemos en la historia oficial, los indígenas fueron activos participantes en el proceso de conquista, fueron agentes importantes y decisivos”, indica Oudijk. A su juicio, la pregunta ¿cómo fue que unos cuantos españoles conquistaron Mesoamérica? está mal formulada, “porque nunca lo hicieron. Hay un elemento que explica cómo fue posible y es precisamente uno olvidado: el papel indígena”, así lo expuso en su ponencia Participaciones indígenas en la Conquista y sus retos para la Historiografía.

Para Oudijk es importante notar que los  españoles no formaron un ejército. “No vinieron como tal, tampoco como soldados, vinieron como colonizadores. Su misión no fue batallar en el sentido restringido, sino que después de la ofensiva sacaban lo que podían. Vinieron aquí como gente normal y dependieron totalmente del apoyo y contribución indígena”.
Como ejemplo del tipo de apoyo que recibieron, Oudijk  menciona a los  tamemes (cargadores), guías, espías y mensajeros. Estos aparecen, entre otros, en el Lienzo de Analco (en Oaxaca). El experto señala que en Mesoamérica no había vehículos de transporte como carros o carruajes y que las vías de comunicación eran más bien veredas por ello fueron esenciales estos cargadores. Las rutas más cercanas a las ciudades, indica, eran mejores, de hecho estaban pavimentadas, “pero no pensemos que había un camino desde la ciudad de México hasta Guatemala. En muchas fuentes vemos a los españoles solicitando indígenas para abrir el camino, porque lo necesitaban para movilizar sus cañones e incluso para pasar con sus caballos”.
El investigador  refiere que otro elemento suplido por los locales fue la necesidad de información. “Los españoles no sabían, ni siquiera, a dónde ir. Fueron los indígenas quienes les dijeron: “no vayamos por allí, vamos por aquí, porque estos son nuestros amigos”. Esto puede parecer obvio hoy, pero en ningún momento lo vemos  reflejado en alguna fuente española o textos actuales sobre la conquista”.
También está el tema de los espías. “El ejército abriendo camino no tenía idea de lo que estaba adelante. Al enviar informantes se alertaban de las trampas, las cuales los indígenas sabían reconocer y buscar. Estas tenían estacas que las hacían un arma mortal segura”.
Oudijk  agrega, finalmente, el asunto de la alimentación. “Cuando llegaron los españoles trajeron su comida, pero llegó un momento en que se les terminó. El conquistador español Bernal Díaz del Castillo (1492–1584) se refiere siempre a este problema. ¿Quiénes, entonces, dieron toda esa comida durante la conquista? Fueron los indígenas”.
 

Alianzas

Oudijk junto con el doctor Matthew Restall, experto en  historia colonial en Latinoamérica, son los autores del artículo La conquista indígena de Mesoamerica. El caso de Don Gonzalo Mazatzin Moctezuma, en el cual detallan  una alianza de un conquistador indígena con los españoles.

“La llegada de los españoles a la costa de lo que hoy es México terminó con la instalación de un sistema colonial. Pero ello no era ajeno a Mesoamérica, sino que fue una continuación de muchos procesos indígenas que ya existieron y que simplemente siguieron después de 1519, aunque en algunos casos con un ritmo acelerado”, indican.
El documento que publicaron en el 2008 presenta una arista distinta de la Conquista, “que nos hace dudar fuertemente de la historia como está escrita hasta ahora”, escriben. Y en esa visión, “la presencia de los españoles casi se reduce a algo anecdótico y el papel de los indígenas es lo que rige. Es una versión de lo que sucedió en el pasado, pero es una que no hemos escuchado y que sin embargo merece ser oída”.
Los investigadores sustentan su postura a partir del análisis de una probanza que gestionó Don Gonzalo Mazatzin Moctezuma. Ese tipo de documentos eran de carácter legal y tenían la intención de probar un reclamo, como pudo ser un título nobiliario o tierras. 
“El aspecto más conocido y aceptado sobre la visión revisionista de la Conquista es la existencia de los aliados indígenas. Ejemplo irrefutable de ello es el hecho de que Tlaxcala proporcionó grandes cantidades de guerreros a los españoles para ayudarlos a sitiar y destruir Tenochtitlan”, sostienen.
Con la probanza de  Mazatzin Moctezuma, así como otros datos de fuentes secundarias y documentos de más peticiones de conquistadores mesoamericanos mandadas a España durante el siglo XVI, los autores argumentan que “es desconocido el origen del apoyo indígena y el grado de influencia que esto tuvo sobre la actividad militar española en Mesoamérica de 1519, a finales del siglo XVI”.
Mazatzin Moctezuma recibió a Cortez e hizo una alianza con él. “Cortez le dio el título de capitán a este señor indígena, el cacique de Tepexi. En el sistema legal español dicho título  significa que uno tiene derechos a conquistar. Para simbolizar y amarrar la alianza Cortez le dio una lanza y una espada para que él pudiera ir a la conquista y de hecho lo hizo”, explica Oudijk. 
El momento de esta alianza fue sellado con un abrazo. Otro episodio similar se documenta pictográficamente en el Lienzo de Quauhquechollan, restaurado digitalmente en el 2007 por la Universidad Francisco Marroquín. “En el lienzo hay una escena entre Cortez, Pedro de Alvarado, la Malinche y el señor de Quauhquechollan sellando una alianza a través de un abrazo. Si comparamos la escena pictográfica con el texto de  Gonzalo Mazatzin vemos una extraordinaria semejanza”, destaca Oudijk,  quien explica que, aunque se trata de hechos distintos, dan cuenta de un modelo muy mesoamericano, pues las alianzas entre pueblos fue algo básico durante el período Posclásico, justo antes de la conquista. “Sin alianzas no habría Mesoamérica. Este mismo aspecto lo aplicaron en el proceso de conquista, lo vemos en muchos documentos”, refiere.
 

Quauhquecholan

La mayoría de los estudios sobre la conquista  española de Guatemala, indica la arqueóloga Florine Asselbergs, la presentan como un proceso controlado de pacificación, “cuyo éxito generalmente se atribuye al genio y a la perspicacia militar de capitanes como Pedro de Alvarado y sus parientes. Sin embargo, detrás de este éxito aparentemente español, se encuentra el papel poco entendido, pero indispensable de miles de soldados indígenas que sirvieron como auxiliares y guías y proporcionaron los recursos humanos reales en estas campañas”.
Al examinar los documentos creados por estos mismos auxiliares y sus descendientes, sostiene Asselbergs “podemos llegar a comprender mejor las motivaciones e ideas que están detrás de esta participación, la diversidad de servicios que proporcionaron y los efectos que esto tuvo en su condición social durante el período colonial”.
En su artículo La conquista de Guatemala: Nuevas perspectivas del lienzo de Quauhquecholan en Puebla, México, la investigadora se centra en el legado de uno de los grupos mexicanos que participaron en la conquista de Guatemala y finalmente se establecieron: los quauhquecholtecas.
En la segunda parte del siglo XVI, explica, estos conquistadores o sus descendientes crearon un documento pictórico, el Lienzo de Quauhquecholan, un mapa histórico del siglo XVI que se resguarda en Puebla, México. “Hasta ahora, generalmente se creía que el documento representaba la conquista de los alrededores de Quauhquecholan. Sin embargo, mis investigaciones han revelado que la mayor parte de la región representada no es lo que ahora es México, sino el área de Chimaltenango, la capital colonial de Santiago de Guatemala y sus provincias circundantes”.
En el lienzo se representa a los quauhquecholtecas como auxiliares de los españoles y pone de relieve los logros que alcanzaron, “cómo viajaron, qué batallas pelearon y qué lugares eran importantes para ellos. El documento no solo proporciona una de las primeras representaciones geográficas del área, sino también cuenta la historia de la conquista de Guatemala, vista a través de los ojos de un ejército auxiliar indígena”.
Asselbergs, en otra de sus investigaciones, ayuda a comprender por qué los quauhquecholtecas y otros grupos indígenas estuvieron dispuestos a ayudar a los españoles en sus campañas militares.
En La conquista de Guatemala: Nuevas perspectivas del lienzo de Quauhquecholan en Puebla, México, explica los patrones de conquista y rebelión en la Mesoamérica prehispánica: antes de la llegada de los españoles, las relaciones de poder consistían en un complejo sistema  político y militar, caracterizado por cambios continuos de dominio y condición social.
“Cuando un grupo era conquistado por otro, los miembros del primero se volvían parte del nuevo sistema de control, con el papel de súbditos tributarios, tanto en especie como en personas, lo cual normalmente implicaba un cambio de estatus y riqueza”.
Una de las formas de recuperar prestigio y riquezas perdidas, indica la investigadora, era unirse a las conquistas posteriores de los nuevos gobernantes. “Como muchos antes que ellos, y otros después, los quauhquecholtecas vieron la llegada de los españoles como una oportunidad para deshacerse del control de sus opresores (los aztecas) y aprovecharon la oportunidad para unirse a otras conquistas españolas para adquirir el estatus de conquistadores”.
El lienzo es uno de los pilares del libro La visión indígena de la conquista,  del antropólogo y etnohistoriador Ruud van Akkeren, quien se ha especializado en los documentos indígenas del altiplano de Guatemala. En su obra se explaya en la Guatemala antes de la conquista, las alianzas de los pueblos indígenas al paso de los españoles y en varios aspectos del lienzo.
 

Reflexión

La comprensión de las lógicas narrativas indígenas, de acuerdo con Luis Pedro Taracena, permitirán acudir a las fuentes historiográficas para “reconocerlas válidas y creíbles por sí mismas, al mismo nivel que las españolas”.
Cuando pensamos en la conquista,  dice Oudijk, “hemos aprendido a verla como un proceso español en el que participaron unos indígenas, pero que no jugaron un papel determinante. Sin embargo, ahora sabemos que  fue un proceso mucho más complejo. Fue una cooperación bastante fuerte entre los españoles y los indígenas y, en muchos momentos los indígenas fueron mucho más influyentes que los europeos”.
Oudijk comenta que en el momento colonial “los indígenas pensaron que los iban a recompensar, como era la costumbre en los tiempos prehispánicos. Precisamente eso es lo que no pasó”.
 

Mitos

“La visión tradicional de la Conquista, basada en el enfoque de los propios conquistadores españoles, no está tan atrincherada como antes”, consideran Oudijk y Restall, este último, autor de Los siete mitos de la conquista española, donde desacredita ideas enraizadas sobre este período de la Historia. “La propia existencia de ese texto muestra que hay un número creciente de voces revisionistas y presentaciones de pruebas que desacreditan dichos mitos”, sostienen los estudiosos.
Restall presenta siete apartados en su publicación. En El mito de los hombres excepcionales, desecha la idea de un triunfo de estrategas militares, lo cual está unido a El mito del ejército del rey, pues los conquistadores no eran un grupo uniforme de soldados sino uno de artesanos, en su mayoría iletrados, atraídos por la oportunidad de riqueza.
El mito del conquistador blanco alude a la participación de poblaciones enteras de indígenas en el proceso de avanzada.  El mito de la completitud  se refiere la resistencia de las poblaciones originales, no fue cierto que se logró la total dominación del continente.
El autor propone un punto medio entre la idea de que había fluidez de comunicación entre europeos y nativos o su versión contraria, que nunca lograron entenderse. Esto lo aborda en El mito de la comunicación.
Sugiere que la merma en la población indígena a causa de las enfermedades está sobredimensionada, en el sentido de que el descenso demográfico no llevó a las comunidades a la dominación y su consecuente dispersión. Fue, más bien, una rápida respuesta de adaptación. Algo que toca en El mito de la devastación indígena.
Y, en   El mito de la superioridad deja claro que toda aparente ventaja de tipo bélico no fue determinante para los españoles, pues su armamento era escaso y de difícil uso en las nuevas tierras. Los caballos, si bien desconocidos, fueron asimilados propiamente como lo que eran, animales y no parte de seres emulando centauros.
 

En rebelión abierta y hostil

El Lienzo de Quauhquecholan documenta varios encuentros, uno de ellos es la batalla de los quichés. Al respecto Asselbergs indica: “Cuando los españoles entraron a la región de Quetzaltenango, el entonces jefe del lugar, de nombre Q’alel Atzij Winaq Tieran, había enviado un mensajero militar a los gobernantes de Utatlán para informales de la llegada. Los gobernantes quichés mandaron entonces a un capitán poderoso, Tecum, quien vivía en Totonicapán, para enfrentarse a los españoles en el valle de Quetzaltenango”.
Relata la arqueóloga que Tecum, iba acompañado por “39 abanderados, muchos capitanes y 8 mil 400 guerreros. Este mismo ejército, junto con los quichés de Quetzaltenango, esperaba a los europeos. De acuerdo con Gonzalo de Alvarado, había más de 10 mil guerreros esperándolos; Pedro de Alvarado calculó que sumaban 12 mil”.
La verdadera batalla por la conquista del pueblo, indica la investigadora, se libró en Pinal, al sur de Quetzaltenango.
El encuentro dio un nuevo nombre al lugar, que en k’iche’ era Xe Lajuj Noj, “en alusión a un nombre calendárico y a una montaña. El nombre de Quetzaltenango es náhuatl y no fue  una traducción, se  refiere a las plumas de quetzal que adornaban a los señores quichés que perecieron en la pelea”, agrega.
 “En esa época, la mayor parte de Guatemala todavía no estaba conquistada y muchos de los pueblos se hallaban en rebelión abierta y hostil”, puntualiza Asselbergs.
 

Fuentes: las investigaciones y artículos señalados en el texto  así como las ponencias de la Jornada “Participaciones Indígenas en la conquista y las nuevas interpretaciones historiográficas”, documentadas por la Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica.

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