Revista D

Gómez Carrillo, hoy

Nadie discutirá que viajar por el mundo es una experiencia que cambia la perspectiva de la vida a cualquiera, y eso era lo que le sucedía a Enrique Gómez Carrillo y a sus lectores de los diarios La Nación y La Razón, de Buenos Aires, y El Liberal, de España, con sus crónicas de viaje.

<span style="color: rgb(68, 68, 68); font-family: arial,sans-serif; font-size: small; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; letter-spacing: normal; line-height: 16px; text-align: left; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; word-spacing: 0px; background-color: rgb(255, 255, 255); display: inline ! important; float: none;">Fue periodista, crítico, novelista, escritor y cronista. (Foto Prensa Libre: Érick Ávila/ dramatización del escritor por Ricardo Catalán, de la compañía El Duende del Ático).</span>

Fue periodista, crítico, novelista, escritor y cronista. (Foto Prensa Libre: Érick Ávila/ dramatización del escritor por Ricardo Catalán, de la compañía El Duende del Ático).

Gómez Carrillo nació en Guatemala en 1873, y siendo un adolescente lo retiraron del colegio y lo pusieron a trabajar por escaparse constantemente. Su enfurecido padre lo condenó a laborar en una librería. Rebelde y soberbio nunca se dedicó a las ventas, sino permanecía todo el día encerrado en la biblioteca. Hasta que un día, un tal Rubén Darío entró osadamente para llevarse algunos libros. —¿Qué haces?—, le cuestionó.  -Leo- contestó a secas. -¿Y cuántos  has leído?–, continuó el poeta. -Todos- afirmó el muchacho, con indiferencia.

Ese encuentro  marcó un camino que hoy puede recorrer quien así lo desee, porque el asunto no terminó ahí, sino que se trasladó a España y luego a París, desde donde ambos recorrieron  el planeta.

Escribir crónica de viajes es traer el pasado al presente para que coexistan, pero hacer crónica modernista es describir, además de lo político e histórico, lo sensorial y lo exótico.

Ya escritor

“En el Japón, en efecto, se siente usted un alma de laqueur o un artesano de zatzumas, pero ¿acaso antes en Hungría no se había usted sentido un instinto de tocador de violín?, ¿no me dijo usted una vez que había soñado con hacerse monje en Ávila?, ¿no es usted madrileño cuando le viene en gana, argentino cuando quiere y parisiense de París en todas horas y de todas maneras?”, le diría Darío a un Enrique más maduro en el prólogo de De Marsella a Tokio.

Para Gómez Carrillo no era solo trabajo, ni solo escribir, ni solo viajar. “De lo que se trata es de vivir la vida intensamente, completamente, sin avaricia de pasiones, sin prudencias inútiles (…) Vivir peligrosamente, dice Nietzsche, y eso significa vivir en plena fiebre, sin estar seguro de lo que va uno a hacer al día siguiente, sin saber si unos ojos azules que pasan por la calle no van dentro de un instante a desbaratar nuestra paz”, afirmaría en Historias de la gran guerra.

Y quién no habría querido desempeñar ese trabajo, cuatro meses en Japón, seis en Rusia, medio año en París, tres semanas en Guatemala, pero aún hoy, cualquiera que quisiera acompañarlo  puede hacerlo en las rediciones de sus libros, promovidas por la asociación guatemalteca que lleva su nombre y que se ocupa de incitar la lectura de su obra.

Son unos 10 los libros que siguen vivos en el país, no solo por su contenido, sino porque están en las librerías esperando por quienes deseen aproximarse a diversos  paisajes y el interior del hombre de cualquier nacionalidad que Gómez Carrillo haya visitado.

El más reciente de ellos es La Rusia actual, que se presentó recientemente bajo el sello de la Editorial Cultura, al igual que otros títulos como El Japón heroico y galante, Fez, la andaluza, El despertar del alma y Jerusalén y la Tierra Santa.

Además,  publicadas por otras casas editoriales, están Enrique Gómez Carrillo, el cronista errante; Mi vida con Enrique Gómez Carrillo, de Artemis y Edinter; y Treinta años de mi vida, de la editorial universitaria.

Para el lector más moderno también existen varios de sus textos  en e-book, en Sophos y Amazon,  a menos Q50  cada uno. Entre ellos:   El beso maldito, Tres novelas inmorales, La Grecia eterna y El Japón heroico y galante.

Con información de Jorge Carro, presidente de la Asociación Enrique Gómez Carrillo y Consuelo de Sánchez, fundadora de la mencionada asociación.

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