Revista D

Peligrosos trolls 

En internet se han formado ciberpandillas que llegan a causar mucho daño.

Muchos acosadores se esconden en el anonimato que brinda el internet. Foto Prensa Libre: Diegocriminaldefense.com

Muchos acosadores se esconden en el anonimato que brinda el internet. Foto Prensa Libre: Diegocriminaldefense.com

Estos jóvenes son adictos a la deshumanización y a la insensibilidad. A través de internet se dedican a trollear (molestar o acosar) a otros con las peores maneras imaginables.
Hace unas semanas, la Legión Holk, un grupo cerrado creado en Facebook, se atribuyó un ataque en un establecimiento educativo de Monterrey, Nuevo León, en el que uno de sus integrantes accionó una pistola contra su maestra y compañeros de clase.
El día anterior había escrito en la red social: “No pido naiks, solamente que dejen su ward porque mañana haré una masacre en mi colegio”. Los demás usuarios lo alentaron a hacerlo mediante publicaciones como “sí, hazlo, hazlo” o “ja, ja, ja, no lo vas a hacer… hazlo, hazlo”.
Y lo hizo: en esa ocasión fallecieron dos personas; el muchacho, de 15 años, se suicidó de un balazo en la cabeza.
Al conocerse los hechos, la Legión Holk calificó al agresor de héroe y valiente.

Alerta a los padres

Un caso como el anterior no debe considerarse aislado. En internet hay varios de estos grupos que, al principio, se forman de manera inocente —fanáticos de Pokémon, por ejemplo—, pero que se vuelven violentos. Estos llevan nombres como Team Toxico, Negroserías, Seguidores de la grasa, Crew Madafaka, Clan Iluminati, Legión Gatuna y las sectas Mantequilla, 100tífica, 1000lenaria, Moa y Doriloca, entre muchos tantos.
La Legión Holk, por ejemplo, tiene creadas varias cuentas en toda Latinoamérica, incluida Guatemala. ¿Cuántos pertenecen a ellos? Son miles y la mayoría tiene edades que van de los 10 a los 20 años.
La red social Facebook los puede sancionar con la clausura de un grupo o con el cierre de una cuenta personal, por violación de sus políticas de contenido. Por ello, varias están inactivas, pero el problema es que es posible abrir otras.
Además del trolleo (o ciberbullying) o la creación de spam (basura virtual), incitan a los demás a “cumplir retos” que, en casos extremos, llegan a ser homicidios, robos, violaciones y maltrato animal. Lamentablemente, se ha vuelto común el intercambio de imágenes violentas y distribución de pornografía infantil.
“También fomentan la discriminación, el bullying, la xenofobia, el racismo y el machismo”, apunta Clemente De León, psicólogo educativo que ha escrito varios libros sobre desarrollo de valores humanos y formación ciudadana a través de internet. “La exposición continua a actos negativos los convierte en seres insensibles”, agrega la psicóloga María Cristina Bolaños.
Para difundir estos escenarios de terror, los trolls (malas personas o “autistas”, como se autodenominan) se valen de memes, hashtags ofensivos en Twitter y del hostigamiento general contra alguien o hacia un grupo rival hasta doblegarlos emocionalmente. “Los más temibles y audaces acosadores digitales prefieren ocultarse y convierten el anonimato en un arma clave para causar un terror más efectivo”, se lee en el libro Sexte@r, escrito por De León.
Las consecuencias de estas prácticas han sido nefastas, pues varios se han suicidado al ser víctimas del ciberbullying.
Asimismo, se dedican a falsificar o apropiarse de cuentas de redes sociales y revelar información privada.
Ciertos grupos, entre sus requisitos de ingreso, piden que las jóvenes envíen una foto con sus senos destapados y que prueben que su perfil es real. Una vez aceptadas, se exponen a sufrir ataques de los demás integrantes.
En cualquier caso, luego de una “victoria”, se burlan de lo ocurrido y proponen que sucedan más eventos fatales.

¿Qué hacer?

Estos son algunos consejos que los padres pueden aplicar para el uso de Facebook y similares. La primera, contar con una contraseña segura. La segunda, supervisar lo que hacen sus hijos en sus cuentas. Asimismo, dar el ejemplo, pues “hay adultos que son peores que un adolescente”, refiere De León.
También se recomienda leer las condiciones de uso de cada red social, pues muchos se saltan las reglas. A esto se le debe sumar evaluar las condiciones de privacidad que ofrece cada sitio.
Otros aspectos son impedir que los chicos sean víctima o victimarios, así como evitar ciberdelitos como distribuir pornografía infantil —por ejemplo, un simple RT (retuit) de un menor de edad desnudo se considera porno pederasta, lo cual puede llevar a la cárcel—.
“Es difícil que los adolescentes distingan entre los gracioso, lo absurdo y lo inmoral; por eso, debe haber vigilancia de los padres”, explica Bolaños.
Para contrarrestar este tipo de abusos, diputados del Congreso de la República propusieron reformar el artículo 274 literal d), del Código Penal, en la sección de registros prohibidos, para sancionar hasta con ocho años de cárcel a quienes abran una cuenta falsa en cualquier red social.

Otro vocabulario

Los jóvenes que pertenecen a estas ciberpandillas emplean un argot especial. Estos son algunos términos:
Autistas. Así se autodenominan quienes participan en esta clase de grupos en línea.
Arena / Tirar arena. Causar polémica.
Ban / Banear / Bannear. Restringirle a alguien el acceso a un grupo o suspenderlo de ciertas actividades.
Desban / Desbanear. Devolver los privilegios de acceso y/o publicación a un miembro suspendido.
Perma. Baneo permanente (que no puede reingresar a una comunidad).
Carding. Fraudes con el empleo de tarjetas de crédito.
Bineros. Son quienes se dedican al carding.
CP. Pornografía infantil (child porn).
Gore. Matanzas; mutilaciones.
Holkeano. Participante del grupo Legión de Holk.
Momo / Momazos. Memes; muchos son ofensivos.
Naik / Nikes. Derivado de like.
Pack / Zelda. Descarga de un archivo, por lo general pornográfico.
Plox / Plots. Por favor (derivado de please).
Repollo / Reposho. Repost; alguna publicación irrelevante y/o pasada de moda.
Trollear. Molestar, acosar u hostigar.
Ward. Guardar. Se usa cuando alguien quiere dar seguimiento a una conversación o publicación.

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