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Por qué la búsqueda constante de la felicidad puede en realidad hacerte sentir más miserable

¿Cuánto te esfuerzas por alcanzar la felicidad plena?

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¿Cuánto te esfuerzas por alcanzar la felicidad plena?

Para muchos es una meta inalcanzable en la que, cuanto más lo intentas, más lejos estás de la meta.

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Las últimas investigaciones científicas sugieren que la búsqueda de la felicidad puede, en realidad, causar el efecto contrario, llegando incluso a provocar sentimientos de soledad, estrés y fracaso personal.

Esto puede explicar el estrés y la decepción que algunos sienten durante ocasiones especiales tales como cumpleaños, navidades o Año Nuevo. Pero los estudios científicos dicen que esta búsqueda exacerbada de la felicidad también tiene consecuencias profundas en nuestro bienestar a largo plazo y ofrecen algunas pautas muy útiles para conseguir objetivos mucho más amplios.

El mantra de los libros de autoayuda

Iris Mauss, que ahora imparte clases en la Universidad de Berkeley, en California, fue una de las primeras psicólogas en explorar científicamente esta idea.

Dice que se inspiró en la gran cantidad de libros de autoayuda que se han publicado en Estados Unidos en las últimas dos décadas. Muchos de ellos presentan la felicidad como el sine qua non de la existencia.

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“Dondequiera que mires, ves libros sobre cómo la felicidad es buena para ti y cómo, básicamente, debes alcanzar la felicidad, casi como un deber”, asegura.

Pero, ¿están esos ejemplares simplemente preparando a la gente para la decepción?

En función de esto, la gente puede marcarse estándares muy altos para lograr su propia felicidad. Pueden pensar que deberían ser felices todo el tiempo, o extremadamente felices, y eso puede hacer que las personas se sientan decepcionadas con ellas mismas. Los efectos pueden ser contraproducentes”.

Cuantificar la felicidad

Mauss también se planteó que si simplemente nos cuestionamos muy a menudo “¿qué tan feliz soy?”, esto puede traer consigo sentimientos negativos.

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Para obtener respuestas, decidió llevar al cabo un experimento con la ayuda de Maya Tamir, Nicole Savino y Craig Anderson. Los cuatro elaboraron un cuestionario detallado y pidió a los encuestados que calificaran afirmaciones como:

Lo feliz que estoy en un momento dado dice mucho sobre lo que vale la pena en mi vida.

Para tener una vida significativa, necesito sentirme feliz la mayor parte del tiempo.

Valoro las cosas en la vida solo en la medida en que influyen en mi felicidad personal.

Como era de esperar, el equipo descubrió que cuanto más firmemente respaldaban los participantes esas afirmaciones, menos satisfechos estaban con su vida actual.

El panorama resultó distinto para los participantes que recientemente habían experimentado momentos emocionalmente duros y cuya visión de la felicidad se basaba menos en un momento preciso.

Así que el deseo de querer ser feliz, incluso cuando uno atraviesa momentos difíciles, no es lo que necesariamente nos hace más miserables, pero ese mismo anhelo puede hacer que no sepamos sentirnos satisfechos con nuestra felicidad cuando atravesamos un momento bueno.

Expectativas marcadas

Tras el cuestionario, Mauss y sus colegas querían ver si podían manipular la actitud de los participantes para alterar su percepción de la felicidad a corto plazo.

Para hacerlo, pidieron a la mitad de los encuestados que leyeran un artículo de periódico falso que exaltaba la importancia de la felicidad. Otro grupo de control leyó un artículo similar sobre los beneficios del “buen juicio”, sin hacer referencia a las emociones.

También pidieron a las personas que formaron parte del experimento que vieran una película conmovedora sobre una victoria olímpica. Hecho esto les preguntaron acerca de sus sentimientos.

Una vez más, el resultado fue asombrosos: la película fue menos efectiva a la hora de subir el estado de ánimo de las personas que estaban predispuestas a tener un sentimiento de felicidad mayor, en comparación con las personas que habían leído el artículo neutral.

Leer sobre la felicidad había aumentado las expectativas de los participantes sobre el cómo “deberían” sentirse cuando experimentaban algo positivo y esperanzador y por eso se cuestionaban constantemente cómo se sentían.

Cuando sus sentimientos reales no alcanzaron esos estándares, terminaron la película sintiéndose decepcionados en lugar de eufóricos.

Probablemente te hayas sentido así durante una celebración importante, tal como una boda o aquel “viaje de tu vida”: cuanto más deseabas disfrutar de algo menos lo hacías.

Lo contrario te ha podido ocurrir con un viaje inesperado y a un destino mucho más asequible, por ejemplo.

El efecto contrario

Los resultados de la investigación de Mauss, sin embargo, muestran que esto podría aplicarse a muchas otras áreas de nuestra vida.

Desde entonces, la psicóloga ha demostrado que el deseo de (y la búsqueda de) la felicidad también puede aumentar los sentimientos de soledad y desconexión, quizás porque hace que tu atención se centre en uno mismo y en tus propios sentimientos en lugar de apreciar a las personas que lo rodean.

“El enfoque en uno mismo podría hacer que uno se involucre menos con otras personas, y podría juzgar a los demás de forma negativa si percibo que “interfieren con mi felicidad”, agregó.

Pero los efectos de desear mucho ser feliz no terminan aquí.

Sam Maglio, de la Universidad de Toronto (Canadá) y Aekyoung Kim, de la Universidad de Rutgers (Estados Unidos) encontraron otra manera en la que la búsqueda consciente de la felicidad puede ser contraproducente al hacernos sentir que el tiempo para alcanzar dicha meta se nos está acabando.

Al igual que Mauss, Maglio y Kim utilizaron varios estudios para poder establecer el efecto causal de su ensayo. Incluyeron cuestionarios y experimentos.

Uno de sus estudios pidió a los participantes que enumeraran las 10 cosas que creían les podrían hacer feliz en la vida. Algunos ejemplos podían ser cosas simples como dedicar algunas horas a la semana para estar con su familia.

El resultado fue que en lugar de sembrar un sentimiento optimista de cara al futuro, el ejercicio hizo que muchos se angustiaran por el poco tiempo que tenían para hacer todas esas cosas, y como resultado, se sentían menos felices.

El problema no era enumerar las cosas que los hacía felices en ese momento: el problema era querer aumentar ese deseo de felicidad.

La felicidad, explica Maglio, es una meta nebulosa y conmovedora: es muy difícil sentir que has alcanzado la felicidad máxima e incluso si te sientes contento, deseas prolongar esos sentimientos.

El resultado es que siempre sientes que puedes hacer algo más para ser todavía más feliz.

“La felicidad pasa de ser algo agradable a algo oneroso en lo que tengo que seguir trabajando una y otra vez”, afirma Maglio.

Las redes sociales

Maglio señala que las redes sociales nos hacen especialmente conscientes de cómo es la vida de los demás y pueden aumentar nuestro deseo de vivir una vida más feliz y emocionante que la propia.

El experto piensa que seríamos estaríamos más satisfechos si no nos comparásemos con los demás para establecer nuestros estándares de lo que significa una vida buena y relevante.

“Si te hacen recordar constantemente como un amigo disfruta de viajes exóticos o cenas elegantes, funciona como una especie de recordatorio de que otras personas son más felices que tú, y hace que la felicidad se fije de nuevo como un objetivo”, explica Maglio.

“Definitivamente creo que el deseo por ser feliz está aumentando hoy en día”.

Aprender a aceptar lo malo

Por otro lado, Mauss dice que las investigaciones científicas también han demostrado que las personas que aceptan mejor los sentimientos negativos.

Son capaces de que, en lugar de tratar de luchar constantemente contra ellos, como si fueran un enemigo de nuestro bienestar, acaban por sentirse más satisfechos con su vida a largo plazo.

“Cuando te esfuerzas por ser feliz, puedes llegar a ser muy crítico y no aceptar las cosas negativas de tu vida… casi te reprendes por los sentimientos que son incompatibles con la felicidad”, sostiene.

Por estas razones, aconseja adoptar una actitud más estoica ante los altibajos de la vida, en la cual se acepten los malos sentimientos como momentos fugaces en lugar de tratar de eliminarlos por completo.

Pero esto no quiere decir que no haya pequeños trucos que aumenten el bienestar propio. Algunos de ellos incluyen mantener un “diario de gratitud” o ser bondadoso con los demás. Pero no esperes que tu estado de ánimo mejore de manera inmediata e intenta no seguir cuestionando constantemente cómo te sientes.

La felicidad es como un animal tímido. Una vez que dejas de perseguirlo, posiblemente aparezca.

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