Escenario

¿Cómo se financió el Ferrocarril de Los Altos?

El Ferrocarril de Los Altos, se financió en 1921 mediante el impuesto de tres pesos a la botella de aguardiante. Después por medio de la emisión de bonos del Estado que se terminaron de pagar el 1 de julio de 1951.   

El desarrollo histórico financiero de esta obra de avanzada ingeniería que los quetzaltecos recuerdan con nostalgia será el tema de la conferencia que presentará el economista José Molina Calderón, el miércoles 7 de este mes, a las 18.15 horas, en el auditorio de la Academia de Geografía e Historia de Guatemala, 3ª. avenida 8-35, zona 1 de la capital.

Molina Calderón, al comentar el origen del recordado ferrocarril, comenta: “La referencia más antigua que conozco al respecto data de mayo de 1881, cuando el presidente de la República, Justo Rufino Barrios, reunido en Totonicapán con la Corporación Municipal de Quetzaltenango, mencionó el sueño de llevar un ferrocarril a la zona de Los Altos. La idea tuvo éxito y se plasmó en un proyecto concreto: El Ferrocarril de Los Altos.

El proyecto de un ferrocarril en Guatemala surgió de iniciativas privadas. Implicaba una concesión del Estado a favor del proyecto. A principios del siglo XX fue dada la concesión para las vías férreas y tierras para el cultivo del banano, por 99 años, a la empresa International Railroad of Central America (IRCA, por sus siglas en inglés).

El 21 de noviembre de 1910, esta empresa inauguró el proyecto del Ferrocarril de Los Altos, en propiedades de coronel J. Encarnación Juárez, en la ciudad de Quezaltenango, y el 15 de marzo de 1911 se inauguraron  también en la Villa de San Felipe Retalhuleu, cita Encarnación Soloj Rodas, en su libro Remembranzas del Ferrocarril de Los Altos.

Se suspenden los trabajos

Los trabajos de construcción del ferrocarril se suspendieron del 3 de octubre de 1914 al 14 de marzo de 1915, como consecuencia de la depresión económica de la Primera Guerra Mundial, indica Soloj.

Pero también por la decisión del entonces presidente Manuel Estrada Cabrera, quien sugirió a los promotores del proyecto: “suspender los trabajos por un término de tres meses mientras pasa la carestía de víveres y las siembras de los trabajadores”.

El 8 de abril de 1920,  Estrada Cabrera, de origen quetzalteco, fue retirado del cargo y el futuro del proyecto tuvo que redefinirse con el sucesor en la Presidencia.

Durante el gobierno de José María Orellana (1921-1926), jefe del Estado Mayor y ministro de Instrucción Pública de Estrada Cabrera, se convocó a una licitación pública, y se otorgó el contrato para la construcción del Ferrocarril de Los Altos, a la empresa Allgemeine Elektricitats-Gesellschaft (AEG), de Berlín, Alemania.

El contrato se firmó el 13 de julio de 1922.  Era realmente un doble proyecto de ingeniería: el funcionamiento del ferrocarril propiamente dicho y la construcción de la planta eléctrica hidráulica, que provería energía para el funcionamiento del ferrocarril, situada en Santa María de Jesús, Zunil, Quetzaltenango.

El contrato con AEG fue aprobado por el Gobierno Central y publicado en el diario oficial, El Guatemalteco, el 2 de octubre de 1924.  El presupuesto fue de 2.5 millones de dólares norteamericanos, a través de una emisión de bonos del Estado, al tipo del 85 por ciento, y el 8 por ciento de interés anual, y se terminó de pagar el 1 de junio de 1951.

Innovación

La ingeniería del proyecto fue una innovación tecnológica, no sólo en  Guatemala, sino a nivel mundial.

Se descartó la posibilidad de utilizar locomotoras de arrastre movidas con vapor, por lo pronunciado de la pendiente de más del 9 por ciento. Basta indicar que el pueblo de San Felipe, en la costa sur de Guatemala, se encuentra a 614 metros sobre el nivel del mar y Quetzaltenango está a 2,333 metros SNM.

La línea férrea recorría 44 kilómetros. La posibilidad de un tren movido por cremalleras también fue descartada. Finalmente se optó por un sistema eléctrico con chasís metálico y vagones de madera. Los vagones de personas y transporte de carga eran en realidad tranvías, movidos en cada eje por motores propios y con un sistema de frenos magnéticos.

La obra civil de la colocación de rieles fue un trabajo mejor que el efectuado por la IRCA en Guatemala. Se construyó un túnel, que actualmente es utilizado para el paso de automotores.

Para la solución eléctrica se optó por la construcción de la primera planta eléctrica estatal, con embalse de agua y dique, con su propio cuarto de máquinas.

En 1927 se inició la operación de la planta eléctrica, con dos turbogeneradores de 2 MW cada uno, para surtir a  Quetzaltenango y a poblaciones aledañas. Al principiar la operación del ferrocarril, en marzo de 1930, se agregó otra unidad de 2 MW, para un total de 6 MW.

La hidroeléctrica

La construcción de una planta hidráulica de 6 Megawatts, a precios del mercado actual es de $9 millones de dólares. Una planta pequeña en relación a los estándares actuales, por el costo del dique puede elevar el costo.

La casa de máquinas en Santa María, fue muy bien construida. Consistía en una estructura metálica unida por pernos, sin soldadura, base para el levantado de las paredes.  El centro de controles era una pared de mármol blanco, que reflejaba el cuidado, limpieza y pulcritud de las instalaciones.

El complejo de oficinas, a la vez viviendas de los altos funcionarios, eran casas de madera, que en 2005 aún se conservaban en su forma original.  También eran de madera las viviendas de la colonia del personal, situada a la orilla de carretera. En las antiguas instalaciones de la estación del ferrocarril aún se observa el lugar en que se adquirían los boletos y se abordaba el tren. Ahora se sitúa allí el Colegio del Instituto Nacional de Electrificación (INDE).

Duró poco

El Ferrocarril funcionó del 30 de marzo de 1930 al 19 de septiembre de 1933, período de la Gran Depresión Mundial.  De 1929 a 1931, los precios del café guatemalteco cayeron en 75 por ciento, y el precio del quintal llegó a menos de Q4.

El volumen de carga y pasajeros descendió notablemente. Como agravante, en septiembre de 1933 lluvias torrenciales causaron la destrucción de varias vías férreas y puentes por donde pasaba el Ferrocarril de Los Altos.

Los rieles en Santa María de Jesús quedaron inservibles por la gran cantidad de lluvia, lodo y otros elementos destructores.

El presidente Jorge Ubico, no apoyó la reconstrucción del ferrocarril.  Las gestiones del alcalde de Quetzaltenango, para la rehabilitación de la obra en 1934, no fueron oídas.

El único legado que queda de aquella magnífica obra de ingeniería es la planta hidroeléctrica de Santa María de Jesús, que continúa produciendo 6 Megawatts, y ha funcionado durante 75 años. Sólo ha sufrido dos suspensiones de servicio, por corto tiempo, a causa de temporales.

Con nostalgia, los quetzaltecos, guardan como recuerdo del Ferrocarril de Los Altos, un monumento ubicado en el Parque Guzmán, de Totonicapán y la conocida melodía nacional de marimba, obra de Domingo Betancourt, que lleva el nombre de este innovador proyecto.

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