“He aquí que el Voyager, esta sonda que trabaja como una mula desde hace 33 años, nos muestra una vez más algo completamente nuevo”, señaló Rob Decker, uno de los expertos de la NASA encargado de la cuestión de las partículas de baja energía de la misión Voyager, e investigador de la Universidad John Hopkins.
Desde que fueron lanzadas en 1977, la sonda y su réplica, el Voyager II, retransmitieron una gran cantidad de información reveladora sobre planetas que están en otros sistemas.
Expertos de la NASA estiman que al Voyager I le tomará otros cuatro años salir por completo del Sistema Solar e ingresar al espacio interestelar, fuera de la influencia magnética del Sol.
Actualmente, la sonda está a 17.400 millones de kilómetros del Sol, “en una zona donde la velocidad del gas caliente ionizado (…) que emana del Sol cayó a cero”, explicó la agencia espacial estadounidense, durante la presentación de los datos que se llevó a cabo hoy en una reunión de la American Geophysical Union en San Francisco.
“Los científicos tienen la hipótesis de que los vientos solares se convierten en laterales bajo la presión de los vientos interestelares”, añadió la NASA. “Cuando me di cuenta de que (esos datos) tenían una velocidad que había caído a cero, me quedé estupefacto”, señaló Decker.
La agencia espacial describió este descubrimiento del Voyager “como un hito en su viaje a través de la heliósfera (…) y de su próxima salida de nuestro Sistema Solar”.