En un cobertizo gigante de estética industrial, Givenchy montó una cancha de básquetbol negra cuyas líneas estaban marcadas con tubos rojos fluorescentes y rodeada de un enrejado como en los barrios populares de Los Ángeles, Miami o Nueva York.

En ese espacio desfilaron los modelos, con ropa inspirada directamente en la estética de los gangs, las maras, los planchas u otras pandillas urbanas.

El look callejero está presente en las zapatillas, gorras de béisbol, chaquetas informales y deportivas y otras prendas que recuerdan ese universo urbano juvenil, pero en diálogo con códigos más elegantes de Givenchy, incluyendo toques lujosos con pieles y texturas sofisticadas.

Esa estética raya en el kitsch callejero que se desarrolla con variantes locales, y donde la fascinación por las marcas y el logo es un elemento fundamental.

“Más que Estados Unidos, la referencia es América Latina. Aún en medio de la pobreza, en la calle, los chicos siempre se ven increíbles”, comentó el diseñador.

“En Cuba por ejemplo, mucha gente no tiene tanto dinero para comprar ropa, pero se ven chic y elegantes: la elegancia no es algo que se pueda comprar”.

La colección, según Tisci, “muy fácil de llevar”, incluye sudaderos con capucha, a veces forradas en piel, y estampados que evocan graffitis urbanos u otros más arty, con pinceladas de varios colores.

“Yo me crie en una banda y en la calle, por lo tanto todo eso está en mi ADN”, comentó Tisci.

El italiano nacido en Tarento y formado en Londres hizo otra propuesta: redecillas para cubrir parte de la cabeza y el rostro de estas criaturas urbanas masculinas.

La semana de la moda masculina concluye mañana, en París, con los esperados desfiles de las casas Dior y Saint Laurent.