Se trata de una enfermedad que en principio puede pasar desapercibida y en el caso de que se manifieste, Carmen Fariñas, miembro de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas (Seimc), explica que los síntomas son tres: “fiebre, dolor de garganta sobre todo cuando se traga, lo que llamamos odinofagia e inflamación dolorosa de los ganglios del cuello, cervicales y occipitales, las denominadas adenopatías”.
La doctora Fariñas añade que “si exploramos al paciente solemos ver un aumento del tamaño del hígado y del bazo, incluso pueden aparecer dolor de músculos (mialgias) y dolor de articulaciones (artralgias)”.
Si eres joven, cuidado a quien besas o de dónde bebes
Los adolescentes o adultos jóvenes es el grupo de mayor riesgo. “Se cree que la mayoría de las primeras infecciones aparecen en la infancia casi en el 90 por ciento de los casos, y en los adolescentes existe una posibilidad de que se manifiesten síntomas entre un 50 y un 70 por ciento”, afirma Carmen Fariñas.
No sabemos si detrás de la famosa fotografía, “Besándose frente al Hotel de Ville”, de Robert Doisneau, hay algo más que un beso entre dos actores, pero lo cierto es que esta instantánea ha pasado a la historia por reflejar el romanticismo de París.
Y es el tiempo el talón de Aquiles para los investigadores. No existe vacuna para esta enfermedad, Albert Pahissa explica que “Epstein-Barr sigue siendo una especie de virus olvidado aunque ya se va conociendo cada vez más”.
“No hay tratamiento específico para la mononucleosis infecciosa. El que prescriben los médicos es el llamado sintomático que consiste en recetar paracetamol o aspirina para aliviar el dolor de garganta y la fiebre”, también asegura la doctora Fariñas.
Respecto a la gravedad de la enfermedad del beso, en principio no es transcendental, y generalmente desaparece sin dejar secuelas, de todas formas, Carmen Fariñas apunta que “algún pequeño porcentaje puede sufrir complicaciones como cansancio (astenia) durante los siguientes tres meses”.
La doctora del Hospital Marqués de Valdecilla de Santander también resalta que “pueden aparecer otras infecciones bacterianas por un microorganismo, el Streptococus Pyogenes, en un 30% de los pacientes que tienen el virus de Epstein Barr y sí, hay que tratarlo, pero no con los típicos antibióticos con los que se cura esta bacteria (amoxicilina y ampicilina) porque en este caso producen una erupción cutánea”.
En cuanto a la prevención, “no es necesario adoptar medidas profilácticas excepto si se trata de pacientes inmunodeprimidos (trasplantados o con el virus del VIH) y que no han estado previamente infectados por este virus”. Estos pacientes sí que tienen que tener más cuidado en su limpieza bucodental, o en la higiene general.
Es importante que si convives o interactuas con una persona con mononucleosis, ambos tomen precauciones para no contagiar al otro a través de la saliva, aunque no es necesario aislar a la persona.
Es recomendable dejar de besarnos mientras exista la posibilidad de contagio. Pero en cuanto la enfermedad se pase volveremos a besar porque es un gesto que necesitamos en nuestra vida diaria. ¿Cuántas veces besamos al día?, si lo pensamos incluso más que agua bebemos, pero no podemos obviar que en ocasiones puede no ser tan romántico, bonito y especial.
Carmen Fariñas, lanza un mensaje final absolutamente tranquilizador para los padres: “no es una patología grave, no suele tener complicaciones y se cura sola”.
Además, a pesar de que se denomine “la enfermedad del beso”, y este artículo haya versado sobre este gesto mundial de amor, es muy importante recordar que las complicaciones no sólo llegan por los besos, si no por cualquier otro contacto de saliva.