Vida

“Retrato de la señora Richter”

Garavito recreó en este retrato la realidad que trasciende.

Sólo con la aparición del impresionismo, como muy bien ha demostrado Pierre Francastel, se inició la destrucción del espacio apresado en el esquema piramidal invertido renacentista.

El cubismo y el arte abstracto le dieron la plantilla, creando un orden diferente de lo concreto, en el sentido ontológico de la realidad.

El realismo en la pintura, lo mismo que en la literatura, es un concepto moderno aunque hoy a muchos les parezca obsoleto y propio de un pasado no tan lejano. En este retrato, probablemente una de las mejores obras de este pintor, además de la ordenación de valores, forma, luz y color, el módulo de dicha ordenación es la construcción. De aquí nace esa sensación de inmutabilidad y perennidad.

De inspiración naturalista se transforma en cosa mental, elemento poco usual en la obra de Garavito. La verdad de su verbo pictórico, la riqueza del color, el enfoque, así como las texturas, conceden a esta pintura una categoría dentro del museo imaginario el cual está encima de nuestras contingencias históricas.

Garavito recreó en este retrato la realidad que trasciende. Su realismo es concreto y pleno de vida. No hay que olvidar que precisamente Courbert afirmaba que su formación se la debía a la naturaleza. Este retrato de lenta y reposada elaboración, de él surge la sinceridad plástica. Pareciera que el tiempo lo detuvo el artista, para eternizar el instante fugaz que en sí mismo entraña el declinar. En este retrato existen íntimas efusiones pictóricas intemporalizando la levedad de su plástica dicción, en donde el pintor, consciente o no, nos da la sensación de plasmar vulnerabilidad de la belleza femenina, acentuando este hecho con las flores de intrigantes connotaciones, complementando el retrato con la inaprensible sensación de fragilidad y misterio de su consistencia material.

Obra con rasgos de art nouveau, casi diría pertenece al mundo de nuestros recuerdos. Pero el retrato esta ahí cargado de contenidos simbólicos, como las flores cercanas al rostro. El fondo en múltiples tonos verdes, semejan un mosaico. El lirismo emana de las quietas armonías de factura leve en apariencia, rompe esta quietud el negro del vestido, concretando en este color la síntesis, eliminando concreciones formales, en aras de la expresividad cromática. Esta obra es, sin lugar a dudas, una de las mejores obras de este pintor.

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