EVOLUCIÓN
Los aneurismas habitualmente crecen de manera lenta, sin producir síntomas. “Estos suelen detectarse en pruebas realizadas por otros motivos, aunque, en ocasiones, su tamaño puede causar compresión de otros órganos produciendo molestias de diversa índole”, asegura el médico Gregorio Rábago, director del departamento de Cirugía Cardiaca, de la Clínica Universidad de Navarra, en España.
A medida que el aneurisma se hace más grande aumenta el riesgo de rotura, motivo por el cual es necesaria la intervención quirúrgica para reemplazarlo. En general, se recomienda cirugía cuando el diámetro es superior a 5 o 6 centímetros, lo cual depende de su localización.
“En la aorta ascendente y el arco aórtico se reparan mediante cirugía abierta, al reemplazar el segmento afectado por una prótesis tubular, lo que hace necesario parar el corazón y utilizar la máquina corazón-pulmón”, explica el especialista.
¿QUÉ HACER?
De acuerdo con Rábago, en los segmentos de aorta torácica descendente y abdominal, además de la corrección mediante la cirugía abierta, hoy en día se utilizan las endoprótesis, que se introducen a través de pequeñas punciones en las ingles. Con esta novedosa técnica se consigue evitar grandes incisiones, con el objetivo de que el paciente pueda restablecerse del procedimiento de manera más rápida.
En general, el pronóstico es muy favorable mediante ambos procedimientos. Se aconseja solucionar el problema cuanto antes y no atrasar la intervención, pues existe el riesgo de que la arteria pueda romperse espontáneamente.
Con información de los especialistas Gregorio Rábago y Lukasz Grochowicz, de la Universidad Clínica de Navarra, www.cun.es.