“Si no estamos atentos a esto, muy pronto estaremos en la primera era posantibióticos”, en la cual los medicamentos milagrosos del siglo XX ya no serán eficaces, advirtió en setiembre pasado el director del CDC, Tom Frieden.
“¡Es un problema mayor!”, señaló el profesor Patrice Courvalin, quien dirige el Centro Nacional de Referencia de la Resistencia a los Antibióticos en el señero Instituto Pasteur de París.
“El problema no es sólo ya no poder tratar una enfermedad, sino tener que dejar atrás de un día para el otro entre 20 y 30 años de avances médicos”, explica el científico.
El descubrimiento de los antibióticos constituyó, entre 1930 y 1970, un increíble progreso materializado en una mayor esperanza de vida y numerosos éxitos en la cirugía.
En el Reino Unido, la principal cosejera gubernamental para la salud, Sally Davies, habla de la resistencia a los antibióticos como de una amenaza global comparable al terrorismo o al recalentamiento de la Tierra.
Sin embargo, este fenómeno es algo natural: la aparición, a través de un proceso de selección, de cepas mutantes de bacterias que se han vuelto “insensibles” a los medicamentos.
Las infecciones ya no responden a los medicamentos disponibles, lo que entraña enfermedades con tratamientos más largos para su eventual curación, un mayor riesgo de contagio, más costos económicos y, sobre todo, un mayor riesgo de mortalidad.