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Clases comienzan con escuelas sin remozar y acechadas por la inseguridad

 El inicio del ciclo escolar del 2018 está marcado por escuelas abarrotadas, en mal estado y en el epicentro de zonas violentas.

La infraestructura educativa es uno de los problemas recurrentes y un factor asociado que afecta en la calidad educativa. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

La infraestructura educativa es uno de los problemas recurrentes y un factor asociado que afecta en la calidad educativa. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

Los ojos de Jazmín reflejan angustia. Desde muy temprano vino a formar fila afuera de la escuela pública de primaria y preprimaria de Santa Isabel 2, Villa Nueva. Le pregunta a la mujer que cuida la puerta tímidamente: “¿Puedo entrar a hablar con la directora?”. Del otro lado del portal, la encargada le dice que espere, y vuelve a cerrar. Son las 8 horas, y Jazmín se pregunta si podrá inscribir a sus dos hijas en ese plantel, pues es el último día para el trámite ordinario.


Junto con Jazmín, otras cuatro madres también pidieron hablar con la directora; no obstante, todo el personal del establecimiento está muy ocupado. Llevan dos días inscribiendo a los niños de  la jornada matutina, que el año pasado alcanzó los  mil 172 estudiantes, y aún faltan  otros mil que asisten por la tarde.

Jazmín se quedó sin trabajo  el 31 de diciembre del 2017. La despidieron porque “la venta ya no era tanta” en el puesto de mercado en el que laboraba. “Yo no tengo para pagar la cuota, pero mis niñas han asistido a esta escuela desde que eran chiquitas y voy a luchar para seguir inscribiéndolas aquí”, comenta justo antes de entrar a hablar con la directora.

La madre se refiere a un aporte de Q60 por niño que cobra la escuela a todos los padres. Aunque las autoridades del establecimiento dicen que es un pago “voluntario” y que no representa un costo de inscripción —pues está prohibido que se cobre ese tipo de cuotas a los padres de familia, de acuerdo con directrices del Ministerio de Educación—, el único trabajo de la portera es verificar que quienes llegan a inscribir a los infantes cuenten con la boleta de depósito que confirme que se hizo el pago antes de poder entrar.

“Los baños están hechos un asco y nunca los reparan”, se queja una madre que hace la cola afuera. “Nunca se sabe qué se hace con ese dinero, porque la escuela está en mal estado”, complementa otra. Sin embargo, la situación es más crítica en el instituto donde se imparte el nivel medio. 

A una cuadra de la referida escuela primaria, la directora de la secundaria, Silvia Chávez, está abrumada por los más de mil alumnos que se  inscriben en las dos jornadas. Su mayor preocupación son los 200 estudiantes de primero básico que no recibirán clases hasta que se construyan nuevas aulas.

“Aquí tenemos cinco aulas, pero hay otras seis que no vamos a utilizar este año”, cuenta Chávez. En la parte de atrás de la escuela hay cinco construcciones hechas de lámina y madera en condiciones precarias. Los pandilleros se meten a la escuela durante la noche y utilizan esos espacios para emborracharse.

“La infraestructura es un reto permanente, siempre hay deficiencias y se está tratando de remozar”, justifica el  viceministro de Educación Héctor Canto. Según el funcionario, se ejecutó gran parte de los Q600 millones para mejorar la infraestructura de un sistema educativo público que hoy empieza clases con tres millones de estudiantes, 124 mil maestros y una serie de retos.

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