Guatemala

Niños de la provincia viven odisea para estudiar

Carlos Salazar, de 10 años, todos los días cruza en una canoa dos kilómetros del río Sarstún y luego camina 500 metros más para llegar a la escuela, en aldea Sarstún Creek, Lívingston, Izabal.

El viento arrancó algunas láminas de la escuela de El Quetzal, San Pablo, San Marcos. (Foto Prensa Libre: Aroldo Marroquín)

El viento arrancó algunas láminas de la escuela de El Quetzal, San Pablo, San Marcos. (Foto Prensa Libre: Aroldo Marroquín)

Como él, muchos menores de la provincia deben superar graves obstáculos para estudiar, debido a factores que giran en torno a la falta de atención estatal hacia el sector educativo.

Carlitos, como es conocido, señaló que ya está acostumbrado a navegar por el río y que en ocasiones transporta a sus compañeros, aunque cuando llueve prefiere quedarse en casa por el peligro que eso representa, lo que impacta en su aprendizaje; sin embargo, no tiene otra opción porque ese es el plantel más cercano a su vivienda.

Raquel Ramírez, maestra de primer grado de la Escuela Rural Mixta de La Ceiba, Los Amates, Izabal, comentó que ese inmueble necesita techo, ya que las láminas están en malas condiciones y no han recibido ayuda del Ministerio de Educación (Mineduc) desde hace mucho tiempo. Además, en Izabal hay escuelas en áreas de riesgo y una que fue destruida por el río Motagua, en Monajanales.

Julissa Cervantes, directora de la escuela El Quetzalito, Puerto Barrios, manifestó que luego de un sismo, en el 2009, el establecimiento fue declarado inhabitable, por lo que utilizan, junto a tres secciones más, el salón municipal para impartir clases.

En Santa Rosa hay varias escuelas de primaria que no reúnen las condiciones mínimas de seguridad para que los estudiantes reciban clases.

Edmundo Valladares, padre de familia, dijo que en El Dormido, Chiquimulilla, Santa Rosa, 65 niños sufren para asistir a clases, ya que hace tres años la marea inundó la escuela y ahora deben trasladarse en lanchas para llegar a un establecimiento, a media hora de la isla donde viven.

“Hay días en los que no se puede pasar por la marea y los estudiantes no asisten a clases; además, muchos han optado por abandonar la escuela, ya que tienen que pagar Q10 por el traslado en lancha. A la escuela le faltan aulas, maestros y mobiliario”, indicó Valladares.

Brenda Olivares, madre de familia, comentó que para llegar a la Escuela Oficial Rural Mixta de San Nicolás, Barberena, Santa Rosa, sus hijos deben caminar más de media hora, y que esta no cuenta con mobiliario, y los sanitarios están en pésimas condiciones. Otros padres aseguran que no hay agua entubada, electricidad ni alcantarillas.

En la colonia El Esfuerzo, San Felipe, Retalhuleu, estudiantes cruzan un puente colgante dañado.

Luis Elías, director de esa escuela, comentó que pasar por ese puente es un peligro, pues está construido con tablas antiguas y los tensores no son resistentes.

En San Marcos, los terremotos del 2012 y del 2014 dañaron varias escuelas e institutos y a la fecha las autoridades no las han reparado, lo que se refleja en la mala calidad educativa.

“Es una lástima que no nos tomen en cuenta. Improvisamos unas galeras, pero un fuerte viento hizo que se volaran las láminas y ahora los niños reciben clases bajo el sol. Además, el aire y el polvo los afecta”, dijo Delfino López, presidente del Consejo Comunitario de Desarrollo de El Quetzal, San Pablo, San Marcos.

Juan Carlos Ochoa, alcalde de Esquipulas Palo Gordo, indicó que una situación similar se vive en Sibinal, San Pedro Sacatepéquez, la cabecera y en su municipio.

Largo recorrido

Para muchos niños de Huehuetenango, acudir a la escuela representa hacer un largo recorrido bajo el sol, o la lluvia y el frío.

En San José Las Flores, Chiantla, los estudiantes deben recorrer tres kilómetros para asistir a clases; sin embargo, en esa aldea no se imparte el ciclo básico, por lo que algunos jóvenes viajan a Planes del Cordero, a tres horas de camino en vehículo.

Las condiciones de pobreza también limitan el acceso a la educación, como el caso del agricultor Jacinto Morales, quien explicó que la prioridad es encontrar alimentos, pues según él, la formación educativa es buena, pero no tienen cómo cubrir esas necesidades, ya que el salario por día de trabajo agrícola es de Q35.

Escasa inversión

Expertos consideran que la falta de inversión en educación se traduce en escuelas en malas condiciones, falta de escritorios y carencia de refacción escolar, lo que impacta en el desarrollo académico de niños y jóvenes, principalmente en la provincia, donde se evidencia un alto grado de deserción.

Mario Rodríguez, jefe de la división de educación del Instituto de Problemas Nacionales de la Universidad de San Carlos de Guatemala (Ipnusac), señaló que el área rural está en abandono en términos de educación, pues la infraestructura estatal es insuficiente.

“El Estado no invierte desde hace mucho tiempo en edificios escolares y muchos inmuebles son antiguos”, señaló Rodríguez, quien agregó que a esos inconvenientes se suma la pobreza de las familias. “El Estado debería apoyar a los estudiantes más pobres para evitar la deserción, y dotar de infraestructura y maestros a las escuelas”, añadió.

Ana María Hernández, del área de Educación de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asíes), afirmó que solo el 35 por ciento de niños en edad escolar acude a la escuela primaria, mientras que el resto no lo hace por diversas razones, como inexistencia de una escuela en la comunidad.

Hosy Orozco, coordinador de la Gran Campaña por la Educación de Asíes, indicó que gran parte de sistema educativo del país se sitúa en el área rural, donde hay grandes problemas de aprendizaje. Añadió que debido a los altos índices de pobreza, los estudiantes del área rural tienen bajo rendimiento académico.

Carecen de datos

El ministro  de Educación  Óscar López informó que carecen de un censo de infraestructura, es decir, que no tienen una cifra exacta de las escuelas que están en mal estado.

“El último censo se hizo en el 2005, pero esperamos efectuar uno nuevo este mes y tener los resultados en octubre”, refirió.

Agregó que otro problema es que cerca del 70% de las escuelas se hallan en terrenos que no están a nombre del Mineduc, por lo que no pueden hacer mejoras en esos inmuebles, debido a que para invertir fondos públicos los terrenos deben estar a nombre del Estado; sin embargo, tienen un equipo de abogados que  trabaja  en la legalización de los terrenos.

López agregó que el Mineduc no es la entidad encargada de los edificios escolares, sino la Unidad de Construcción de Edificios Escolares del Ministerio de Comunicaciones.