Guatemala

Guatemala Nunca Más: 19 años del asesinato de Juan Gerardi 

"Repudio generalizado por el asesinato de monseñor Gerardi. Clamor porque se investigue a profundidad el crimen", titulaba Prensa Libre sobre el crimen ocurrido el interior de la casa parroquial de San Sebastián, el 26 de abril de 1998.

Monseñor Juan Gerardi entregó el informe del Remhi, el 24 de abril de 1998 en Catedral. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca)

Monseñor Juan Gerardi entregó el informe del Remhi, el 24 de abril de 1998 en Catedral. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca)

Ocurrió pocos días después de que Gerardi presentara el informe Guatemala: Nunca más, de la Recuperación de la Memoria Histórica (Remhi), y parecía que el horror de la violencia del conflicto armado escribía un nuevo capítulo para ese documento.

Caso

El cuerpo con golpes en la cabeza era parte de la escalofriante e indignante escena del crimen cuando fue descubierta alrededor de las 22 horas el 26 de abril de 1998.

Gerardi ejercía su misión pastoral en San Sebastián y compartía la casa parroquial con el sacerdote Mario Orantes y su cocinera, Margarita López.

Entre las hipótesis del asesinato figuraron la política, delincuencia común o la extrema que presentó meses después el español José Reverte, que involucró a Balú, el perro del sacerdote Mario Orantes. Esa teoría apuntaba a que el animal había mordido al obispo en la cabeza.

Memoria Histórica

La recuperación de esa Memoria Histórica, descrita en cada página de Remhi fue un proyecto que pretendía aportar los avances del proceso de paz, que los pueblos víctimas del conflicto armado interno habían sufrido.

Uno de los objetivos del Remhi es recuperar la memoria y la historia, era ganar la paz interna para enfrentar nuestro presente y darle sentido al futuro.

El proyecto interdiocesano que dirigió Gerardi remarcó que haber sufrido la muerte o desaparición de un ser querido, y no saber de él, causa un dolor grande que al mismo tiempo daña la dignidad de los seres humanos.

“Conocer la verdad duele pero es, sin duda, una acción altamente saludable y liberadora”.


El informe presentado por el monseñor fue presentado en Catedral Metropolitana el 24 de abril de 1998 durante la gestión entonces del presidente Álvaro Arzú.

Involucrados

El 21 de enero de 2000, el capitán Byron Miguel Lima Oliva fue capturado señalado de participar en el crimen. El militar estaba de alta en el desaparecido Estado Mayor Presidencial al momento del asesinato.

Durante las diligencias se comprobó que el cuerpo había sido movido del lugar del crimen. En el hecho resultaron involucrados los militares Lima, su padre Byron Lima Estrada y Obdulio Villanueva, así como Orantes.

En junio de 2001, los tres militares fueron condenados a 30 años de cárcel, por ser coautores materiales, y Orantes a 20, por complicidad. López fue absuelta y se ordenó su inmediata libertad.

Para los jueces, estaba claro: “Se determina que fue un móvil político, porque anteriormente se vigiló y persiguió a monseñor Gerardi, y luego se planificó y ejecutó su muerte violenta, en la cual se presume que participaron otros miembros del Estado Mayor Presidencial”.


El 12 de febrero de 2003, Villanueva fue decapitado en un motín junto a otros tres internos del Preventivo para Hombres de la zona 18.

Trece años después, el 18 de julio de 2016, Byron Lima fue hallado muerto quien permanecía recluido en la Granja de Rehabilitación Penal Pavón, Fraijanes.

El sacerdote Orantes fue condenado en 2001 a 20 años de prisión. “Fue duro pasar tanto tiempo en la cárcel siendo inocente”, dijo al recuperar su libertad en 2013, por mostrar buena conducta y cumplir con más de la mitad de su condena.

Legado

Fue obispo de las Verapaces y Quiché en las décadas de 1970 y 80, donde su labor pastoral no era bien vista por los gobiernos militares. Estuvo a cargo de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala a partir de 1989, cuando el entonces arzobispo metropolitano Próspero Penados del Barrio le encomendó su creación.


La Firma de la Paz entre el gobierno y la guerrilla se el 29 de diciembre de 1996,  firmó dos años previos al asesinato de monseñor Gerardi Conedera, un crimen condenado por los guatemaltecos y la comunidad internacional.

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