“Vengan tranquilamente“, aseguró con tono prudente Lombardi, pese a las alarmantes estimaciones de la alcaldía de Roma que estima que cerca de 5 millones de personas asistirán a la ceremonia.

Si se toma en cuenta la explanada de la plaza de San Pedro y la amplia avenida de acceso, Via la Conciliación, “llegamos a un buen número“, comentó Lombardi.

Los organizadores de la canonización de esos “dos gigantes de la historia“, como los calificó el cardenal Agostino Vallini, Vicario de Roma, aseguraron que la ceremonia estará marcada por la “sobriedad“, respetando el estilo de papa Francisco.

Para informar y dialogar con los peregrinos, el Vaticano abrió una página internet oficial  (www.2papisanti.org) , una cuenta en twitter  (ú2popesaints) , un canal you tube  (2popesaints) , un Instagram  (#2popesaints) y hasta una aplicación con el nombre “Santo Subito“.

“Un hilo rojo une a los dos papas: su fe“, comentó Vallini, quien recordó el “coraje de Juan XXIII al haber llamado a la iglesia a replantearse” , afirmó, mencionando el Concilio Vaticano  (1962-1965) que revolucionó  y modernizó a la milenaria institución.

La vida y obra de Juan XXIII  (1958-1963) así como de Juan Pablo II  (1978-2005) será examinada a través de conferencias y encuentros.

Una “noche blanca de oración”  será organizada la víspera en 11 iglesias del centro de Roma, donde los fieles podrán también confesarse en al menos siete idiomas.

Lombardi no excluyó que el papa emérito Benedicto XVI asista a la canonización  en la plaza.

El papa de origen alemán, el primer pontífice que renuncia al cargo en siete siglos, fue uno de los colaboradores más cercanos de Juan Pablo II, ya que por 20 años fue el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el ex Santo Oficio.

Miles de personas, buena parte de ellas provenientes de Polonia, asistirán a la ceremonia para santificar a dos pontífices muy diferentes: uno humilde y cercano a la gente, otro carismático y capaz de seducir a las multitudes.

Juan Pablo II, primer papa polaco de la Historia, conservador y muy popular en los más de cien países que visitó, será canonizado tan solo nueve años después de su muerte, un tiempo récord.

Juan XXIII, que abrió a la Iglesia al mundo para modernizarla, fue una persona simple y austera, actitud parecida a la que mantiene Francisco actualmente.