Comunitario

Barrio no habla sobre asesinato de dos niñas y dos mujeres

A seis días del hallazgo de los cadáveres de dos niñas y dos mujeres que fueron asesinadas en la 6a. avenida y 9a. calle, colonia Quinta Samayoa, zona 7, los vecinos del lugar no se atreven a hablar de lo sucedido ni si tuvieron algún contacto con esa familia.

La vivienda donde fueron asesinadas las cuatro mujeres se encuentra en un sector de casas de alquiler y comercios que conecta con  la calzada San Juan.

La vivienda donde fueron asesinadas las cuatro mujeres se encuentra en un sector de casas de alquiler y comercios que conecta con la calzada San Juan.

Las calles y avenidas cercanas a la vivienda de las víctimas no son las mismas, puesto que el temor a que pueda suceder otro hecho similar se ha apoderado de los habitantes del sector.

Según los vecinos, el ambiente de temor y desconfianza ya era parte de su vida, pero se incrementó después de la muerte de las niñas Marbella del Rosario y Andy Briseida Guadalupe Raymundo Franco, de 6 y 11 años, respectivamente; su madre, Carmen Virginia Tuez Franco, 35, y su prima Silvia Matilde Gaitán Franco, 22, quienes fueron inhumadas el domingo último en el Cementerio General de Barberena, Santa Rosa, de donde era originaria Tuez Franco.

Vagos recuerdos

Personas que viven cerca de la casa de las víctimas prefieren no hablar del tema, no pierden de vista a sus hijos cuando se encuentran en la calle y agilizan el paso cuando se les pregunta sobre la tragedia.

“A mí me da miedo que me vean hablando del tema y que piensen que yo sé algo, pero yo no sé nada, soy nueva por aquí”, dijo una mujer.

Otros recuerdan a las menores cuando salían a las tiendas o se dirigían a estudiar, pero no saben cuándo fue la última vez que las vieron.

Además mencionan que la madre de las niñas y su sobrina ocasionalmente colocaban un puesto de comida afuera de la vivienda.

Pese a que algunos dicen haberlas visto pasar frente a sus hogares o comercios, nadie menciona si tuvieron amistad con ellas, aunque aseguran que vivían en el lugar desde hacía mucho tiempo.

Los comerciantes del sector dicen que el sector siempre ha sido peligroso y que constantemente se escuchan balaceras, pero no habían vivido algo tan lamentable y tan cerca de su lugar de trabajo.

“Siempre se había oído de balaceras y muertos por aquí. Desde esos días —cuando mataron a las dos niñas y las dos mujeres— vivimos con más miedo, pero seguimos aquí por necesidad de vender”, dijo un comerciante que omitió su nombre.

Refirió que durante estos últimos días cerró su negocio una hora antes de lo acostumbrado, para prevenir ser víctima de la delincuencia.

Otro vendedor afirmó que no podía hablar del tema, por riesgo a represalias.

Piden seguridad

El viernes último, cuando el Ministerio Público allanó el inmueble en busca de evidencias, vecinos aseguraron que sintieron un alivio al ver el movimiento policial para brindar seguridad.

Sin embargo, el vecindario ha vuelto a ser el mismo. Los agentes de la Policía Nacional Civil no patrullan frecuentemente la zona, por lo que los residentes piden a las autoridades que se incremente la vigilancia en la colonia.

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