Comunitario

En Asociación Los Patojos, educan con amor

El profesor Juan Pablo Romero tenía 23 años cuando se preguntó si la forma en que le pedían que diera las clases en un plantel educativo privado era la ideal para preparar a los estudiantes para la vida. Su respuesta fue sencilla: no.

La alegría de cada niño que asiste a Los Patojos es evidente.

La alegría de cada niño que asiste a Los Patojos es evidente.

En ese mismo instante, decidió renunciar. Les pidió el garaje a sus padres para comenzar con tres niños un método de enseñanza distinto, lejos de los estereotipos y lo que el sistema establece. Un método que se convertiría en una filosofía de vida que ahora viven decenas de niños y jóvenes que forman parte de la Asociación Los Patojos, un espacio que funciona desde hace siete años en Jocotenango.

Crecimiento

En menos de seis meses, el garaje le quedó pequeño a esta iniciativa de Romero, por lo que sus padres le cedieron la casa completa, y fue así como se formó la Asociación.

La vivienda se adecuó para que funcionara como una escuela y un comedor que, hoy, siete años después, brinda un entorno de libertad a cerca de 200 patojos, en donde pueden ser ellos mismos y aprenden a comunicarse por medio de diferentes expresiones artísticas.

Wilmer Sequén, de 20 años, quien asiste al proyecto desde hace casi dos años, expresa que en el lugar hay compañerismo y les ayudan con sus problemas.

Bryan Chitic, de 14 años, dice que asistir a Los Patojos es divertido porque ha aprendido a expresarse mediante el baile.

“Los niños están generando lealtad y fidelidad a este espacio. Eso significa amor e identidad a algo que los ha hecho felices. Las familias comprenden que este es un espacio humano de formación, y eso es el amor, que es el mayor logro que hemos tenido”, explica Romero, fundador y director de Los Patojos.

En poco tiempo, dos sedes más se abrieron para lograr cubrir a cada niño y joven que se acercaba a la asociación con el compromiso de aprender y trascender; sin embargo, siete años más tarde, estas tres sedes se quedan pequeñas porque los niños y jóvenes se siguen acercando a lo que el mismo director define como “ambicioso proyecto a nivel político y social, ya que busca modificar comportamientos y botar estereotipos”.

Soñar en grande

La idea de construir algo más grande y que lograra abarcar los cuatro pilares que La Asociación maneja —educación, alimentación, expresión y salud— en un mismo espacio, es hoy algo latente, aunque su fundador nunca pensó que la oportunidad de materializar el Centro Universitario Popular con el que soñaban llegaría tan rápido.

“El hecho de contar con un terreno no lo esperábamos nosotros en siete años. Yo lo esperaba talvez en 20 años, pero la oportunidad se dio hace casi un año, cuando conocimos a unos patrocinadores canadiense con un sentido social bien claro, compatible con nuestra misión de empoderar a la gente local y generar oportunidades”, comenta Romero.

Desde hace nueve meses trabajaron en los planos de la Universidad Popular de las Artes Los Patojos, y finalmente, el Consejo para la Protección de Antigua les dio su autorización, y a finales de este año comenzará la construcción del Centro, que contará con cuatro ambientes. El primero es centro de nutrición y alimentación.

También contarán con un área de escuela, exclusivamente para niños, en jornadas de mañana y tarde. Por la noche ya empieza la capacitación técnica de adolescentes y adultos. “Allí es donde va a funcionar lo que queremos llamar Universidad, en esa preparación técnica. Es una especie de Intecap, pero con otra dinámica”, comenta Romero.

El tercer espacio es uno de los que más entusiasma a su creador: el centro cultural. “La idea es popularizar el arte, no elitizarlo”, expresa Romero, quien desea proyectar el talento de los jocotecos.

La última parte del proyecto es la clínica médica, que estará abierta para todos, pero tendrá prioridad la salud para la mujer, enfermo diabético y adulto mayor.

“La Universidad de Los Patojos va a crear proyectos con contenido para promover la importancia de estar vivos y de cuidarnos”, expresa Romero.

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